Crónicas de guerra: Jaime quiere imitar a Boudou

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Parte diario: 2.443 contagiados. 110 muertos. 596 recuperados.

Ricardo Jaime es el único corrupto confeso. De todos los integrantes del “Cartel de los pingüinos”, es el único que confesó ante la justicia que cometió dos delitos. Todos los demás, que se enriquecieron robando para ellos y para la corona de la familia Kirchner, dicen que son perseguidos políticos. Nadie puede explicar la fortuna y los bienes que tienen pero todos dicen que fueron y son angelitos. Jaime hizo lo contrario: confesó. Su drama es que confesó en una sola causa y en todas las demás se van acumulando pedidos de años y más años de prisión.

Ahora está en el penal de Ezeiza. Ya le rechazaron varias veces sus pedidos para seguir el camino de Amado Boudou. Jaime también se quiere ir a su casa, a una detención domiciliaria. No sabemos a cuál de las casas que tiene. Creo que la justicia no investigó a fondo este tema. Pero le doy unos datos: en exclusivo Barrio Cerrado Cuatro Hojas, muy cerca de Mendiolaza en Córdoba, Jaimito tenía cinco casas con vista privilegiada a las Sierras Chicas. Podía caminar entre los árboles, jugar al fútbol, tenis o squash o practicar alguna arte marcial que siempre lo mantuvo en forma física. Tiene seguridad privada con circuito cerrado de televisión de última tecnología. De las 5 casas que tenía vendió dos y en las otras viven su mujer y las hijas de ella, que también han quedado salpicadas en algunas causas.

Pero hoy Jaime no tiene esa autorización. El se queja y se pregunta: ¿Por qué Boudou puede y yo no? Como la justicia lo rebotó varias veces, el ex Secretario de Transporte inició una huelga de hambre en el calabozo. Veremos si esto tiene algún resultado. Jaime argumenta que integra la población de riesgo porque tiene 65 años y padece hipertensión arterial. Incluso, en una ocasión sugirió que había tenido un intento de suicidio producto de la depresión por el encierro. Tal vez sea junto a José López, uno de los pocos que Cristina no va a defender. Cristina odia a Lopecito. Lo dijo ella entre sollozos: “Llegué a odiarlo”. Y Cristina, nunca quiso a Jaime. Ricardito era muy picaflor y tenía llegada directa a Néstor. No pasaba por el peaje de su jefe formal, Julio de Vido.

Cristina siempre sospechó que Jaime llevaba a Néstor por el mal camino de la noche roja y las tentaciones de la carne en Río Gallegos. Y además, insisto; Jaime confesó que cometió dos delitos. Cayó preso muy rápido y pensó que eso lo iba a beneficiar. Está entre rejas por enriquecimiento ilícito desde Abril de 2016. Lleva cuatro años y casi no abrió la boca.

Su drama mayor es que la Cámara Federal de Casación Penal rechazó hace una semana su pedido de ir a una detención domiciliaria. Pero presiona con su huelga porque esa misma instancia ahora recomendó a los jueces federales que concedan esos pedidos, si es que no hay peligro de fuga. Tal vez en las próximas horas o días, Ricardo Jaime esté nuevamente fuera de la prisión, igual que Boudou. Será otro tiro para el lado de la injusticia. Una pésima señal que les da privilegios a los funcionarios que robaron. Y que le hace bajar los brazos de desilusión a los ciudadanos honestos que pensaron que iba a haber castigo a los culplables de integrar el sistema de la Cleptocracia que armaron Néstor y Cristina.

Mientras estaba en prisión, Jaime, además, fue condenado a 8 años más por el siniestro de la estación Once, decisión que fue confirmada por la instancia superior. Ahí está acusado de administración fraudulenta, de haber cobrado suculentas coimas y de haber robado documentación en un claro intento de obstaculizar la investigación.
Como si esto fuera poco, le decretaron otra prisión preventiva, sobre llovido mojado, por la compra de trenes chatarra a España y Portugal. Dicen que el estado argentino, es decir todos nosotros, fuimos estafados en 100 millones de euros, solo con esa truchada. El fiscal dijo que eso fue “un verdadero saqueo al estado”.

Dice el dictamen que está comprobado que además de haber comprado material rodante –buena parte inutilizable- por unos 100 millones de euros hubo pago de coimas que llegó a manos de Jaime y su testaferro Manuel Vázquez.
Durante varios años, Jaime acusó al periodismo de mentiroso. Finalmente, los colegas que lo investigaron tenían razón.

Jaime reconoció que recibió coimas por parte de dos empresas a las que debía controlar. Una de ellas le pagaba con viajes en avión a distintos destinos y otra se hacía cargo del alquiler de dos lujosos departamentos. ¿Se entiende la gravedad del tema? Un funcionario que debía velar por la seguridad y la eficiencia en el transporte para todos los argentinos no controlaba nada. Miraba para otro lado y a cambio recibía viajes y alquileres. El tercer delito por la que ya fue condenado es por haber robado pruebas que lo incriminaban en medio de un operativo policial.
Jaime es un icono del gobierno más corrupto de la historia democrática.

Hay que recordar que con sus más de 20 causas abiertas por corrupción es uno de los ex funcionarios record en esta materia en toda la historia judicial argentina. Ese triste record lo convierte en un emblema. Jaime está acusado de distintos delitos. Sobre todo de haber recibido coimas y regalos como autos, aviones, yates y alquileres de empresarios beneficiados por montañas de subsidios millonarios que Jaime debía controlar. Pero lo más grave, lo imperdonable es la causa por la tragedia de Once. Como bien la caratuló el periodista Omar Lavieri, “fue corrupción seguida de muerte”.

La corrupción, la estafa, el choreo, las coimas, el enriquecimiento ilícito, llámele como quiera, siempre es incompatible con la ética de cualquier gobierno que se diga progresista. Y mucho más si en estos negociados se asociaron con empresarios como los hermanos Cirigliano o sindicalistas como José Pedraza, que falleció a fin del 2018 pero que estuvo preso por el asesinato de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero.

Un sector de los jueces y fiscales fue presionado, perseguido, y vigilado por el ex gobierno y sus aparatos de inteligencia, como si se tratara de peligrosos enemigos. Muchos de esos funcionarios judiciales, después fueron a fondo con mayor tranquilidad. Esto es lo que simboliza Ricardo Jaime. Porque no es un funcionario del montón que cobró una coima y chau, como puede haber en cualquier gobierno. No es una funcionaria como la condenada ex ministra de Economía, Felisa Miceli que no pudo explicar de dónde sacó el dinero que tenía escondido en el baño. No se trata de los hermanos Schocklender que con Hebe Bonafini transformaron millonarios aportes del estado en pesadillas compartidas. Ni siquiera es Juan José Zanola que con la mafia de los medicamentos participó también del sistema de financiamiento de la campaña electoral de Cristina Fernández. Lo de Jaime es peor aún que la avalancha de expedientes que sepultaron al ex vicepresidente Amado Boudou, antes de que lo largaran.

El caso Jaime integra el mismo equipo que el de Lázaro Báez. Porque ambos “robaron para la corona”. Ambos son parte de los mecanismos corruptos que malversaron fortunas desde que arrancaron en Santa Cruz con Néstor Kirchner. Ni Jaime ni Báez podrían haber hecho lo que hicieron sin tener como socio al ex presidente. Hay complicidad de estado. Matriz mafiosa. Asociación ilícita. La buena noticia es que la justicia resolvió entregarle en custodia al ejército muchos bienes de Lázaro en Santa Cruz para que lo utilicen en su lucha contra la pandemia. Un terreno a la entrada de Río Gallegos valuado en más de 150 millones de pesos.17 contenedores para cocin, ducha y alojamiento, 300 equipos de protección, chapas, 14 módulos habitacionales, entre otras cosas ahora serán útiles para que lo uniformados combatan al maldito Covid 19.

Pero la hiper corrupción de estado será verdad más triste que dejará aquella docena de años ganada por los capitalistas amigos y los ladriprogresistas feudales. ¿Habrá juicio y castigo o impunidad? ¿La ética y estética menemista de Ricardo Jaime lo igualarán con María Julia Alsogaray? No es el único preso del ladrikirchnerismo.

¿Prenderá el ventilador? Hay algo que se puede afirmar con contundencia en esta tenebrosa película de humor negro: No se trata de un chiste de Jaimito. Esto no le causa gracia a nadie.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra por Radio Mitre