El campo no se mancha ni se rinde

739

Aquí, desde el camión de exteriores de Radio Mitre instalado en el corazón de la exposición Rural, conviene recordar que el campo no se mancha ni se rinde.

El maravilloso mundo de la producción agro industrial acaba de aportar su primer empujoncito para que rebote la economía actual. El resto de las actividades todavía está con cifras negativas, pero el campo ya creció un 2,3% respecto del año pasado. Ojalá sea el primer pasito de un largo camino que nos lleve al progreso del país.

Yo jamás olvidaré que por capricho o venganza, Cristina se convirtió en la peor enemiga de los productores agropecuarios. Era un despropósito jurásico.

Nuestra bendita tierra es la gigantesca fábrica de alimentos y dólares que tenemos a cielo abierto. Y si me apura, el productor agropecuario, el más competitivo del mundo, también puede generar una parte de la energía limpia que tanto necesita el mundo. Maltratar a los chacareros es dinamitar el futuro. Alimentos, energía y dólares es lo que más necesita la Argentina y el mundo. Y kirchnerismo nefasto todavía sigue repitiendo consignas vacías y mentirosas para la pelea en lugar de ayudar a la agroindustria para que siga avanzando. Es una de las grandes soluciones que tiene este país para la gran mayoría de los problemas. Fue suicida la actitud beligerante que todos los talibanes cristinistas tenían y tienen contra el campo. Siempre quisieron ponerles más impuestos inmobiliarios y subirle las retenciones. No les ofrecían ni gasoil ni caminos razonables que no se inundaran de barro. Los insultaron con antigüedades tipo oligarcas, golpistas, terratenientes y todo tipo de estupideces pasadas de moda e irreales.

Les quemaban los silos. Les robaban la hacienda. Les frenaban la importación de repuestos para las maquinarias o para los fertilizantes. No eran izquierdistas. Eran suicidas.

¿Se acuerda de aquel día histórico del voto no positivo de Cobos. ¿Se acuerda?

Sus nervios que dejaron helada a la sociedad le parieron esa expresión que por lo negativa y por lo positiva ingresó en la historia: “Mi voto no es positivo. Mi voto es en contra”. Eran las 4 y 25 minutos de la madrugada. El empate en 36 votos voló por los aires.

Hubo una Mesa de Enlace que fue parida por tantos ataques. Hubo detenidos como el actual senador por Entre Ríos Alfredo de Angeli. 

Argentina contuvo la respiración. No olvidaremos aquel momento dramático cuando merodeamos una batalla feroz entre hermanos.

La dos veces presidenta, odia a los campesinos porque este sector fue el primero que le propinó una triple paliza que la fue llevando a su decadencia política actual.

Y todavía, otros negacionistas los siguen tratando de oligarcas concentrados, rentísticos e individualistas que desprecian la democracia. Es cierto que en el pasado, parte de su dirigencia institucional tuvo comportamientos golpistas y anti republicanos como cuando silbaron al presidente Raúl Alfonsín o apoyaron el golpe de 1976. Pero hoy cambió muchísimo eso. El campo es uno de cada tres trabajos, es innovación tecnológica de punta, es el sector más competitivo de la economía nacional. Es la industria más descentralizada y federal. En todos los pueblos del país hay trabajo por hacer. En cada campo hay posibilidades laborales. En todos lados hay esperanza y riqueza que producir. Eso es arraigo. Identidad.

El federalismo en serio es el que permite que no haya desarraigo y que cada hermano argentino trabaje en su tierra, con su familia y sus raíces y que no tenga que venir a las espaldas y los conurbanos de las grandes ciudades.

Hoy los oligarcas son los jerarcas peronistas y gremialistas enriquecidos y blindados. Hoy Cristina y sus cómplices tienen más tierras y dólares que la gran mayoría de los productores del campo y encima exhibieron su ignorancia cuando trataron de “yuyito” a la soja. No hay nadie más terrateniente que Lázaro Báez.

Esa tierra fértil deberá multiplicarse a lo largo y a lo ancho de la patria. Que estos valores de trabajo e innovación, de fraternidad entre todos y de apuesta al crecimiento con inclusión y en libertad se multiplique por todo el territorio. Que los sectarios, los corruptos y los golpistas tengan que mirar el partido desde afuera. Que hayamos aprendido de nuestros errores y apostemos a la convivencia pacífica y al debate constructivo y pluralista. Ojalá esa tierra fértil sea el anticipo del país que viene. Ojalá el odio y el resentimiento del cristinismo sea el país que se fue. Ojalá.

Le repito: Cristina nunca pudo superar aquella triple paliza que recibió su gobierno por la 125.

Ella fue la responsable política de esa medida y de humillaciones como calificarlos de golpistas agrocargas y grupos de tareas o piquetes de la abundancia que utilizaron tanto Néstor como Cristina.

Los periodistas militantes, alimentados a pauta publicitaria oficial, bautizaron a los que protestaban como “gauchiturros o barras bravas de 4×4” y Ricardo Forster, el profesor líder de Carta Abierta y ex asesor de Alberto, los caracterizó de “golpistas de cuarta y conspiradores pre democráticos”.

Y Finalmente Cristina, jefa de la familia que más se enriqueció ilícitamente y sin límite los acusó de “avaros “y de cometer el pecado capital de la codicia”. Justo Cristina acusando de avaro y codicioso a otros. La viga en el ojo ajeno.

El gobierno sufrió una triple derrota por su infantilismo y desconocimiento de la nueva revolución tecnológica. Primero en  las calles, con aquellas multitudinarias manifestaciones en el monumento a la Bandera en Rosario y a Los Españoles en Palermo. Después con el duro revés electoral que sufrieron en las elecciones cuando la lista encabezada por Néstor, Scioli y Massa perdió a manos de Francisco de Narváez. Y finalmente, ni que hablar, de aquella madrugada, con el país en vilo cuando Julio Cobos pronunció ese voto no positivo que cambió todo. Fue un terremoto parlamentario para el gobierno.

¿Se acuerdan que Cristina se enojó tanto que quiso tirarle el gobierno por la cabeza a los argentinos? Tuvo que intervenir telefónicamente Lula para que ella no presentara su renuncia porque “este pueblo no nos merece, Nestor”, como dijo en ese momento. Cristina no se olvida más. Por eso su actitud revanchista. Porque tomó medidas de gobierno que perjudicaron al campo y no beneficiaron a nadie. Fueron solamente caprichos o la puesta en acto de aquella vieja consigna setentista y autoritaria de “Ni olvido ni perdón”.

¿Eso fue progresismo o masoquismo? Eso fue dilapidar los mejores vientos de progreso en un siglo.

¿Quién podía aguantar sequías, inundaciones, maltrato, inflación, atraso del tipo de cambio y una asfixia impositiva que encima es regresiva, es decir que genera mayor desigualdad social? Y eso que somos el país que más granos producimos por habitantes en el planeta.

Una cosa es tierra adentro y otra muy distinta es tierra arrasada. Así se podría definir la política de Cristina con el mundo de la producción agropecuaria: tierra arrasada. Dejó a nuestro país con menos carne, con menos leche, con menos trigo y menos maíz. Por suerte, parece que dios y la patria ya se lo demandaron.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre