La justicia, al servicio de Cristina

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Primero, los hechos duros y puros. Un tribunal acaba de inventar un nuevo Código Procesal Penal por exigencia de Cristina. Así como lo escucha, la reina ordenó que le armaran una audiencia pública para atacar a jueces y periodistas que la investigaron y el fiscal y los miembros del tribunal, aceptaron. Insisto: no existe esa posibilidad, no está contemplada, pero gran parte de la justicia ya se puso al servicio de las necesidades de Cristina. Se trata de un avance de extrema gravedad institucional. En lugar de concurrir al juicio oral, como cualquier hijo de vecino, y defenderse en ese ámbito, Cristina va a tener un escenario propio para atacar a ese juicio oral y a los magistrados que llevaron esta causa que no es cualquier causa. Es la que más la ocupa y preocupa porque está acusada de haber encubierto a los terroristas que volaron el edificio de la AMIA, en un asesinato masivo de 85 personas. Un papelón histórico e internacional. Un traje a medida de la jefa del jefe del estado.

Pero ese es uno y solo uno de los eslabones de esta cadena de impunidad y privilegios para el “Cartel de los Pingüinos”.

Todos sentimos como una provocación que a Juan Pablo Schiavi le hayan reducido 192 días de prisión por haber hecho unos cursos ridículos como el de aprender a tocar el ukele. Está condenado por uno de los siniestros más terribles de la historia como el de la estación Once donde murieron 52 personas.

Esa misma trampa, de los cursitos de morondanga, la utilizaron para bajarle la pena y darle la prisión domiciliaria a otro delincuente como Amado Boudou. Tiene condena firme y ratificada hasta por la Corte Suprema. Pero este malandra de estado pasa sus días en una lujosa mansión y, encima, le dan el privilegio de dictar cátedra en una charla en la Universidad de Buenos Aires.

Los Báez, Lázaro y Martin, también están cumpliendo su detención en suntuosas residencias en barrios cerrados. Estos estafadores, amigos, cómplices, testaferros y empleados de los Kirchner robaron fortunas al pueblo argentino y fueron puestos en libertad sin pagar un centavo. ¿Se entiende esta locura? Están condenados por lavar 55 millones de dólares y salieron gratis, sin pagar fianza.

Lo de Alberto Samid va en el mismo sentido. Prisión domiciliaria que no cumple y encima, días libres para salir a trabajar con la excusa de mantener a sus hijos y sin embargo, posee una fortuna.

Y Julio de Vido también está en su chacra de magnate. Hasta José López, si paga una fianza abandona el penal de Ezeiza. Casi no hay presos de la cleptocracia y el latrocinio kirchnerista. Todo esto es parte del asalto a la justicia. Todavía no han logrado ponerla de rodillas en forma completa. Aún quedan jueces y fiscales independientes y honrados. Pero si el cristinismo gana las próximas elecciones y aumenta su cantidad de diputados, van a lograr poner al jefe de los fiscales que Cristina elija como esclavo.

Ese cargo, siempre fue muy importante, pero ahora, con el nuevo sistema acusatorio, pasó a ser casi más importante que un miembro de la Corte Suprema. El Procurador que elija Cristina va a tener la llave para abrir o cerrar todas las causas.

El plan de Cristina es impunidad y venganza, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Van a poner a prueba la resistencia del sistema republicano. ¿Cuál es la fortaleza de la división de poderes para soportar estos micros golpes de estado o golpes palaciegos que pueden herir de muerte al sistema democrático? Veremos.

Es imposible olvidar aquel diálogo telefónico en el que Cristina le dice a Parrilli que hay que salir a apretar jueces y él le contesta que llamará a Martin. Martín, es Juan Martín Mena, el que hoy realmente manda en el ministerio de Justicia.

Cristina sostiene que es una perseguida política por los magistrados, el poder económico concentrado y los medios de comunicación. Una mentira absoluta que repiten los militantes contra viento y marea. Cristina tiene 8 procesamientos y juicios orales porque fue claramente la jefa de la asociación ilícita que saqueó al estado como nunca había ocurrido en la historia democrática. Por eso es tan difícil salvarla de la cárcel. Porque hay cientos de pruebas, indicios y testimonios de arrepentidos que contaron con lujo de detalles el plan sistemático de enriquecimiento colosal que llevaron adelante los K.

Cristina necesita cortarle la cabeza a la Corte, al fiscal Carlos Stornelli, a su jefe Eduardo Casal, al doctor Gustavo Hornos y siguen las firmas, entre los que ella considera enemigos.

El diputado Álvaro de Lamadrid, que conoce al ladri feudalismo desde la cuna en Santa Cruz, encontró la metáfora justa: “Hay que impedir que Cristina se convierta en la justicia. O hay Cristina o hay justicia”. Todos los días se comen una pieza del ajedrez de los tribunales. Es un plan sistemático de copamiento de la justicia que se está cumpliendo con una disciplina castrense. Avanzan a paso redoblado y tambor batiente.

Que suenen las alarmas institucionales. Un nuevo régimen se está consolidando en la Argentina a la vista de todos. Algunos lo llaman cristinato. Otros, le dicen monarquía absolutista. Hay quienes lo definen como tiranía ladri progresista, autocracia o nacional

populismo. Ojalá la democracia no se transforme en una democradura.

Cristina se quiere convertir en la justicia. Se imagina en un pedestal, hecha de granito, espiando por debajo de la venda, con la balanza desequilibrada y la espada afilada. Así nos va.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre.