Entre Cristina y Alperovich

1880

Son muchos los vínculos entre los Kirchner y los Alperovich. Ambos matrimonios fueron socios políticos para llegar al poder, mantenerse como señores feudales y enriquecerse en forma colosal. El pingüino emperador Néstor y la reina Cristina, convirtieron a Santa Cruz en una gigantesca estancia de su propiedad. El zar José y la zarina Beatriz Rojkés, hicieron lo mismo en Tucumán. Autoritarismo, corrupción de estado y atropello a la división de poderes y la libertad de expresión, fueron los pilares de semejantes construcciones antidemocráticas.

Fue tanta la empatía entre las parejas que Cristina puso a Beatriz como presidenta provisional del senado, es decir, segunda en la línea sucesoria pese a que casi no tenía trayectoria política. Pero Cristina no la eligió por estadista. Buscó lealtad y complicidad.

Fue tanta la información calificada que compartieron Néstor y José que, ambos aprovecharon para comprar dos millones de dólares, unas horas antes de que el billete norteamericano pegara un salto monumental. Fue en octubre de 2008, en medio de los terremotos que producía la caída de Lehman Brothers y la estatización de las AFJP. Alperovich lo hizo a través de su padre León, Hugo Moyano no se perdió esa oportunidad y Néstor los compró a su nombre. Ganancias extraordinarias en una abrir y cerrar de ojos. ¿Astucia para los negocios o tráfico de influencias?
La codicia y la voracidad por el dinero ajeno, también unió a los Kirchner y los Alperovich. Ambas familias solían utilizar los aviones de la provincia para cuestiones personales.

Hoy Cristina y el senador José Alperovich están unidos por otras cuestiones muy inquietantes que hablan del poder que tienen ambos. Me indigna que la justicia ponga como excusa que no tiene acceso suficiente a internet para continuar con el juicio oral a Cristina en la causa que se conoce como “Vialidad”. Es una de las estafas más escandalosas y obscenas que se hicieron con el dinero de todos. Las pruebas y los testimonios son demoledores. Pero la justicia, o mejor dicho, una parte de la justicia, aprovecha la cuarentena y sigue tirando la pelota para adelante en el camino de la impunidad que Cristina busca.

El senador José Alperovich también fue beneficiado por el congelamiento por conveniencia de parte de la justicia. Digo por conveniencia, porque los tribunales están cerrados por feria, pero para excarcelar a Boudou y mandarlo a su casa, la justicia funciona como un relojito. Pero para avanzar en una investigación simple de 9 abusos sexuales cometidos por Alperovich, la justicia sigue cerrada. Es intolerable que tanto los tribunales tucumanos como los porteños no hayan avanzado un centímetro en este gravísimo expediente. Se lo recuerdo en dos líneas: una joven familiar y empleada de Alperovich lo denunció por violación. Esta violencia de género brutal ocurrió en el departamento de Puerto Madero (otra coincidencia con los Kirchner) y en la sede de campaña electoral, en Tucumán.

La Corte Suprema de Justicia debe decidir ante la controversia por la jurisdicción en la que debe desarrollarse la investigación y el juicio y por ahora no han dicho una palabra. Silencio. Cajoneo. La cuarentena no se abre para esto. ¿Esta denuncia no le parece suficientemente grave a la Corte y a los jueces tucumanos y porteños? Un hombre de los más poderosos de la Argentina viola a una empleada y familiar y hace seis meses que no se mueve un papel. Alperovich aprovecha su condición de senador, caudillo del peronismo, tres veces gobernador y millonario para demorar todo. Tiene el privilegio de que pase el tiempo y la justicia nunca llegue.

Pero acá hay otra situación muy delicada que vuelve a unir a Cristina y Alperovich. El próximo miércoles vence la licencia por seis meses que Alperovich solicitó en el Senado, obligado por el estrépito e indignación que su caso produjo en la opinión pública.

La víctima sigue sufriendo sin tener respuestas. La justicia mira para otro lado. Y el Honorable Senado de la Nación está a horas de reincorporar a su banca al nada honorable senador Alperovich. Cristina está en un dilema y en una encrucijada. Por ahora no dijo una palabra como el resto del kirchnerismo feminista. Pero ahora Cristina necesita el voto número 42 de Alperovich para la reforma judicial que consolide la impunidad o para designar a Daniel Rafecas como jefe de todos los fiscales. Para Cristina son cuestiones de vida o muerte. De libertad o de Cárcel. De impunidad o de justicia. El problema es que ella, como mujer, debería condenar con mucha energía a un senador acusado de violador con pruebas y testimonios muy creíbles. Políticamente le conviene que Alperovich se reincorpore al senado. Pero su imagen sufriría un fuerte deterioro incluso entre el sector de los colectivos defensores del género que la idolatran.

¿Qué hará Cristina y el bloque del oficialismo peronista? Alperovich está dispuesto a volver. La oposición piensa que Alperovich tiene que prorrogar su licencia y no volver hasta que la justicia se expida. Es un caso de gravedad institucional. Y no es tan complicado de investigar para la justicia si es que tiene ganas de investigar. Una jovencita que denuncia a su pariente y patrón por violación y otros abusos. ¿Qué están esperando para avanzar con velocidad y dar el veredicto? Si Alperovich fuera inocente debería estar interesado en que todo se aclare rápido. Para limpiar su buen nombre y honor, si es que tiene buen nombre y honor. Lo digo porque re victimizó a la víctima cuando desde Miami, en una sus habituales y frecuentes vacaciones en el exterior, la expuso con su nombre y apellido.

La víctima era compinche de su hija. Beatriz, la amiga de Cristina y todavía esposa de Alperovich no abrió la boca. Su familia es un hervidero. Pero lo más importante es cuidar a la víctima de este delito perverso y que haya juicio y castigo, como corresponde.

El sentido común y la corajuda lucha de las mujeres contra la violencia de género y los femicidios impone que Alperovich sea juzgado lo antes posible y en esta ciudad de Buenos Aires, tal como decidió la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional. No hay antecedentes de una acusación de semejante magnitud contra uno de los políticos con mayor poder de la Argentina. Alperovich no es un perejil. No es un legislador del montón. Estamos hablando de alguien que colonizó la justicia, doblegó a varios medios de comunicación y perpetró un nepotismo pocas veces visto. Sembró el estado con sus parientes. Mientras fue el jefe de Tucumán multiplicó su fortuna varias veces sin poder explicarlo con claridad.

El rechazo que provoca su figura lo llevó a salir cuarto en las últimas elecciones, detrás de Ricardo Bussi, el hijo del temible genocida. La víctima tuvo que declarar tres horas ante la fiscal María del Carmen Reuter que fue designada por Alperovich como la mayoría de los integrantes del poder judicial tucumano. Sus palabras fueron dramáticas: “No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual.”. Lo trata de monstruo y da detalles de cómo la violó en forma reiterada durante un año y medio. “El avasallamiento fue demoledor. Nunca lloré tanto en mi vida”, escribió la chica.

El abogado Gustavo Morales, en su momento, directamente exigió que se le quite la banca por “inhabilidad moral a Alperovich” Impulsó una nueva denuncia contra Beatriz Mirkin, la otra senadora por Tucumán que nada casualmente, es prima de Alperovich. La acusa de “encubrimiento agravado” porque cuando la denunciante de la violación sexual se lo contó y le pidió ayuda, Mirkin le dijo “que se la aguantara hasta después de las elecciones”. Mirkin que suele hacer alarde de sus posturas feministas y en contra de la violencia de género, calló y ocultó lo que le comunicaron y lo que es más grave todavía, le comentó en un bar de un shopping que “no le extrañaba lo que le contaba porque Alperovich ya había tenido actitudes similares con una anterior secretaria de ella.

¿Alperovich tiene algunos antecedentes nefastos en su relación con las mujeres. Durante una entrevista con la periodista Carolina Servetto, se comportó agresivo, desafiante y en forma misógina. Le dijo: “Esta chica me encanta, es el perfil que a mí, me gusta. Sos una preciosura”. Eso fue en vivo, en pleno reportaje. Y ante la incomodidad y el enojo de la periodista, expresó: “No te sale ponerte en mala. No te sale, sabés. A mí, vos me haces acordar a mi señora”.

También tuvieron mucha cobertura mediática los rumores de una relación del Zar con Mariela Mirra, una joven que había ganado el reality Gran Hermano en el 2008. Le había dado un empleo pagado por el estado provincial pero cuando estalló el conflicto, intervino la Zarina y lo trató de “abuelito” a Alperovich y Mariela dejó de trabajar para Tucumán.

La actual víctima, tiene custodia policial porque tiene miedo que la maten. Entre las pruebas que aportó, hay intercambios de mensajitos telefónicos donde ella habla siempre de trabajo y él le responde “Yo te voy a proteger siempre, sos mi dueña”. En este caso y en todos, las consignas son claras.

Ni una menos. Ni una violada más.
Ni un violador más.
A ellas, vivas las queremos.
A ellos, presos los queremos.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre