Cristina y Putin, un solo corazón

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El papelón internacional que pasó ayer la presidenta de facto, casi no tiene antecedentes. Cristina perdió todo contacto con la realidad. Vive aislada con su tropa de talibanes, y cree que todo el mundo piensa como ellos. Ayer chocó contra la pared del despropósito por su amor político hacia Vladimir Putin, en sintonía con todos los fascistas de izquierda bolivariana. Fue repudiada como nunca antes había sido repudiada una autoridad por su discurso de apertura entre los parlamentarios europeos. Expresaron formalmente mediante un comunicado “su profundo malestar frente al bochornoso espectáculo” porque fue “utilizado con una finalidad partidista, propio de un mitin político”.

Y también se mostraron, en forma individual, indignados porque su ataque a la OTAN fue interpretado como hizo anoche Diego Guelar, como una defensa del criminal de guerra Vladimir Putin.

Cristina no se atreve a entrevistas con periodistas independientes. Tampoco permite conferencias de prensa. Solo habla y habla en las redes o ante la seguridad de tener una hinchada a favor que solamente va a aplaudirla y ovacionarla. Ya lo dijo una vez su alter ego, Carlos Zannini: “A Cristina no se le habla, se la escucha”. Mas autocrático y putinista que eso, no se consigue. La política es diálogo, consensos y disensos. Pero jamás discurso único y saludo uno, saludo dos. Eso es castrismo castrense, autoritarismo nacional populista o tiranía, directamente.

Esta mañana el papelón fue de los legisladores genuflexos de Cristina que se negaron a aprobar una resolución de los parlamentarios europeos que condenaba con mucha firmeza la violación a los derechos humanos en Ucrania y el salvajismo de la invasión de la Rusia de Putin. Esa resolución había sido votada en Europa por 600 legisladores y solo 7 se opusieron. El chavismo legislativo presentó otro documento absolutamente lavado y muy genérico que los europeos tampoco aprobaron.

Es increíble y absolutamente contrario a la tradición argentina que el cristinismo y el resto de los legisladores que responden a Venezuela, Cuba, Bolivia o Nicaragua no condenen la brutal ocupación expansionista de Ucrania por parte de este perverso Putin.

A los cómplices de este terrorista de estado yo les llamo “los hijos de Putin”.

No es la primera vez que lo digo. Pero hay que repetirlo con toda contundencia: Cristina está enamorada

ideológicamente de Vladimir Putin. Se puede ver en infinidad de imágenes y en todas sus decisiones políticas.

Insisto: Ella sueña con que Argentina mantenga relaciones carnales con Rusia. Por eso Alberto, en un gesto de sumisión repugnante, mancilló la soberanía de nuestra patria y se ofreció en forma obscena, como la puerta de entrada a la región para semejante energúmeno. Los países más democráticos y desarrollados están empujando a la puerta de salida del mundo civilizado a Putin. Y Alberto, para agradar a Cristina, se bajó los pantalones ante un asesino que tiene sojuzgado a su pueblo con censuras, torturas, envenenamientos de opositores y que persigue a los homosexuales.

Insisto: Cristina quiere que seamos como Rusia. Y ella quiere ser la zarina de El Calafate.

Y esto es gravísimo institucionalmente para todos los argentinos. Porque la jefa del jefe del estado, la que realmente manda en este país, tiene como modelo a un criminal de guerra desquiciado, un zarista imperial que puso al mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial. Acaba de amenazar con sus ojivas nucleares y sus misiles balísticos.

Esto es lo peor que está ocurriendo en estas pampas. Estos muchachos cristinistas, hoy se muestran orgullosos como hijos de Putin. Destruyeron todo lo que tocaron y ahora nos humillan al poner a nuestra patria del lado del eje del mal, donde se violan sistemáticamente los derechos humanos.

Eduardo Zuain, embajador en Moscú y el vice canciller Pablo Tettamanti son los gendarmes con los que Cristina controla que nadie se atreva a molestar a Putin. Ella fue la que gestionó las vacunas Sputnik que después tuvimos que mendigar para que cumplieran con las entregas en medio de azafata militantes que lloraban y el relato del relator oficialista, Víctor Hugo Morales.

Todavía no nos entregaron millones de vacunas que ya pagamos.

Llegamos a ofrecer a nuestros militares para que hicieran cursos de formación con el ejército que hoy es la vergüenza del planeta.

Para quienes aún tengan dudas sobre el origen de este atropello al mundo libre vale la penar recordar dos declaraciones públicas. Putin dijo: “Ucrania no tiene derecho histórico a existir. Es una creación de Lenin”. Su mano ultra derecha, Dimitri Suslov aseguró que “nos detendremos solo cuando desaparezca la actual Ucrania, aunque cambie el mundo y vuelva la cortina de hierro”. Decirles trogloditas y reaccionarios es poco.

Después están los chupamedias de Cristina que viven congelados en un marxismo decadente y fracasado como Atilio Borón que dijo que “Hay un bando agresor que son los Estados Unidos y la OTAN y un agredido que es Rusia”. Nos toman por estúpidos.

Cristina le hizo mucho daño a este país y lo puede seguir haciendo. Pero, entre sus peores decisiones es la de querer casarnos con Rusia. Y eso solo tiene una explicación: Cristina y Putin, un solo corazón.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre