Brandoni contagia esperanza

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El martes, en mi programa de TN, Luis Brandoni confesó un dolor que lleva en el alma. Quise saber que sentía frente a esas despreciables declaraciones de Ricardito Alfonsín. El embajador de Cristina en España, dijo que el banderazo patriótico había sido una expresión de la derecha que solo cree que hay democracia cuando se practican políticas neoliberales. Brandoni respiró profundo y dijo que nunca quiso criticar en público al hijo de su admirado padre refundador de la democracia. Pero que esta vez se había pasado de la raya y que le daba mucha pena su postura. 

Brandoni, con 80 años recién cumplidos, se mueve como un joven apasionado en defender los principales valores de la democracia y la libertad. Le pone el cuerpo y la cara a las convocatorias. No se vende ni se calla. Tiene convicciones profundas, y unos huevos del tamaño del Congreso de la Nación. Porque esa actitud, le ha multiplicado el amor de las multitudes pero, simultáneamente, el odio de los fanáticos. Con tristeza, confesó que esta fractura social expuesta le hizo perder amigos de toda la vida. A todos nos pasa lo mismo. Y encima, salieron a castigarlo, algunos personajes que no están a su altura ética ni profesional.

Un muchachito aprendiz de político llamado Carlos Bianco fue feroz. El jefe de gabinete de Axel Kicillof, en lugar de gestionar mejor la provincia, que desborda de contagios del virus, de robos y asesinatos incluso de la policía a su cargo, intentó burlarse de Brandoni diciendo que terminaba su carrera política, abrazado a un flota-flota. Es el mecanismo que utilizó Brandoni para marchar y armar una especie de corralito que mantenía la distancia social, como corresponde. Bianco, que solamente acusa peso en la balanza de La Cámpora y todavía no jugó nunca en primera, tal vez no sabe que Brandoni contagia esperanza y está abrazo a millones de argentinos que lo consideran un verdadero héroe social. Porque enarbola sus convicciones y no tiene un gramo de especulación. Su protagonismo no tiene ningún interés personal. Podría quedarse en su casa a disfrutar las mieles del éxito que tuvo y tiene en todos los planos. Pero elige ser más ciudadano que nunca y comprometerse por sus ideales aunque eso no le traiga ningún beneficio personal.

Beto Brandoni, a esta altura, es un prócer de la cultura y la libertad. Es un canto a la honradez republicana y a la democracia. Y por supuesto, es uno de los más grandes actores argentinos de todos los tiempos. Ya está en imprenta un libro con sus memorias. Quiere transmitir sus experiencias que son riquísimas desde el plano actoral y desde su militancia histórica en el radicalismo. El libro se titula “Antes de que se me olvide” y tiene dos prólogos, de dos gigantes del cine, la tele y el teatro: Sergio Renán, quien dirigió “La tregua”, la primera película argentina nominada como mejor extranjera para un premio Oscar y Juan José Campanella, que con “El secreto de sus ojos” ganó el Oscar. Como la primera parte del libro se escribió hace varios años, Renán pudo escribir ese texto antes de morir en el 2015.

Beto está esperando que termine el infierno de la pandemia porque tiene tres proyectos que lo apasionan. Que salga el libro a la calle, de una vez por todas, la fiesta de su cumpleaños que tenía preparada en el Club Alemán para lo cual ya había pagado un anticipo del 50% y el estreno de “El acompañamiento”. Tenían todo listo y se vino la cuarentena. La escenografía y los ensayos que funcionaron como relojitos. “El acompañamiento” no es cualquier obra. Es una genialidad de Carlos Gorostiza que subió a escena como un grito de gran resistencia a la dictadura en “Teatro Abierto”. Gorostiza fue el primer secretario de cultura de Alfonsín cuando recuperamos la democracia.

Pero es muy difícil olvidar a Parque Lezama. Es un ejemplo de exportación no tradicional. Son contenidos nacionales de la industria cultural llevados al exterior con un éxito tremendo. Eso es trabajo argentino, creatividad y valor agregado. El debut de la obra de Juan José Campanella en el teatro “El Fígaro” de Madrid dejó a todos los espectadores de pie, devolviendo una ovación de agradecimiento a los actores y a todos los que hicieron posible esta maravilla que, en Argentina, tuvo 800 representaciones. 

Luis Brandoni sobre las tablas se transforma en un manual del que cualquier actor puede aprender. Su personaje de León Schwartz, que dice haber sido del Partido Comunista en su juventud, es un compendio de frases dichas en los momentos justos, de gestos mínimos pero que lo dicen todo y de inflexiones que nos conmueven desde las lágrimas hasta la risa. 

Brandoni celebra porque dice que su actividad, es una de las pocas artesanales que quedan. El teatro se hace igual que hace 3.000 años y todavía no se inventó un botón o una inyección que les ayude a aprender la letra y los movimientos en la escena. Pero el rol que jugó Beto en este último banderazo y en aquella multitudinaria y esperanzada marcha del 24-A, también lo colocó en un lugar de referencia. Brandoni, ya fue distinguido como ciudadano ilustre de la ciudad y la provincia hace tiempo. Pero creo que se ganó largamente la condición de ciudadano ilustre de la República y la democracia. Y no lo digo solamente por esos videos que con su emoción, ayudó a movilizar a tantos argentinos preocupados el avance de la cleptocracia y el chavismo K. Lo digo por su trayectoria impecable como Actor de la Nación, como dirigente sindical valiente y perseguido por la dictadura y como ex diputado del radicalismo que hizo honor a la honradez de presidentes como don Arturo Illia o Raúl Alfonsín.

Adalberto Luis Brandoni nació en el Dock Sud, en el empedrado y con los sonidos de bandoneón arrabalero de los conventillos. Por eso es tan tanguero y miembro de la Academia del Lunfardo.

El destino le puso dos marcas que luego tomaron vida. Su casa estaba en la calle Leandro Alem y con el tiempo, él también fue orgulloso integrante de la Unión Cívica Radical. Pero en los cines de barrio, el “Selec” y el “Eden”, se enamoró de esa pantalla gigante y dedicó su vida entera a dignificar el oficio de actor.

Arrancó con los mejores y los que hicieron de la ética una bandera: en la Comedia Nacional Argentina dirigida por Luisa Vehil. Los argentinos decentes y democráticos le debemos mucho al Beto Brandoni. Instaló para los tiempos en la memoria colectiva personajes y películas que son parte de nuestra identidad como pueblo. “Esperando la carroza”, es una película de culto que hoy se ve más que nunca a través de las redes. Todos repiten esas palabras de Antonio Musicardi, su personaje, el hijo de Mama Cora, cuando dice, falsamente compungido: “Me partieron el alma. Que miseria. ¿Sabes lo que tenían para comer? Tres empanadas… tres empanadas”. Eso dice mientras va saboreando como si nada, una de esas empanadas. Una escena memorable del grotesco criollo costumbrista de Alejandro Doria. Pero en la tele, el teatro y el cine, no hizo otra cosa que meterse en el corazón de la gente y dar cátedra con sus personajes y de ser un ejemplo de vida. No alcanza una hora para recordar sus grandes éxitos profundos y populares a la vez. Cada uno elige: La Tregua, por ejemplo. Por ese trabajo, la Triple A, lo condenó a muerte y lo obligó a exiliarse por un tiempo en México. Era una organización terrorista de ultraderecha que nació al amparo del estado peronista y de su jefe el ex ministro José López Rega. 

La Triple A criminal (Alianza Anticomunista Argentina) tuvo su contracara con la Triple A luminosa, la Asociación Argentina de Actores de la que Brandoni fue secretario general de 1974 hasta 1983. Había que tener la valentía del tamaño de la catedral cuando los fachos de López Rega y los criminales de lesa humanidad de Videla perseguían, secuestraban y asesinaban a mansalva. Brandoni fue reelecto en su gremio, incluso estando en el exilio. Y eso muestra su lealtad con sus compañeros de trabajo, su pluralismo y su valentía a prueba de balas en todo el sentido de la palabra balas.

El terrorista de estado Aníbal Gordon secuestró a Brandoni y su esposa de entonces, Martha Bianchi. Los “chuparon” como se decía en aquellos tiempos macabros. Fue llevado a “Automotores Orletti”, un campo de concentración donde fue torturado y donde salvó su vida de pura casualidad. Aunque suene increíble, durante los tiempos de cólera con K, Alejandra Darín y otros muchaches adoradores de Cristina fueron crueles en sus críticas cuando Brandoni renunció como afiliado a lo que definió como “Asociación Kirchnerista de Actores”. A un prócer que deberían reverenciar lo trataron como un traidor.

Otros compatriotas llevan en sus neuronas para siempre, obras maestras como “La Patagonia Rebelde”, “Made in Argentina”, el “Cuento de las Comadrejas” y el super éxito de “La odisea de los Giles”, dirigido por Sebastián Borensztein. ¿Quién no disfrutó con Mi Cuñado o Buscavidas? Consideró a Raúl Alfonsín como su padre político. Fue su asesor en el tema cultural y un día inolvidable, en ese carácter tuvo una charla deliciosa con Jorge Luis Borges. Jorge Miguel Couselo, Carlos Gorostiza, Sergio Renán, Manuel Antin y Santiago Kovadloff fueron los que apostaron a renovar democráticamente la cultura desde 1983. 

Hincha de River, su máxima felicidad son Florencia y Micaela, sus hijas del alma. Y sus nietas, Olivia, Catalina, Macarena y Tomás, por orden de aparición. Brandoni es un argentino inmenso y ejemplar. Brandoni no se vende ni se alquila. Se puede romper, pero no se dobla, según el testamento de Leandro Alem, justo el nombre de la calle en donde nació, en el Dock, con el corazón mirando al Sur…

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre