Un robo a mano alzada

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Fue claramente un robo a mano alzada.

En 1 minuto 52 segundos, sin debate y usando un lenguaje burocrático para no explicar nada, los senadores votaron más que duplicarse el sueldo. La mayoría ahora va a cobrar 7 millones doscientos mil pesos en bruto. Y como si esto fuera poco, agregaron un sueldo más a modo de aguinaldo que no les corresponde porque ellos cobran dieta y no salario. Y como si esto fuera poco, conscientes de que estaban humillando a gran parte de la sociedad, hicieron maniobras de todo tipo para ocultar o disimular semejante cachetazo a la ciudadanía. Fue un escándalo que produjo vergüenza ajena y que multiplicó el rechazo que gran parte de la dirigencia política se supo ganar.

Estamos atravesando un tiempo de profunda crisis donde la mayoría de los argentinos está sufriendo como pocas veces en la historia. Feroz pobreza e indigencia. Aumentos nunca vistos en los servicios públicos y en el precio de las cosas. No hay plata, dijo el presidente Milei, pero para pagarle a los senadores, más de 7 mil dólares mensuales, parece que hay plata. Obligan a las empresas de medicina privada a retrotraer los aumentos desmesurados y a devolver parte de ese dinero y ellos, casi clandestinamente votan más que duplicarse sus ingresos.

El 18 de abril será recordado como el día en que se produjo una de las afrentas más grandes que sufrieron las instituciones democráticas por parte de los legisladores. ¿En qué frasco viven? ¿No salen a la calle? ¿No van al supermercado? No sienten pena por las dolorosas circunstancias que están atravesando los más pobres y los jubilados? ¿Esto no es una guerra a la clase media?

No tienen excusas. Nadie los obligó a que sean senadores. La política es un servicio a la comunidad. Si les parecen insuficientes sus ingresos, renuncien y vayan a trabajar a la actividad privada. Basta de mojarle la oreja a los argentinos. No tiren más de la cuerda, por favor. Este es un pueblo pacífico pero no pueden abusar de la provocación. La bronca crece. La indignación crece. Y  la pradera está seca. Cualquier chispita la puede encender.

Como si esto fuera poco hay algunos senadores que no dejan de hacer papelones y de pegarse tiros en los pies. Uno claramente fue Martin Lousteau. Es increíble que ese muchacho oportunista y ventajita sea el presidente de un partido como el radicalismo. Ya demostró el poco nivel de representatividad que tiene cuando votó al revés de la gran mayoría de su bloque y fue criticado por los gobernadores de su escudería. Con su voto, se convirtió en Meme. Enseguida tuvo más de 45 mil comentarios burlones en las redes y en las pantallas de televisión lo gastaron por esa manito levantada cortita. Cien veces se pudo ver por las pantallas que Lousteau sigue charlando con una senadora y con pudor baja la cabeza y apenas mueve su mano detrás de la pantalla de su computadora. Le dijeron de todo. Recordé la frase del general Perón: “De todos lados se vuelve, menos del ridículo”. La Unión Cívica Radical, el partido de Yrigoyen, Illia y Alfonsín, no puede estar liderado por alguien que se convirtió en el hazme reír de miles de personas. Y como si esto fuera poco se justificó diciendo que los tuiteros de Milei ganaban más que ellos. Podría haber presentado un pedido de informes para denunciar a quienes les pagan a los trolls y que bajen los sueldos de los funcionarios. Pero eligió ganar más dinero. Y ahora se sumará a un encuentro donde participará Hugo Cachorro Godoy el más chavista K de los gremialistas.

Pero nadie puede superar a José Mayans, el capo del bloque del peronismo kirchnerista. El soldado de la condenada Cristina y el señor feudal Gildo Insfrán demostró su brutal antisemitismo y su ignorancia supina en una breve intervención. Confundió los grupos terroristas y dijo que Hezbollah atacó a Israel el 7 de octubre cuando en realidad fue Hamas y de paso comparó las actitudes de los judíos de Israel con los nazis que fueron sus victimarios en el mayor genocidio de la historia. ¿Probó Mayans con leer los diarios, por lo menos? ¿Será mucho pedirle que lea un libro? ¿O todo su rol en el senado es ejecutar y defender las ideas del cristinismo chavista?

Por suerte hay revancha. Se viene el segundo tiempo. Los senadores por Córdoba, Luis Juez y Carmen Rivero al que se sumaron todos los integrantes del PRO, y otros de La Libertad Avanza, presentaron proyectos para retrotraer esos despreciables aumentos. La idea es que esta vez se discuta en serio. Que haya debate. Que pongan la cara y que en la votación nominal quede absolutamente al descubierto quien es quien. Quienes quieren ayudar a salvar al pueblo argentino y quienes se quieren salvar solos.

El senado tiene 4.682 empleados. Para 72 senadores. Casi un record mundial. En promedio, cada uno tiene 19 asesores. Y ahora votaron ganar 20 sueldos mínimos. Salvo los de Capital, el resto de los legisladores, tiene 20 pasajes aéreos por mes. Un disparate descomunal a contramano hasta del sentido común. Una locura, un golpe bajo al ciudadano de a pie que se rompe el lomo trabajando y no le alcanza para nada. La vice presidenta Victoria Villarruel no pudo, no supo o no quiso frenar esa burla a la gente. Se justificó diciendo que la aprobación del mega aumento fue legal, que no hay delito y que no tiene las herramientas para parar lo que pasó. No es cierto. Tiene su voz y su posibilidad de denunciar públicamente lo que estaban por perpetrar. Y si hubo delito. Un delito de lesa indignidad. Le metieron la mano en el bolsillo no a Milei, a todos los argentinos, sobre todo a los que menos tienen.

Los senadores que no apoyaron este mamarracho fueron acusados de traidores y de falta de códigos por parte de los que se mancharon las manos. Confunden lealtad con complicidad. La lealtad es algo que se ofrece a los honestos. Y la complicidad es la sociedad con los delincuentes.

El daño a la imagen de la dirigencia no se podrá reparar fácilmente. El senado fue menos honorable que nunca. Este país necesita de todo: trabajo, inversiones, honradez y pluralismo pero básicamente, necesita austeridad y ejemplaridad. Es un honor o debería ser un honor representar a las provincias. Si votan volver atrás con los aumentos, tal vez recuperen algo del prestigio perdido en ese robo a mano alzada que vimos en vivo y en directo por la tele. No fue magia. Fue casta.

Y si así no lo hicieren, que Dios, la patria y los argentinos se lo demanden.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre