La patria demandó a Boudou

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En el caso de Dios, no estamos seguros. Pero la patria, si demandó a Boudou, como él había pedido en su juramento.

El caso Boudou demuestra, en toda su dimensión, la degradación moral que produce el fanatismo. Es una ceguera ideológica que no les permite distinguir a un delincuente de una persona honesta. Amado Boudou es el símbolo de lo peor del cristinismo y de lo peor de la Argentina. No hay ninguna duda de que se trata de un malandra, de un ladrón de estado. No es una opinión de un periodista independiente o de un dirigente opositor. Es la conclusión por unanimidad a la que llegó la Corte Suprema de Justicia. Y estamos hablando de una Corte en la que hace mucho que no votan los 5 juntos la misma decisión. Casi no se ponen de acuerdo en nada. Pero en algo están absolutamente de acuerdo: en que Boudou es un corrupto. Que cobró coimas y que se apropió con maniobras ilícitas de la fábrica de hacer billetes.

Pero como si la unanimidad de la Corte no alcanzara, hubo en total 15 jueces que tuvieron en sus manos la causa y que resolvieron lo mismo. Cuatro instancias dijeron que Boudou era un delincuente. Es un record histórico. Es ínfima la cantidad de casos que llegan a la Corte y mucho menos si se trata de un ex vicepresidente de la Nación. Todos ratificaron la condena a 5 años y 10 meses de prisión con inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. Y sin embargo, Boudou está en su elegante complejo de lofts en Barracas, disfrutando de la vida en familia con una tobillera electrónica y una pensión vitalicia de 420 mil pesos mensuales. ¿Alguien que no puede ejercer cargos públicos de por vida, debe cobrar una pensión por su tarea en el estado pese a que utilizó ese lugar para robar? ¿Eso es justicia? Ya entró y salió tres veces de la cárcel. Pero esta vez parece que se queda en su casa. Por lo menos por ahora, hasta que en enero se vaya el juez Daniel Obligado. Estamos hablando de un brutal cachetazo a la inmensa mayoría de los argentinos que son decentes, que trabajan con esfuerzo, que pagan fortunas de impuestos y que no pueden creer que Boudou no vuelva al penal de Ezeiza de donde nunca debió haber salido.

Pero la degradación moral no es solamente de Boudou. Muchos dirigentes de su espacio político salieron a poner las manos en el fuego por él. La complicidad de todo un gobierno es un ataque anti democrático a la justicia. Es una  brutal presión sobre uno de los poderes del estado republicano. Por el lugar que ocupa, el más grave fue el de  Santiago Cafiero. Es el jefe de gabinete y el alter ego del presidente Fernández con el que comparten la misma fragilidad gelatinosa, intelectual y política. Cafiero III dijo que le han pisoteado los derechos a Boudou y que el proceso por el que fue recontra condenado “está plagado de irregularidades y arbitrariedades”. No lo dijo pero seguramente comparte la iniciativa que Boudou propuso por radio: “declarar la nulidad de todos los juicios del lawfare”. Se trata de una intolerable violación de la independencia de otro poder. Está clarísimo aunque no les importe. Pregunta: ¿Quién decide que causas hay que anular? ¿Quién dice cuales causas son de Lawfare en el caso que existiera ese invento de Cristina y el Papa? ¿Proponen que los propios acusados y condenados sean lo que dinamiten los expedientes y hagan borrón y cuenta nueva? ¿Solo porque ellos lo dicen? Se convertirían en delincuentes y jueces de sí mismos. Eso solo ocurre en las dictaduras como la chavista o en las viejas monarquías. Por ese camino se llevan puesto el sistema democrático.

Otra consulta. Cafiero y Boudou, ¿conocen que opinaba el presidente Fernández de todo esto antes del pacto espurio que firmó con Cristina? Conviene recordarlo como otro símbolo de la implosión de la ética que padeció Alberto. En su columna del diario “La Nación” del 30 de mayo de 2014, titulada “Game Over”, hay un respaldo absoluto a la  justicia y una crítica severa a Boudou que recién había sido llamado a indagatoria. El actual presidente escribió que “Todas las excusas dadas por él hasta aquí se han ido desvaneciendo con la misma velocidad con la que el agua se escapa entre los dedos. Boudou ya no tiene coartadas. Los argentinos saben cuánto ha mentido en su alocada carrera por escapar de los hechos que se le atribuyen”.

En otro párrafo que tiene una impresionante actualidad, Alberto dice: “Fue sorprendente escuchar las voces del oficialismo que avalaron sus dichos y lo exculparon del hecho que se le atribuye. Tan fuerte fue la defensa organizada desde el poder, que hasta una ley de la Nación, impulsada por la mismísima presidenta, acabó por expropiar la empresa Ciccone para hacer más compleja la investigación de la maniobra… Tratando de preservarlo, Cristina no dudó en involucrar al parlamento argentino en el más grave encubrimiento que se recuerda: la expropiación de Ciccone”.

Este texto es demoledor. Parece escrito esta mañana y sin embargo fue redactado hace apenas 6 años por el actual presidente. Eran los tiempos en que el poderoso Boudou, con el aval de Cristina, también se llevó puesto al procurador, Esteban Righi, amigo de Alberto. Preguntas para Santiago Cafiero: ¿Por qué, por única vez en la historia, nadie reclamó la indemnización por la estatización de Ciccone? ¿El Bebe Righi, también pisoteó los derechos de Boudou? ¿Righi, quien fue ministro de Cámpora y de gran prestigio profesional, también fue parte del Lawfare en asociación con oligarcas y medios de comunicación?

No pueden ser tan negadores. No pueden humillar tanto a las personas diciendo que lo evidente no existe. Pero como si esto fuera poco, Alberto Fernández, en su momento, lo dijo sin pelos en la lengua en televisión: “Cristina deja dos máculas indudables: haber hecho dictar dos leyes para protegerse personalmente de los delitos cometidos con el encubrimiento a Boudou, estatizando Ciccone y con haber hecho aprobar el tratado con Irán”.

Más clarito imposible. Pero ¿Cuál es la verdad? Que Amado no es tan amado. Nadie lo quiere demasiado y muchos le avisaron que por su origen en la cuna de Alvaro Alsogaray, era el único que iba a ir preso, igual que María Julia en su momento. No los une el amor, pero todos salen a respaldar a Boudou por el espanto que le produce la posibilidad de que Cristina tenga el mismo destino de cárcel. Si el vice va preso y es condenado en todas las instancias quiere decir que Cristina tiene menos impunidad y menos protección. Eso es lo que le preocupa. Por eso Cristina no habla, pero manda a hablar a su tropa. La presión es sobre la Corte, sobre los jueces y también sobre Alberto Fernández. Graciana Peñafort, la asesora de Cristina en el senado y abogada de Boudou, fue bien explícita:” En un año no cambiamos la matriz de la justicia. El Lawfare no se desactiva ganando elecciones”. Traducido eso significa: Dale Alberto, no seas tímido, destruí la justicia lo antes posible y construyamos otra, según nuestras necesidades. Eso es lo que piensa Cristina. Que Boudou está en el umbral de la cárcel por culpa de la falta de acción y voluntad de Alberto. Boudou también lo dijo: “Ningún mamarracho jurídico sobre Cristina, se solucionó. Vamos muy atrás en el tema justicia”. Le faltó agregar: “Dale Alberto, ponéte las pilas o te vamos a llevar puesto a vos también”.

Máximo también calla y otorga. “Siempre con Amado”, tuiteó el Cuervo Larroque y las redes le retrucaron que no lo abandonara y fuera al calabozo con él. Chicanas de tuiteros. Kicillof aportó tres definiciones y ninguna verdad: “Causas armadas, testigos falsos, sentencias truchas”. El camarista Juan Ramos Padilla llegó al delirio de proponer un juicio político a la Corte Suprema y Oscar Parrilli dijo que el máximo tribunal “tiene una escandalosa asociación con el macrismo”.

En la solicitada que publicó Página 12 firmaron el dueño del diario y del grupo de medios, Víctor Santa María y Eugenio Zaffaroni, la materia gris de los atropellos judiciales de Cristina. “Con Lawfare no hay democracia”, titularon. Y es un anticipo del nuevo orden chavista y cleptocrático que quieren instaurar. Firman otros dirigentes con la imagen negativa por las nubes como Pablo Moyano, Leopoldo Moraeu, Fernando Esteche, Diana Conti y Carlos Heller, entre otros, además de la Agrupación La Cámpora y actores militantes como Arturo Bonín y Luisa Kuliok.

Pero el colmo de la hipocresía es la marcha y acampe por la liberación de todos los presos políticos como Julio de Vido, Milagro Sala, Boudou, el corrupto confeso Ricardo Jaime y otros jefes mafiosos como el Pata Medina o el Caballo Suárez. Todos millonarios con el dinero ajeno. “Son patriotas perseguidos”, dicen con la cara de piedra. “Si tocan a uno, nos tocan a todos. Las cárceles no son para los compañeros”, agregan. Y ensucian una frase sagrada, apelando al Nunca Más. Vacían de contenido algo muy profundo para la recuperación de la democracia. Hay afiches que lo certifican.

Boudou fue condenado en 4 instancias, por 15 jueces y hasta por la Corte Suprema y con todas las garantías. ¿Volverá a la cárcel? Veremos. Insisto con la idea de que no les preocupa Boudou al que tirarían a los leones con toda tranquilidad. Les preocupa que las balas piquen tan cerca de Cristina.

Laura Alonso, la ex titular de la Oficina Anticorrupción lo definió en pocos caracteres: “defender al punga, porque le hace jaque a la dama”. En los diccionarios del lunfardo el punga: es el ladrón que saca objetos de los bolsillos de las víctimas. En el lenguaje del hampa en Córdoba, dicen que te “bolsiquea”. Es un ladrón de poca monta, comparado con los jefes como Néstor y Cristina. Pero es un ladrón. Eso es Boudou, el atorrante vivillo del ladriprogesismo. Y por eso arde la ciudad…

Por Alfredo Leuco, columna editorial de Le Doy Mi Palabra por Radio Mitre.