Con los Moyano, hay mafia para rato

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En noviembre del año pasado se produjo un cruce de declaraciones de guerra que hoy conviene tener muy en cuenta.Pablo Moyano dijo que si vuelven al gobierno Patricia Bullrich y el macrismo, “vamos a ser los primeros en salir a la calle. No vamos a permitir que toquen un derecho de los trabajadores.” Patricia Bullrich, enemiga íntima e histórica de los jerarcas camioneros, le contestó con firmeza: “Conmigo los aprietes, no van. En mi gobierno, si violas la ley, vas preso”

Este choque tiene gran actualidad porque el próximo 25 de setiembre, Hugo Moyano será reelecto por novena vez como capo máximo del sindicato de Camioneros. El poderoso y peligroso clan Moyano se asegura el triunfo en las elecciones porque hay lista única. Nadie se atreve a enfrentar en las urnas a esta dinastía mafiosa que va a manejar al gremio hasta el año 2027. Pablo Moyano será el lugarteniente de su padre que tiene 79 años. Será el secretario adjunto. Están peleados por el rol decisivo que juega Liliana Zulet, la actual esposa de Hugo, pero a la hora de prepararse para atacar al próximo gobierno se mantienen unidos. Si el próximo gobierno no es peronista/ kirchnerista deberá prepararse para la resistencia dañina y activa de los camioneros en la calle. Tienen y tendrán un gran poder para bloquear empresas, cortar calles y rutas y para patotear a empresarios con sus exigencias de coimas. Hugo y Pablo se miran con recelo y están enojados pero no comen vidrio. A la hora de defender sus negocios, sus intereses y su enriquecimiento se mantienen unidos. Así son más fuertes para sabotear al próximo gobierno si llega a ser de Juntos por el Cambio y para mantener la impunidad frente a los delitos que han cometido.

Sin embargo, cruje la relación entre los sindicalistas más combativos y amenazantes de la Argentina. La grieta principal es entre el jefe máximo, Hugo Moyano y su hijo mayor, Pablo, apodado “El salvaje” por razones obvias.

En la superficie aparece una confrontación por posicionamientos políticos. El padre estaba más cerca de Massa y Alberto y el hijo, más cerca de Máximo y La Cámpora. Pero, la semana pasada, en el acto de la CGT, Sergio Massa se abrazó al padre y al hijo y logró el respaldo de ambos a su candidatura.

 El dato más novedoso que publicó el periodista Mariano Martín en Ámbito Financiero, fue la renuncia de Pablo a varios cargos importantes dentro del sindicato de camioneros y “otras organizaciones satélites”.

Asegura que esto provocó alarma entre los afiliados al gremio y potenció un rumor que aseguraba que Pablo no se presentaría en las próximas elecciones. Pablo abandonó la titularidad de la empresa aseguradora. También la de la asociación que nuclea a los transportistas propietarios y lo más importante, dejó la obra social que es controlada por una empresa llamada Iarai. Y todo parece indicar que en este lugar está el centro del conflicto. La obra social tiene serias dificultades económicas. La diputada Graciela Ocaña asegura que está fundida o casi. Pero la empresa que la gerencia tiene ganancias millonarias. Esa empresa es dirigida por los hijos de Liliana Zulet, la actual esposa de Hugo Moyano.

Dicen que hay cuestiones muy extrañas. Manejos sospechosos. Negociados groseros. Nadie descarta vaciamiento y corrupción aunque Hugo mire para otro lado. Al parecer, Pablo se cansó de eso y renunció.

Como si esto fuera poco, Facundo Moyano en una entrevista radial confesó que habla con Hugo, su padre, pero no con Pablo. No obstante, en su momento, el sindicalista del peaje fue muy duro con la pasividad de la CGT frente a la catástrofe social y aseguró que este “no es un gobierno peronista”. Sus argumentos fueron a buscar los orígenes de varios de los principales dirigentes: “Axel Kicillof viene del marxismo o de la izquierda. Alberto dice que es socialdemócrata. Los orígenes de Sergio no son peronistas. Sin decirlo hizo referencia a su formación en el liberalismo de los Alsogaray. Cecilia Moreau viene del radicalismo y lo más duro, Máximo llegó a donde llegó gracias a su apellido.”

Hace unos meses, Hugo, Facundo y Jerónimo, el más chico de la dinastía, participaron del lanzamiento de la rama juvenil del sindicato de peajes. Pablo, obviamente, no fue.

Pablo, fanático de las miradas conspirativas llegó a decir que “cree que la CGT y Juntos por el Cambio” hicieron un pacto para meterlo preso. Acusa a Héctor Daer y a Carlos Acuña de no haber sido lo suficientemente críticos con el gobierno de Mauricio Macri. No lo dice públicamente, pero también se refiere a su padre Hugo que hasta llegó a inaugurar un monumento a Perón con el ex presidente.

Hoy la Argentina tiene tantas peleas y divisiones que se asemeja a un espejo roto en mil pedazos.

Pablo es el patrón del mal. Nadie lo puede parar. Ni sus propios compañeros de la CGT, que le tienen pánico. Ni su padre que apenas murmura: “Ya saben cómo es Pablo”.

Moyano hijo tal vez sea en sí mismo una síntesis de lo peor de la Argentina. Lo dicen las encuestas. No trabajó nunca de camionero y es el heredero del gremio de su padre. Su lenguaje está cargado de pólvora y amenazas. Su metodología es la patota y la extorsión de los bloqueos que han fundido cientos de Pymes. No pueden explicar su fortuna.

Nunca hicieron una licitación. Hugo Moyano se daba el lujo de decir a cara descubierta que no querían perder tiempo con compulsas de precios porque la empresa de su esposa siempre era la más barata.

Hay que recordar que el presidente decorativo de la Nación, llegó a elogiar a Hugo Moyano como un modelo de sindicalismo ejemplar y hasta se dirigió a sus hijos para instarlos a que siguieran el ejemplo de su padre.

Los Moyano fueron a Independiente y lo quebraron económica, futbolística y culturalmente. Fueron cómplices de las barras bravas en negociados corruptos que todavía tienen que explicar ante la justicia.

El país está estallado en mil pedazos. Con cortes y movilizaciones diarias, con inflación galopante que erosiona el salario y el poder adquisitivo, con cierre de empresas que están en la lona, con más desocupación y pobreza. Pero lo más grave es que convirtieron a la  Argentina en una tierra de nadie. Sin seguridad y sin liderazgos. Solamente “los Moyano” hacen lo que quieren. Y, así nos va.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre