El nacimiento del padre de la patria

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Después de tantos días de fuego y catástrofe ambiental, los correntinos en particular, y los argentinos en general, por fin, tenemos algo que celebrar. La bendición de la lluvia apagó la mayoría de los incendios que dinamitaron la provincia. Tal vez don José de San Martín, el padre de la patria nos dio una mano desde el cielo de los héroes nacionales. Porque en esa tierra que volvió a respirar, un día como hoy, pero de 1778, nació el libertador de América. En una humilde casa de Yapeyú, a orillas del río Uruguay, en lo que eran las misiones jesuíticas, Gregoria Matorras dio a luz al argentino más grande de todos los tiempos.

Rescatar su vida y obra, llenará nuestros pulmones de esperanza frente a tantas frustraciones de un gobierno nacional que solo produce bronca y rechazo. Con el mundo que parece arrodillarse frente a un tirano invasor y criminal como Vladimir Putin, viene bien rescatar que San Martín cruzaba las fronteras para darles libertad y romper las cadenas del oprobio en otros países.

 Está claro que a San Martín lo necesitamos más que nunca. ¡Qué bien que nos vendría en estos tiempos de cólera y twitter su sabiduría y su coraje patriótico! Qué bien que nos vendría que bajara del bronce o se escapara de los libros para darnos cátedra de cómo ser un buen argentino sin robar ni perseguir a nadie ni sembrar el odio entre los hermanos. Porque todavía vive en el corazón de los argentinos.

San Martín, era austero y honrado hasta la obsesión. Incluso le hizo quemar a su esposa Remedios los fastuosos vestidos de Paris que tenía porque decía que no eran lujos dignos de un militar.

San Martín manejó cataratas de fondos públicos y murió sin un peso. En su testamento se negó a todo tipo de funerales. La muerte lo encontró en el exilio, casi ciego, muy lejos de Puerto Madero en todo sentido. Don José de San Martín fue un ejemplo de rectitud cívica en tiempos de traiciones, corrupción y contrabando.

Estamos hablando de San Martín, que como primer acto de gobierno en Perú aseguró libertad de prensa y decretó la libertad de los indios y de los hijos de esclavos y encima redactó el estatuto provisional, un claro antecedentes de nuestra Constitución tan humillada durante demasiado tiempo. Su gran preocupación fue no concentrar el poder y por eso creo el Consejo de Estado y se preocupó para que el Poder Judicial fuera realmente independiente. Repito, insisto: todo lo contrario al vamos por todo y al intento de dominar y poner de rodillas a la justicia para lograr la impunidad. Una de las enseñanzas más maravillosas que nos dejó San Martín tiene que ver con su rechazo al silencio temeroso generado por todos los  autoritarismos: “Hace más ruido un solo hombre gritando que cien mil que están callados”.

Con tantas aulas cerradas por tanto tiempo, con tanto Baradel de la vida que defiende sus privilegios más que la educación pública, qué bien que nos vendría ahora ese San Martín convencido de que la educación era la forma más profunda de soberanía. Decía que la educación era más poderosa que un ejército para defender la independencia. Le sintetizo el tipo de dirigente que nos dejó San Martín con su ejemplo: Respeto por la libertad de expresión, independencia de poderes, austeridad republicana, honradez a prueba de bala, coraje y estrategia y un profundo amor para una patria de todos y para todos. Es el padre de la patria y nosotros, sus hijos, debemos honrar su memoria tratando de multiplicar sus valores y de construir una Argentina a su imagen y semejanza.

Un día como hoy nació José de San Martín. Cristina cometió alguna vez la herejía de sugerir algún tipo de comparación porque Néstor Kirchner también nació un 25 de febrero. Hubo hasta un video titulado “Dos gigantes de la historia”. Hace una década, un editorial del diario La Nación ponía las cosas en su lugar: “pretender hacer esa comparación es un descaro que desprecia la historia y la verdad. Es una actitud irrespetuosa y representativa de lo que pueden el servilismo y el desvergonzado afán de poner la historia al servicio de la ideología”.

Porque San Martín es nuestro. Y nos puede ayudar a sacar los mejor de nosotros. Para no rendirnos ni bajar los brazos frente a los que fabrican autoritarismo para conseguir la suma del poder público. Un San Martín para que nos siga iluminando aún en los momentos más oscuros. Como en aquel combate de San Lorenzo, cuando junto a nuestros granaderos, aliados de la gloria, inscribieron en la historia, su página mejor…

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra