Andahazi: “Vacunas, negocios y urgencias”

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En este momento, en medio de una pandemia, resulta fundamental abrir bien los ojos. La urgencia por alcanzar una vacuna podría esconder multimillonarios negociados de tantos gobiernos corruptos alrededor del mundo.

La tradición argentina, no ya con las vacunas sino con la corrupción, nos obliga a estar más atentos que nunca. Ya sabemos que cuando de negocios opacos se trata, las administraciones kirchneristas corren más rápido que los virus.

Por un lado, tenemos la festejada vacuna que AstraZeneca y la Universidad de Oxford producirán en la Argentina. Se trata de un desarrollo novedoso que trabaja sobre un virus respiratorio de chimpancés.

Este virus transporta información sobre el covid19 que ingresa en el organismo humano y le entrega los datos necesarios para defenderse de una futura infección. Ya hay científicos que alertaron sobre esta manipulación de ADN, “no ha pasado el tiempo suficiente para que sepamos si puede generar algún efecto adverso”, sostienen.

Casi como ilustrando esta preocupación, AstraZeneca trabaja en la producción con Estados Nacionales, en México y Argentina. Los Estados aparecen vinculados a este laboratorio privado, y a la universidad también privada de Oxford. Pero aquí viene el deslinde hacia el Estado.

Ruud Dobber, vicepresidente de AstraZeneca dice que la empresa no asumirá la responsabilidad si su vacuna genera efectos secundarios dentro de cuatro años; es decir, serán los Estados quienes asumirán ese riesgo penal.

A priori, parece avecinarse un escándalo: el precio de la vacuna china de SinoPharm, que también hará la fase 3 en Argentina, será 5 mil por ciento mayor a la de Astra Zeneca: 3 o 4 dólares del laboratorio europeo contra 145 de los chinos.

Pero además, este laboratorio no es de cualquier lugar de China; es de Wuhan, exactamente la ciudad de la que salió el virus. Podrá argumentarse que la vacuna china trabaja con virus atenuados, como las vacunas clásicas, y que esa tecnología es más cara.

Ahora bien, ¿es razonable que de la misma ciudad de donde salió el covid 19 haya salido la vacuna que le representará un negocio de casi 40 mil millones de dólares anuales?

Ayer Ginés acusó a su antecesor en el Ministerio de salud, el Dr. Rubinstein, de haber abandonado millones de dosis de vacunas antigripales en un frigorífico de Constitución. Dicho de esa forma y en este contexto queda clara la estrategia de ensuciar al gobierno anterior y quedar como el paladín del cuidado de la salud de los argentinos.

Pero el verdadero escándalo es otro: la sobrecompra de vacunas se inició en 2010; desde esa fecha y cuando aún gobernaba Cristina Kirchner se compraron más de 30 millones de vacunas que no se utilizaron. Tal como venimos viendo la historia de la Argentina es antigua, quizás tanto como la corrupción.

Ayer nos quedamos en el siglo 19, cuando Rivadavia intentaba infructuosamente dotar al país de una infraestructura moderna para dar pelea contra la viruela, la muerte del recién nacido y la madre y para mejorar la salud de la población en general.

Como sabemos las guerras generan muchísimas muertes de hombres jóvenes en la plenitud de su vida, pero otro factor importantísimo de mortalidad en las batallas son las enfermedades infectocontagiosas. Las trincheras, las nulas condiciones de higiene, los hospitales de campaña, todo atenta contra la salud.

La Guerra de la Triple Alianza en 1864 fue en ese sentido, una carnicería. El ingeniero inglés Thompson dejó asentado en sus memorias que 30 mil paraguayos murieron al empezar el reclutamiento, ¿quién los asesinó? La diarrea, la viruela y el sarampión.

Cuando tomaron contacto con los ejércitos de Corrientes las enfermedades pasaban de allá para acá y de acá para allá: el resultado fue espantoso, la población resultó diezmada.

A esa tragedia le siguieron otras: la fiebre amarilla de 1871, la epidemia del cólera de 1868, y su siguiente brote en 1886. ¿Cómo abordar la salud pública?

El desafío era enorme, estamos hablando del siglo 19, de un territorio con escasos recursos sanitarios y una población pequeña, de menos de 2 millones de habitantes y aún mayoritariamente analfabeta.

La semana que viene vamos a seguir hablando del pasado y del presente, de los desafíos de ayer y de los actuales, mientras tanto, atención: que el barbijo no nos tape los ojos.