Massa se disfrazó de Che Guevara

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La historia nos enseñó que el peronismo es exageradamente flexible, plástico y oportunista. Hablo de un movimiento que puede contener desde asesinos de izquierda como los Montoneros de Firmenich hasta los asesinos de derecha como la Triple A de López Rega. Van de una punta a la otra con el único objetivo de llegar al poder, mantenerse para siempre y tratar de apropiarse de todo. El propio presidente decorativo de la nación, Alberto Fernández, en un sincericidio, lo dijo con toda precisión: “El peronismo fue conservador con Luder, neoliberal con Menem, fue conservador popular con Duhalde, progresista con Kirchner y patético con Cristina”.

Se podría agregar que el peronismo con Alberto fue un mamarracho que lo empujó al comienzo de su ocaso. ¿Y con Sergio Massarasa, que es el peronismo?

Es una perinola que muestra la cara que el interlocutor quiera ver. Massa le vende humo y les dice a todos lo que quieren escuchar. Massa es el fundador de la chantocracia, del masoquismo militante y del peronismo de Zelig. Está inspirado en el personaje de Woody Allen que en esa película de 1983 tiene la capacidad sobrenatural de cambiar su apariencia adaptándose a cualquier situación, una suerte de camaleón que cambia de colores según la ocasión, diría el genial de Chico Novarro.

Massa es eso. Tiene convicciones líquidas. Es capaz de abrazarse con los más duros del partido republicano de los Estados Unidos y en dos minutos, bajar de la Sierra Maestra disfrazado de Che Guevara como hizo anoche. Los piqueteros oficialistas le armaron una escenografía en el estadio Malvinas Argentinas de Argentinos Juniors. Massa tomó el micrófono, de pronto pareció crecer su barba, su saco se transformó en una campera verde militar y una boina negra con una estrella roja se posó sobre su cabeza. Esta falsedad chicanera no fue producto de la Inteligencia Artificial. Era Zelig o el camaleón arengando a los piqueteros de Emilio Pérsico y de Milagro Sala con lo que querían escuchar. En las tribunas flameaban banderas con la estrella federal que supo utilizar Montoneros, imágenes del Che Guevara y consignas clasistas y combativas de matriz marxista. Pero hablando de Marx, hay que decir que Massa también adhiere al marxismo pero no el de Karl sino el de Groucho, que inmortalizó aquel concepto de “Estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros”.

El acto que se hizo en el micro estadio fue colmado con gente humilde que trajeron en cientos de colectivos naranjas. Los vecinos dijeron que nunca habían visto semejante aparato y despliegue. Adentro hubo pantallas gigantes. ¿Quién cree usted que puso el dinero para esa demostración? ¿Quién pagó esa fiesta? ¿De dónde sacaron la guita? Acertó. Correcto. Lo pagamos todos los argentinos. Usted y yo. Con nuestros impuestos solventamos planes de todo tipo que en algunos casos sirven para atender la emergencia y el alimento de los más pobres y en otros se utilizan para un clientelismo feroz y para bancar esas movilizaciones que cuestan una fortuna.

Las fotos y los dichos del escenario son la confirmación de la farsa. Emilio Pérsico líder del Movimiento Evita arrancó agitando: “Acá no se rinde nadie, compañeros”. La gente gritaba “Massa presidente” y de inmediato: “Patria si, colonia, no” sin reconocer que Massa estuvo siempre más cerca de la colonia que de la patria liberada. La foto es patética y pianta votos.

Para los empresarios prebendarios amigos de Massa que lo ven como un defensor del mercado y del capitalismo, lo de anoche fue una pesadilla. Aunque entre ellos dicen: “Fue una acto para la gilada, para la tribuna: está en campaña”.

Juan Grabois que también es un piquetero oficialista que tributa al Papa Francisco como el resto, no fue al acto. Tal vez tuvo vergüenza de ovacionar y hacerle la fiestita a alguien que había caracterizado de sinvergüenza, vendepatria y cagador.

¿Se acuerda? Le había dicho públicamente a Cristina que ni en pedo lo iban a votar. En un par de semanas, Grabois cambió y ahora dice que lo va a votar porque la derecha es peor que este sinvergüenza, vendepatria y cagador. Grabois también es marxista de Groucho. Si no lo gustan sus principios, tiene otros.

Con el piquetero Luis D’Elía, pasó algo parecido. Luis fue fanático defensor de Néstor Kirchner y de Cristina pero como no le daban ni un cargo, se fue a hacer un papelón electoral con otros dos condenados por la justicia: Guillermo Moreno y Alberto Samid. Hizo el mismo recorrido que Grabois. Primero, no funcionó su bola de cristal. Tuvo una profecía fallida: dijo que Massa iba a dejar de ser ministro y también candidato. Casi le bate el record de pifiar en sus predicciones a Jorge Asís y eso es mucho decir. D’Elia lo amenazó a Massa: “hoy no pudiste venir a La Matanza, cagón. Te íbamos a recibir como te merecías. Firmaste devaluación y ajuste contra todo el pueblo. Ministro del hambre, de la angustia, ministro liberal conservador, ministro de mierda”.

Sin embargo la guapeza de D’Elia contra Massa se evaporó y hace 20 días llamó a votar al candidato del oficialismo y a “militar en cada casa, en cada barrio, en cada fábrica contra las elites dominantes, el macrismo y la extrema derecha”. Cambia, todo cambia. Hay que tener estómago para militar a alguien  al que 15 minutos antes lo llamó ministro del hambre y de mierda”.

Luisito hace mucho que perdió la vergüenza y la dignidad, pero anoche no fue al acto. Tal vez lo iban a recibir como se merecía. Pero la consigna del estadio fue la misma: “en cada casa, en cada barrio en cada fábrica” para llevar el mensaje revolucionario de Ernesto “Che” Massa o de Sergio Guevara Lynch.

Ni Grabois ni D’Elía fueron. Tampoco fue Máximo Kirchner aunque mandó a Wado de Pedro.

Tal vez no se enteraron que Massa ya lleva gastados con sus últimas medidas más de tres billones de pesos. Si escuchó bien. Billones, con “B” larga de Otarios. Y que consultoras internacionales anticipan una inflación anual del 190%. Una catástrofe que multiplica la pobreza y la indigencia.

Por eso el acto fue con un entusiasmo forzado, carente de épica con los gerentes de la pobreza discurseando viejas consignas apolilladas que Massa jamás cantó y jamás cantará aunque se disfrace de revolucionario. Es capaz de hacer cualquier cosa por un voto. En eso es igual a Néstor y Cristina. Tiene voracidad por el poder. Y amor por el dinero y los disfraces.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre