La oligarquía sindical

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La oligarquía sindical es uno de los problemas más graves que deberá afrontar el próximo gobierno. El cruce de hoy, entre Hugo Moyano y Mauricio Macri lo certifica. El ex presidente dijo que “Argentina es un país en el que Pablo Moyano aprieta al que quiere”.

Una verdad irrefutable. Pero el capo del clan, Hugo Moyano salió con los tapones de punta a descalificar a  Macri al que llamó “descerebrado” que dice “disparates”.

Pablo, conocido como “El Salvaje”, había amenazado con desatar una verdadera guerra callejera si “la derecha viene por los derechos de los trabajadores”. En realidad el objetivo no son los derechos de los trabajadores si no los privilegios de la burocracia sindical, una corporación que no rinde cuentas, que no muestra sus declaraciones juradas y que está sentada casi en forma vitalicia en el sillón de comando de los gremios.

Macri lo padeció y sabe que la oposición si gana en el 2023 lo va a padecer. Por eso redobló la apuesta al decir que “es un poder mafioso que atropella a las empresas”

Macri dijo que Moyano vive fuera de la ley y que por eso nadie quiere invertir en este país. Recuerdo que Jorge Lanata reveló que la familia Moyano acaba de ser aceptada en el country “Abril”, uno de los más sofisticados y caros de la Argentina donde habitan importantes empresarios. Las 312 hectáreas, en su momento, pertenecieron a Higinio Pereyra Iraola.

Hugo Moyano dijo ser consciente que si Macri vuelve al poder, lo primera que va a hacer es intentar meterlo preso.

El colega Joaquín Morales Solá, en su columna de hoy, en el diario La Nación, hizo una radiografía impecable: “Los Moyano son un problema aparte del país en el presente y en el futuro. Cultivan métodos violentos y patoteros. Se sienten dueños del conflicto laboral y hacen negocios con las dos manos mientras predican consignas políticas obsoletas. Hablan el idioma de la izquierda, pero no se olvidan de los beneficios del capitalismo propio.”

No quiero generalizar porque el que generaliza discrimina, pero la gran mayoría de los gremialistas argentinos son millonarios y viven como tal mientras dicen representar a trabajadores pobres.

Eso no ocurre casi en ningún otro país. En Uruguay o Chile, por ejemplo, los dirigentes sindicales son combativos y clasistas en algunos casos, pero viven como dicen y como la mayoría de sus representados. No andan en autos de alta gama, como el AUDI de 120 mil dólares de Andrés Rodriguez, líder del personal civil de la Nación.

No se esconden detrás de vidrios polarizados y matones como guardaespaldas. Insisto, no digo todos, porque conozco dirigentes honestos que pelean por los derechos laborales, pero una mayoría se comporta como monarcas que se transforman en capos eternos de los gremios, casi en forma vitalicia. Utilizan listas únicas en las elecciones. No permiten que haya oposición ni alternativas. Hay casos para  el record Guinness, como el de Armando Cavallieri. Tiene 88 años y acaba de entrar en su décimo período. Maneja al gremio de empleados de comercio hace 36 años.

Manejan fortunas de las Obras Sociales y son verdaderos magnates. No pueden explicar su fortuna. Y dinamitan cualquier tipo de progreso y aumento del empleo con sus abusos, bloqueos y tozuda oposición a reformas laborales que permitan incorporar a más trabajadores o blanquear a los 5.400.000 laburantes que están en negro. Otro record nefasto. Son trabajadores que no tienen obra social ni ningún beneficio laboral. Pero a la crema de los burócratas y jerarcas sindicales, no les interesa. Están los Baradel que apuestan a trabajar lo menos posible, a llenar de paros el calendario escolar y a perjudicar la educación pública aunque se llenen la boca diciendo lo contrario.

cuando los trabajadores tienen también otras pertenencias partidarias o no tienen ninguna. Pero ellos cantan la marchita en todos los actos, levantan sus dedos en “ve”, exigen cajas millonarias y puestos en el estado o en el Congreso. Son voraces, no tienen límites. Igual que los Kirchner tienen voracidad por el poder y el dinero. Son la parte mafiosa de los graves problemas que tenemos. Son la nueva oligarquía.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre