Ay, Patria mía, dame un presidente

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A mediados de los ’80, el peronismo, para mortificar a Raúl Alfonsín, pintó paredes y pegó afiches que decían: “Ay patria mía, dame un presidente como Alan García”. El jefe de estado peruano había declarado el no pago de la deuda externa.

Hoy, en este triste 25 de mayo, podríamos decir: “Ay patria mía, dame un presidente”. Se ha degradado tanto la figura de Alberto Fernández que este país presidencialista parece un huérfano que camina a los tumbos y se golpea con todo lo que encuentra en el camino. Alberto se incineró en el altar de Cristina y del fuego amigo que lo perforó por todos lados. No recuerdo un presidente al que sus socios políticos hayan insultado tanto. Nadie en la oposición se atrevió a decirle borracho, como le dijo Sergio Berni y a pedirle a Cristina que se lo lleve.

Ningún periodista independiente, por más implacable que fuera, fue capaz de decirle mequetrefe, okupa y enfermo como Fernanda Vallejos, la vocera extraoficial de Cristina.

No hay pancarta crítica que lo trate de insignificante, como hizo Alicia Castro, la embajadora de Putin y Maduro en la Argentina. Nadie juntó audacia como para regalarle en público una lapicera como hizo Gerardo Martínez, como una forma de decirle, asumí de una vez Alberto.

Probá con gobernar. Cristina lo sometió a la servidumbre. Lo sacó de su eje y lo quebró anímicamente al respirarle la nuca todo el tiempo como un stopper ideológico. La vice se dio el lujo de regalarle un libro que describía con minuciosidad y desde adentro la crisis que obligó a Alfonsín a no terminar su mandato. Podría estar horas aportando más ejemplos de cómo el Frente de Todos se convirtió en el Frente de Ella o en el Frente de nadie y con que ferocidad convirtieron a un presidente títere en un espantapájaros que perdió el respeto de casi todos.

Está claro que esta querida patria necesita muchas cosas pero, para empezar, necesita un presidente. Con tantas idas y vueltas, con el intento de agradar a Cristina, Alberto acaba de recibir un elogio que es un insulto para la inmensa mayoría del pueblo argentino. El narco dictador Nicolás Maduro destacó la valentía de Alberto para defender que Venezuela, Cuba y Nicaragua participen de la cumbre de las Américas que Joe Biden organiza en Los Angeles. Estados Unidos no invitó a esos gobiernos antidemocráticos que violan los derechos humanos. No quiere tiranos como Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz Canel.

Es una señal a favor de la libertad. Sin embargo Fernández, una vez más. se convirtió en abogado de esas tiranías. El elogio de Maduro, fue un abrazo del oso que le dio el chavista de Caracas que denunció “una injusta discriminación imperialista”.

Son países pisoteados por autócratas que tienen presos políticos, que torturan, que censuran y donde los mejores opositores están detenidos, muertos o exiliados.

Es humillante para la mayoría de los argentinos que un presidente que solo recibe insultos de sus propios compañeros, reciba elogios de un fascista de izquierda como Nicolás Maduro.

Por eso pienso en esa frase de  “Ay patria mía, dame un presidente”. Gustavo Lazzari, Lacha, en un tuit jugó con estas palabras y escribió: “Ay patria mía, que lo parió, dame un presidente  como Lacalle Pou”. Pero más allá de las ironías, en este 25 de mayo el sol no viene asomando. Nuestra patria está pasando por momentos muy críticos. Nadie lo puede ignorar y todos lo sufrimos. Hasta el arzobispo de Buenos Aires Mario Poli denunció “tensiones que parecen repetir crueles enfrentamientos”. Hasta Cristina habló de “momentos tan difíciles para nuestro pueblo”.

La autoestima fue cayendo y sembró desilusión. Y Alberto dice que por momentos siente que es el único que quiere sembrar esperanza. ¿Tan confundido está? ¿Le pondrá retenciones a la siembra de esperanzas? ¿O no se dá cuenta que es al revés?

Para colmo, el presidente que no preside, hoy apeló al marketing vacío de contenido. Repitió el nuevo slogan del gobierno: “que cada uno piense lo que piense, pero primero la gente”. Puro humo.

Alberto y Cristina son los grandes culpables de esta hecatombe económica inflacionaria que fabrica pobres y desocupados. Son los cómplices del aumento brutal de la inseguridad y el narcotráfico criminal.

Hoy como ayer, el pueblo quiere saber de que se trata.

No podemos permitir que los ladrones de estado, además de haber robado fortunas que pertenecían al pueblo, también nos roben los símbolos patrios.

La patria somos todos. Pese a los que convierten la patria en un Instituto donde planifican nuevos terremotos y turbulencias  institucionales de los que no creen en la democracia republicana y están con un pié afuera del sistema.

Aquel día, hace 212 años, fue el más glorioso de nuestra historia. Es que parimos la patria. Con mucho esfuerzo y sacrificio, dimos a luz como pueblo. Dejamos de ser colonia para pelear por nuestra verdadera libertad. Tal vez todavía hoy, lo estemos haciendo.

Porque ese día se formó nuestro primer gobierno patrio.

Manuel Belgrano, que fue un gran patriota de verdad, lo definió así: “La patria es el sentimiento de libertad que es capaz de transformar en héroes a los ciudadanos más simples.

Ante tanto chupamedia verticalista y culto a la personalidad, nos ayuda una frase de Mariano Moreno que para mí, es el cimiento del buen periodismo y del país en el que quiero vivir: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”.

Viva la patria.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre