La ministra que se divierte con los crímenes

1810

Como suele ocurrir, el que más duro fustigó a Sabina Fréderic, fue Sergio Berni. Le disparó fuego amigo a discreción. Dijo que “el daño de las palabras es grandísimo, me parece que está viendo otro canal. Capaz que se cree que nosotros estamos de joda y por eso, ella, en pleno Olivos gate salió a pedir la reelección de Alberto. La impunidad de sus palabras fueron más que un acto fallido, es la incomprensión del país que se quiere gobernar”. Como si esto fuera poco el ministro peronista de la provincia le dijo a la ministra peronista de la Nación que:”Para ella el Conurbano es el campo del onanismo intelectual. Capaz que la disciplina le parece aburrida y por eso quizás banque a la maestra  que quiere adoctrinar a nuestros hijos”.

Berni no le aflojó un minuto: “Total nosotros nos vamos con custodia a la casa. Así cualquiera la pasa de joda. Ella se pasó de joda toda la pandemia. Porque no viene a trabajar a la villa con nosotros. Debería divertirse menos y trabajar un poco más.”.

En cualquier país serio del mundo, este cruce de funcionarios de seguridad de un mismo partido, hubiese terminado con la tarjeta roja para uno de ellos. Pero acá no pasa nada. O mejor dicho, puede pasar de todo sin que haya consecuencias. Es que Berni tiene como jefa a Cristina y Fréderic fue lleva al gabinete de la mano de Santiago Cafiero.

Lo más grave es que la lucha contra la inseguridad galopante y su catarata de crímenes y robos, es una de las mayores exigencias de todos los argentinos. Y la ministra Sabrina Fréderic, que debería encabezar ese combate contra el delito, es una de las funcionarias que menos funcionan. Acaba de ofender a los familiares de las víctimas de miles y miles de asesinatos. Se burló del dolor de aquellos que perdieron un ser querido en medio de un asalto o de una violación. Muy suelta de cuerpo, con una frivolidad intolerable dijo que “Suiza es más tranquila, pero más aburrida”. Fue la gota que rebalsó el vaso. No fue un descuido aislado de una persona que estaba distraída. Fue la culminación de una gestión horrorosa que la ubica entre las peores ministras de seguridad de la historia democrática. Por momentos, parece que no sabe de lo que habla. Siempre reacciona tarde y mal. En un gobierno sensato, Sabina Fréderic no podría durar ni un minuto más al frente de su cartera. Parece mentira que le resulte aburrida la paz social y en consecuencia, divertida la actividad delictiva que tiene en jaque a toda la sociedad.

Por supuesto que cosechó todo tipo de repudios. Florencio Randazzo dijo que si “vive en un termo, por lo menos que haga silencio”.

La ex ministra del área, Patricia Bullrich, aseguró que “nos gobierna una casta que se nos ríe en la cara y que no tiene ni idea del nivel de inseguridad que se vive en muchas localidades en las que nuestras Fuerzas dejan la vida”.

Ricardo López Murphy exigió al gobierno que “dejan de tomarnos por idiotas con encerrar a los ciudadanos y liberar a los delincuentes”.

El sheriff Sergio Berni, la mano derecha de Cristina hace tiempo que apunta a Fréderic con su mira. No tuvo compasión con ella.

Berni le dijo que era una “irresponsable” que le mentía al presidente y que repartía “gendarmes como si fueran caramelos”. “Es la ministra con peor imagen y no lo digo yo, lo dicen las encuestas”.

Ella hizo y dijo barbaridades. Por ejemplo que “la inseguridad tenía más visibilidad” por culpa de los medios, como si pretendiera que el periodismo ocultara la realidad. Su defensa a los falsos mapuches que incendian casas y tomas tierras en la Patagonia llegó al colmo de ordenar una denuncia penal contra los vecinos pacíficos que armaron una marcha de protesta ante la complicidad del gobierno nacional con los usurpadores.

Apenas asumió Fréderic la bauticé la ministra de Inseguridad. La antropóloga social recibida en los Países Bajos hizo anuncios peligrosos que claramente iban a multiplicar los delitos.

Se auto engañan diciendo que lo hacen en defensa de los derechos humanos y en realidad violan los derechos humanos de los ciudadanos honrados y pacíficos que todos los días se esfuerzan para trabajar y estudiar con honradez. Y como si esto fuera poco, no comprenden que los más afectados son los sectores más humildes de la sociedad a los que dicen defender. Todos los días las madres de la pobreza sufren al ver como a sus hijos les roban la mochila, las zapatillas, les cobran peaje o los suman al narco menudeo. Cada vez que la gendarmería iba a los barrios con más exclusión social eran aplaudidos. Les rogaban que no se fueran. Cada vez que destruían un bunker de los narcos, eran ovacionados.

En su momento, la ex ministra Bullrich definió bien los primeros anuncios de su sucesora: “es el mundo al revés, consagran el derecho de los criminales y estigmatizan a los policías. Es Zaffaroni recargado.”

¿Se acuerda de Cristina que ignoró el reclamo y dijo que era un problema de los ricos y una bandera de la derecha? ¿O de Aníbal Fernández, cuando no, que rompió el boludómetro y dijo que era una mera sensación térmica.

Hay que alertar. Para “vivir sin miedo y no convivir con el miedo”. El miedo es el peor veneno de una sociedad y de un individuo. Siempre el pánico nos saca lo peor de nosotros.

Hay que ser duro con los delitos duros y duro con las causas que llevaron a esa persona a delinquir? Pero mientras tanto hay que proteger la vida de la gente y combatir a los asesinos, ladrones y violadores. No se entiende que parte de este drama encuentra divertido la ministra que no funciona.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra por Radio Mitre