Baradel y Moyano, el país del atraso

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Roberto Baradel es el ministro de Educación de facto y hace lo que quiere.

Pablo Moyano, es el ministro de Trabajo de facto y hace lo que quiere.

Y así nos va. Con este tipo de sindicalismo patotero, antidemocrático, corrupto y que se eterniza en el cargo, es muy difícil que la Argentina progrese. No son los únicos gremialistas del atraso, pero hoy funcionan como emblemas de ese país que la inmensa mayoría no quiere.

Baradel, el jefe del sindicalismo cristinista y un pequeño grupo de la izquierda dura y sin votos, adoptaron como consigna: “No a la presencialidad de Larreta”. Es para disfrazar un poco el tema. Sería demasiado vergonzoso decir “No a las clases, no a la apertura de aulas”. Pero eso es lo que pretenden.

Todo el tiempo están haciendo zancadillas al funcionamiento de la educación en la ciudad. Todo el tiempo hacen paros para esmerilar la figura de Horacio Rodríguez Larreta. Porque piden protocolos y seguridad que no le piden a Kicillof que es su gurú ideológico. En la ciudad pusieron protocolos y cuidados muy bien planificados y, entonces reclamaron vacunas. Les pusieron vacunas a los 16 mil que se anotaron y tampoco quieren trabajar. Es insólito. Hablan del pueblo y se mostraron mezquinos y egoístas para los trabajadores de la salud y los jubilados, muchos de los que todavía no se vacunaron.

Pablo Moyano, tiene la misma matriz como defensor de sus privilegios y quintitas y no les interesa para nada el bienestar y el progreso de los laburantes. Porque espantan inversiones todos los días. Y eso significa que todos los días evitan que haya más fuentes de trabajo.

Muchos supermercados están al borde de la quiebra. Por varios motivos. Wallmart se quería ir del país. Pero un empresario argentino como Francisco de Narváez apostó a invertir y compró esa empresa. Podría haber llevado tranquilamente su dinero al exterior o invertir en Uruguay o Chile o en cualquier lugar del mundo. ¿Cuál fue la respuesta de los camioneros? Un delirio que no tiene ningún respaldo legal. Exigen mediante aprietes que los 500 trabajadores del Centro de Distribución ubicado en Moreno y que abastece a sus 92 sucursales, sean despedidos, indemnizados y vueltos a tomar conservando la antigüedad. ¿Se entiende? No es que piden aumento de sueldo o mejores condiciones de trabajo. No piensan en abrir nuevas posibilidades de empleo genuino, privado y en blanco. Y amenazan con bloquear con sus camiones la entrada al supermercado. Esa es su metodología. ¿O hacen lo que nosotros queremos o les fundimos la empresa si es necesario? Hace años que hacen lo mismo. Fuera de la ley todo, dentro de la ley nada. Hasta Claudio Moroni, ministro de Trabajo de este gobierno, ya dijo que no hay ley que obligue a la empresa a aceptar las exigencias de Pablo Moyano.

Por eso se me ocurrió esa comparación y juego de palabras. Baradel es a la educación lo que Moyano es a la actividad privada. Baradel con sus huelgas salvajes bloquea los colegios y Moyano con sus camiones bloquea a las empresas. Unos destruyen la educación pública y otros la producción a pesar de que dicen lo contrario.

Son uno de los principales factores de esta Argentina medioeval, donde solo crecen la  pobreza, la indigencia, la desocupación y la inflación. Una gran cuota parte de responsabilidad es de estos jerarcas sindicales que en la mayoría de los casos son millonarios y tienen un nivel de vida al que jamás podría llegar un trabajador. Siempre están en la rosca con los K para conseguir algún contrato como asesor o algún puesto de diputado o senador. No son defensores de los trabajadores argentinos. Son defensores de sí mismos.

Son la nueva oligarquía sindical. Son los patrones del mal del trabajo.

Apuestan siempre a las listas únicas. Cada vez participa menos gente en los procesos electorales. La mayoría de los trabajadores no está afiliada a esos gremios porque no se sienten representados o se anotan solamente por temor a la patota sindical.

Y como siempre, el hilo se corta por lo más delgado. Se perjudican los más chicos y los más pobres. Los pibes de los barrios más vulnerables quedan cada vez más lejos y con menos conocimientos que el resto de los chicos. En lugar de utilizar la educación para ese maravilloso proceso de igualar oportunidades, con su torpeza ideológica, contribuyen a hacer una sociedad cada vez más injusta y desigual. En el caso de los camioneros, funden a las empresas pequeñas y medianas. Las grandes tienen más espaldas para aguantar la parada, pero el resto no puede pagar las coimas o los aportes inventados que hacen todo el tiempo por la fuerza.

Baradel es uno de los responsables de que haya cada día chicos con más problemas educativos y Moyano de que muchos emprendimientos familiares se hundan en la desesperación.

Se llenan la boca hablando de justicia social y la inequidad no para de aumentar desde hace años. Se niegan a aceptar que los tiempos cambiaron. Que la tecnología modificó gran parte de las relaciones laborales. Y que el que no se adapte en forma inteligente, perderá el tren para siempre.

La falta de educación y trabajo es un cáncer que condena a los chicos a la calle y los deja inermes frente a todo tipo de flagelos como la droga y la delincuencia. No hay nada más progresista que abrir escuelas y empresas. La falta de educación y de trabajo, son la madre de todos los problemas, pero que además, se pueden convertir en la madre de todas las soluciones.

Hay que volver a poner de pie a los verdaderos trabajadores y a sus mejores delegados para que se conviertan en pilares del país que viene. De un país donde un joven tenga más posibilidades de estar en clases o en el trabajo que robando o en la cárcel.

Nuestro sueño colectivo debe ser el de iluminar tanta oscuridad. De convertirnos en predicadores de la civilización contra la barbarie. Necesitamos una revolución educativa y productiva con los docentes como abanderados y los padres como escolta. Y el aporte de la sociedad civil. Un rediseño absoluto del sistema. Hay mucho por hacer. Construir el mismo amor por la libertad que por la ley. Que sean dos caras de la misma moneda. La educación y el trabajo deben ser prioridad nacional. Todos los derechos a los más necesitados y todas las obligaciones también. Para sembrar ciudadanía y equidad y recoger una mejor democracia. Por la ignorancia cero. Por desocupación cero. Sin Baradeles ni Moyanos.  Es por nuestros hijos que es una forma diferente de nombrar a la patria que viene.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre