Los misiles de Carrió contra Macri

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Una de las preguntas que más se escuchan en estos tiempos de cólera de Juntos por el Cambio es: ¿Qué le pasa a Lilita? Hace tiempo que viene disparando misiles contra Mauricio Macri y también, muchas veces sin nombrarla, contra Patricia Bullrich. En la entrevista más reciente llegó a decir que “el lado oscuro de Macri quiere que Juntos por el Cambio pierda”. Pero en una conferencia en el Instituto Hannah Arendt acaba de decir todo lo contrario. Que “Macri busca ganar para hacer una alianza con Milei”.

Hay una flagrante contradicción que lleva a preguntar: ¿Macri quiere perder o ganar? El ex presidente que evita la confrontación con la líder de la Coalición Cívica, apeló al humor para bajarle el tono y le contestó que se auto percibía como Batman.

Laura Alonso, la ex titular de la Oficina Anticorrupción, salió a cruzar a Carrió por las redes. Escribió que “Está llena de resentimiento. Que feo envejecer así” y que Carrió “lee el Evangelio pero no lo comprende”. Antes había posteado “Deje de mentir, señora. Mauricio Macri la superó espiritual y políticamente. Descanse”.

La acusación más grave que hizo Carrió en una charla que ella misma publicó fue cuando dijo que el espacio del PRO que lidera Macri: “busca reprimir hasta matar, si es necesario”… “aunque es solo una ilusión de orden y por eso no lo van a lograr”. Es increíble pero cierto. Más aún, dijo que este sector “en 4 meses, va a realizar un brutal ajuste contra la clase media”.

Al borde de lo tragicómico, la doctora Carrió, también la emprendió contra la falta de liderazgo de Macri para mantener coaligado (esa palabra usó) y sin rumbo al partido que fundó. Es insólito porque la comparación de los resultados entre ambos partidos deja muy mal parada a la conducción de Elisa Carrió. Su agrupación fue una fábrica de importantes dirigentes que se le fueron enojados con sus modos personalistas. Hablo de Graciela Ocaña, Margarita Stolbizer, Pablo Javkin, Fernando Iglesias, Adrián Pérez, Alfonso Prat Gay y hasta Patricia Bullrich que llego a ser diputada por ese partido y siguen las firmas. Y nunca lograron gobernar una provincia.

Le doy un dato más: la extraordinaria denuncia que impulsa Elisa Carrió en el 2008 contra la corrupción del kirchnerismo fue preparada entre otros por Paula Oliveto y lleva la firma de Patricia Bullrich y Fernando Iglesias. Cambia, todo cambia. Había que tener valentía en ese momento de euforia K.

En el caso de Macri, en pocos años gobernó dos veces la ciudad, dejó como heredero a Larreta y fue el primer presidente no peronista que entregó el poder en tiempo y forma por primera vez en 90 años. Y se fue con más de 10 millones de votos. Se le pueden criticar muchas cosas a Macri, por supuesto, pero no precisamente los logros de su partido en tan poco tiempo.

Ya le dije que la Coalición y Carrió tienen muchos méritos en su lucha contra la corrupción. Coraje y lucha contra la impunidad que nadie le puede negar. Hoy es un pequeño partido de cuadros donde se destacan Paula Oliveto, Mariana Zuvic o el Toty Flores entre otros, pero con un excesivo manejo unipersonal de las decisiones. De hecho la Coalición Cívica de Córdoba publicó un comunicado rechazando una alianza con el gobernador Juan Schiaretti como propone Larreta y apoya Carrió. Leonor Martínez Villada, lo expresó a través de un hilo de Twitter. En su corazón, el texto rechaza “cualquier intento de incluir al peronismo de Córdoba al armado nacional de JxC” porque sería desestimar “la defensa de la causa republicana”.

En otra parte de su exposición, Elisa Carrió, ya en forma más genérica y teórica, advirtió que el orden que busca dar seguridad a los habitantes, podría “ser juzgado por delitos de lesa humanidad cometidos por el estado” y que por eso “podrían ser condenados presidentes y ministros”.

Carrió siempre  tuvo el mérito de ser indomable, incorruptible, pero el pecado de ser imprevisible. Sus contradicciones y cambios abrutos la llevaron a decir que se retiraba de la política, que no iba a aspirar a ningún cargo y ahora, asegura que será candidata a presidenta y que pronto va a presentar a su compañero de fórmula, alguien de centro.

En Santa Fé denunció a Maximiliano Pullaro por vinculaciones con los narcos e hizo rancho aparte en la coalición contra Perotti y por el otro, está al lado de Martín Lousteau apoyando el ingreso de Schiaretti. Lousteau lidera Evolución, la línea interna del radicalismo a la que pertenece Pullaro, el que Lilita denunció.

La pregunta se repite, casi con afecto y preocupación. ¿Qué le pasa a Lilita?

No son nuevos sus encontronazos con Mauricio Macri. Pero en estos momentos donde el fantasma de la ruptura sobrevuela Juntos por el Cambio, las críticas agresivas adquieren otra dimensión.

A fines del 2018, recuerdo que Elisa Carrió le tiró varias granadas conceptuales a Mauricio Macri y generó un gran enojo del presidente de la Nación de entonces y los festejos de Cristina y su banda. Lilita dinamitó la relación con el jefe de estado con una seguidilla de tuits que en algunos casos parecían provenir de una dirigente opositora y no de uno de los pilares fundacionales de Cambiemos. Macri caminaba por las paredes de bronca por lo que dijo Carrió, pero más aún, por el momento en que lo dijo. Un funcionario me confesó: “estamos haciendo un esfuerzo descomunal para cambiar el clima social y Carrió no nos dejó ni siquiera terminar de festejar el gol que significó el G-20”.

Ya en esos años, Carrió criticaba a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la misma línea de lo que dijo ahora: “No vamos a ir al fascismo, es violatorio de los derechos humanos, a la ministra se le fue la mano”, fueron algunas de sus definiciones. Se refería a un protocolo de seguridad que rige en países vecinos como Uruguay o Chile.

Se puede tener toda la razón del mundo. Pero hay maneras de decirlo sin pegarse tiros en los pies. Carrió no debería darle pasto a las fieras. Ni jugar con fuego al borde del precipicio. Eso es suicida para Carrió, para Juntos por el Cambio y para todos los ciudadanos republicanos que quieren sepultar políticamente al kirchnerismo. El huracán Lilita, a veces limpia la basura, pero en otras ocasiones, destruye todo lo que se cruza en su camino.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre