Alberto le entregó el bastón presidencial a Cristina

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Argentina atraviesa el peor momento del peor gobierno de la historia democrática. En medio de un tsunami de pésimas noticias, Alberto Fernández le entregó el bastón presidencial a Cristina. De los atributos de mando, a Alberto solo le queda la banda. No hubo un acto protocolar de traspaso, pero en los últimos días, fue tan profunda la humillación a la que lo sometió Cristina que le arrancó parte de la investidura presidencial. Este es el saldo más inquietante que deja la pelea pornográfica, irresponsable y a cielo abierto entre los integrantes de la fórmula.

Alberto cedió el bastón de mando y aceptó quedarse con la última palabra: “Si Cristina”. Esto coloca al país ante un abismo institucional de máxima gravedad.

Cristina lo retó delante de  millones de televidentes, le ordenó que utilizara la lapicera que ella le regaló, frunció el ceño como diciendo: “Otra vez, lo mismo”, cuando Alberto citó a Spinetta y finalmente en dos minutos, le cortó la cabeza a Matías Kulfas, tal vez el ministro de mayor amistad con Alberto.

Hubo coincidencia entre los columnistas de los diarios.

Martín Rodríguez Yebra escribió en La Nación que “Alberto usó la lapicera contra sí mismo y ejecutó sin piedad a Kulfas “(…) y agregó que los funcionarios “no solamente huyen del lado de Alberto sino que se dedican a insultarlo gratuitamente, como quien zamarrea un puching ball”.

Joaquín Morales Solá, tituló su editorial:

 “La última rendición del Presidente” y destacó que Cristina, con un tuit le volteó a uno de sus ministros más cercanos”.

Eduardo Van der Kooy en Clarín, se hizo una pregunta que hace correr frío por la espalda: “¿Se puede llegar así al 2023”, en referencia a lo que definió como un presidente “vacío de poder”.

Laura Di Marco directamente definió a Alberto como “un hombre golpeado”.

La ironía del dibujo de Nik fue demoledora: aparece Cristina, con su corona de reina en la cabeza, que hace sonar la campanita y dice: “Ay, no Alberto… te pedí que uses la lapicera, no la pizzera…”, frente a un presidente vestido con el uniforme de empleada doméstica que le trae la fuente con las pizzas y un delantal que dice “Pido diskulfas”. Gaturro, como no podría ser de otra manera, se oculta debajo de la mesa, como la mayoría de los argentinos.

La tragicomedia a la que nos someten desde el poder tuvo la frutilla del postre con el dictador de Nicolás Maduro. Con un retrato a sus espaldas de Nicolás Maduro dijo que tuvo conversaciones de “buena energía con un compañero como Alberto Fernández que quiere ayudar a Venezuela”. Tal vez Maduro se arrepienta de decir que Alberto “es un hombre valiente y que defiende lo que cree”.

Maduro no debería estar tan confiado. Si Alberto no pudo defender a Kulfas, difícilmente pueda representar con éxito a tres dictaduras en la Cumbre de los Estados Unidos. Y si no que le pregunten a su equipo más amigo que fue entregando uno por uno: Marcela Losardo, Nicolás Trotta, Juan Pablo Biondi y ahora Kulfas. Martín Guzmán debería poner sus barbas a remojar.

El peronismo que gobierna tiembla por falta de conducción, de rumbo y de solucione. Observan a un Alberto que no tiene uñas de guitarrero aunque le guste despuntar el vicio de la música con el mismísmo Kulfas.

Nadie cree que el desembarco de Daniel Scioli solucione ninguno de las malas praxis y fracasos que exhibe este gobierno. “Tiene un doctorado en humillaciones”, dijo el senador Luis Juez en referencia al maltrato serial que sufrió por parte del matrimonio Kirchner.

Graciela Ocaña y Waldo Wolff apuntaron en forma certera contra la revelación que hizo Kulfas. En sus insólitos mensajes en off aseguró que los muchachos de La Campora fueron los culpables de hacer una licitación a medida de la empresa Techint. Ocaña y Wolff presentaron una denuncia contra el camporista Agustín Geréz, presidente de la empresa responsable de construir el gasoducto, nunca mejor llamado Presidente Néstor Kirchner. Podríamos parafrasear a Evita y a Carlos Rosenkrantz. En los gobiernos kirchneristas, “donde hay una necesidad, hay un negociado”.

Los diputados de Juntos por el Cambio, piden a la justicia que investigue si se cometieron los delitos de incumplimiento de los deberes y negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública y proponen que se allanen las oficinas y que se cite a declaración testimonial, nada menos que a Martías Kulfas, Antonio Pronsato y Cristina Fernández de Kirchner.

Hoy Sergio Massa se siente y se sienta cada vez más lejos de Alberto y más cerca de Cristina, pero estudia si le conviene romper la coalición de gobierno y hacer rancho aparte. La voracidad por el poder y la irresponsabilidad desesperada que busca la impunidad de Cristina han puesto a la coalición de gobierno al borde de la implosión. Y si no hay coalición de gobierno. No hay gobierno. Por eso la metáfora de que Alberto ya le entregó el bastón de mando a Cristina puede ayudar a entender la hecatombe que se viene. Cristina lo hizo. Y no fue magia.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio MItre