Andahazi: “Casamientos y divorcios en cuarentena”

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La cuarentena se extiende y en el caso de AMBA se intensifica.

Las consecuencias emocionales y psicológicas del confinaminamiento y la imposibilidad de mantener la vida social son materia de análisis en estas columnas desde el primer momento, porque para los psicólogos se trata de un fenómeno inédito, no sólo como objeto de estudio, sino para colaborar en la medida de nuestras posibilidades, con la salud mental de la población.

Hoy me quiero detener en cómo la cuarentena está afectando las relaciones amorosas. Ayer Marcela nos contó que Sabina se casó en secreto, con Serrat como padrino.

Probablemente la extensa cuarentena que se ha vivido en España les haya confirmado que estar juntos es lo que desean y eso los llevó a tomar esta decisión, barbijos mediante.

En sentido contrario, todo el periodismo del espectáculo está revolucionado por la noticia: Tinelli y Guillermina Valdes se separan después de 8 años de pareja y un hijo en común.

¿En cuánto puede influir la cuarentena en estas decisiones? ¿Hay alguna relación entre las parejas que se separan y el confinamiento sanitario que padecemos desde marzo?

Es obvio que la cuarentena impuso un cambio en las rutinas que en la mayoría de los casos pone de relieve características o problemas que ya existían; funciona como una lupa que evidencia que una fisura puede terminar en derrumbe.

A esto se suma el estado de incertidumbre y ansiedad y nervios que pueden cargar el ambiente con una irritabilidad que normalmente no existe. ¿Es abrumador estar todo el tiempo con la misma persona o resulta tranquilizador?

Para esta pregunta seguramente tendremos tantas respuestas como parejas hayan. Y lo más probable es que obtengamos respuestas que indican más bien grises que blancos o negros.

Por ejemplo, como me decía un paciente vía Skype: “Me alegra estar viviendo con mi novio en esta cuarentena, no me imagino totalmente sola, y lo extrañaría un montón. Pero a veces me siento muy abrumada, como invadida, su música fuerte, su manera de dejar todo tirado todo el tiempo, todo el día acaparando el living con las videoconferencias del trabajo. Es mucho, extraño cuando se iba a jugar al fútbol con los amigos”. Me pareció muy ilustrativo este comentario.

Ella hace una valoración muy positiva del vínculo, de acompañarse en esta situación, pero pone de manifiesto cuestiones de la vida cotidiana que normalmente no estarían en juego con esta intensidad. Habla concretamente del oxígeno que requiere cualquier vínculo y que es fundamental.

Creo que en muchos casos el confinamiento puedo activar un deterioro que quizás habría sido más lento, y tal vez las tensiones podrían haber tenido válvula de escape.

No hablo de problemas profundos, sino de esto que comentaba mi paciente: la presencia del otro en momentos en donde se requiere cierta intimidad o algún nivel de introspección.

La música fuerte, el desorden, el tiempo con amigos: parecen detalles pero no lo son, cuando se pierden los espacios propios los roces se aceleran y cualquier nimiedad puede estallar en una discusión.

También tengo otro tipo de testimonios más pesados, los de aquellas parejas que ya cargaban problemas serios o reproches de vieja data.

El confinamiento en esos casos puede actuar como una especie de libreta negra: “Me decís que te vas a hacer las compras y tardaste dos horas. Eso me recuerda cuando me engañaste con fulana”.

Tenemos que entender que así como las personas necesitamos salir a tomar aire, tener charlas triviales con vecinos o tomar un café en un bar con la mente en blanco, también las relaciones requieren de esa sana distancia que generan las actividades de cada uno, las salidas con amigos, los compañeros de trabajo, etc.

Es bueno extrañarse un poco, es bueno volver a casa. No irse nunca puede llegar a ser muy denso. Pero, claro, del otro lado están los que en la cuarentena descubrieron que sus parejas son un oasis, el refugio y la persona que elegirían mil veces.

En estos casos juega un papel importante la posibilidad de pasar más tiempo juntos. Hace unos días recibimos un mensaje muy interesante de una oyente que decía que a sus 60 años era la primera vez que podía para de trabajar y de exigirse tanto.

Es cierto que mucha gente en este contexto encontró la posibilidad de parar y mirar a su alrededor: disfrutar de tiempo libre o repartir tareas familiares que quizás antes solo hacía uno de los integrantes de la pareja. Y en muchos casos esto dio la oportunidad a la pareja de redescubrirse.

Por ahora dejamos acá, el viernes la seguimos y vamos a abrir el psicódromo a nuestros oyentes que seguro tendrán mil cosas para contarnos. ¿Cómo se llevan el amor y la cuarentena? Un tema apasionante y eso que todavía no hablamos de sexo. Eso lo dejamos para el viernes.