El domingo que viene, pasado mañana es el día del periodista, el mejor oficio del mundo, según la definición de Gabriel García Márquez. El doctor Eugenio Zaffaroni nos hizo un regalo tenebroso. Uno de los hombres que más daño le hizo a la justicia, atacó al periodismo que llama “monopólico y hegemónico” porque “cumplen la función de un partido único, como el de Hitler”. Es lo que dijo recién en el audio. Semejante salvajada provocó un repudio masivo encabezado por la DAIA y ADEPA “por banalizar el genocidio nazi” y negar “el rol del periodismo libre” en una República. Zaffaroni es el síntoma y la enfermedad del chavismo K.
Muchas veces le dije que desde la recuperación democrática de 1983 nadie había atacado con tanta ferocidad y ensañamiento a los cronistas y a la libertad de prensa en la Argentina como el matrimonio Kirchner. En octubre del 2006, hace catorce años, escribí que había una libertad de prensa de bajas calorías, de baja intensidad. Fue en la tapa del diario “La Nación” y denunciaba que los Kirchner siempre en su vida política quisieron controlar todo para que nadie los controle a ellos. Por eso persiguieron y siguen persiguiendo tanto a los periodistas como a los jueces y fiscales independientes. Porque no toleran que alguien denuncie los hechos de corrupción o les marque los errores políticos. No toleran. Por eso son intolerantes. Autoritarios. Han agredido a medio mundo, pero sus principales objetivos a destruir fueron y siguen siendo los fiscales, los jueces y los periodistas que no se arrodillan ante sus latigazos ni se dejan domesticar por millonarias pautas publicitarias o prebendas.
Por eso Cristina y todos los que son citados ante la justica con pruebas muy contundentes de los delitos que cometieron, responsabilizan a la justicia y el periodismo. Inventaron esa falacia del Lawfare. Y hasta ahora les viene dando resultados. De hecho, los 8 juicios orales que tiene que enfrentar Cristina, están congelados por algún motivo. Hasta Luis D’Elía dice que el energúmeno del mortero es un perseguido político del Lawfare.
Así lo dicen todo el tiempo. Mienten tan sistemáticamente que terminan por creerse sus propias mentiras. Victor Hugo, por ejemplo, el gran relator del relato, ya superó la categoría de deglutidor de sapos y se convirtió en el abogado defensor de todo lo que hagan Cristina y sus muchachos. Igual que Horacio Verbitsky. Son la contracara de lo que realmente significa ser periodista. Hoy y siempre. Deberían celebrar el día del alcahuete. Verbitsky acaba de pegarse un tiro en los pies. Carlos Pagni reveló que en la lista de los que “fugaron dólares”, como dicen ellos, está lleno de amigos de Cristina y que la propia Cristina fue borrada a propósito de esa nómina. Es una mala práxis y una estafa al lector.
Durante esos más de doce años de terror, muchos periodistas hicieron muy bien su trabajo. Investigaron, indagaron, buscaron fuentes, revelaron testimonios que luego se verificaron absolutamente. Ese es el periodismo que en el día del periodista hay que reivindicar. El que puede iluminar lo que el poder quiere ocultar. Y hablo de una mirada crítica hacia todos los poderes. El político y el económico. Y hacia todos los gobiernos. Esa es nuestra función. La mirada crítica que duda de lo que dicen los funcionarios está en el ADN de nuestro maravilloso oficio. Lo digo porque estoy detectando muchos colegas jóvenes, buena gente, con buenas intenciones que se están convirtiendo casi en voceros de Alberto Fernández.
Lo digo con la experiencia que me dan tantos años de oficio. Lo digo con buena intención, con el ánimo de ayudar. Hacen falta dos fuentes independientes entre sí para confirmar un dato, muchachos. No hay que utilizar todo el tiempo el off the record con lo que le sopla el gobierno de turno. No somos una agencia de prensa. Somos periodistas. Después están los que chupan medias y se colocan las camisetas partidarias y esos no son periodistas. Son propagandistas, militantes en el mejor de los casos, o corruptos que cobran fortunas por mirar para otro lado.
¿Cómo fue el origen del feudalismo ladri progresista? En su momento, la orden que dio Néstor Kirchner a sus empresarios socios, cómplices y amigos fue muy clara: “Compren medios”. Todos lo sabíamos, pero su secretaria más íntima lo confirmó ante la justicia. Miriam Quiroga lo escuchó y lo contó. “Compren medios” podría ser el título de la estrategia histórica que el matrimonio Kirchner desplegó respecto de la comunicación y la información. Desde sus comienzos en Santa Cruz hasta la actualidad, los K y también Alberto Fernández, aunque se comporte menos brutalmente, todos, repito, han tenido una obsesión muy fuerte contra el periodismo. Siempre les molestó. Y siempre trataron de domesticarlo, de amordazarlo.
Por eso “compren medios” son dos palabras que demuestran con sinceridad brutal el tipo de régimen autoritario y con discurso único que siempre pretendieron instalar desde el nacional populismo chavista. ¿Qué significa compren medios? Varias cosas. Primero, el sentido literal. Que los empresarios que se enriquecieron súbitamente gracias a los K adquieran radios, canales de televisión, diarios, revistas y sitios de internet. El negocio es clarito.
La transa es así: el gobierno les da una fortuna de pauta publicitaria todos los meses y los dueños convierten a sus medios en operadores kirchneristas. Todo con el dinero del pueblo. Otra manera de comprar, es apropiarse de los medios del estado. Por definición radio Nacional, canal 7 o como lo quieran llamar, o TELAM deberían ser de todos los argentinos y reflejar la pluralidad de voces de toda la comunidad.
Así funciona la cosa en varios países del mundo. Un medio es de un estado democrático cuando apuesta a la búsqueda de la verdad y abre el juego de las opiniones a todo el espectro político. La BBC de Londres es el mejor ejemplo y el más utilizado. Acá los Kirchner transformaron esos medios estatales en voceros partidarios, facciosos, casi solo de una agrupación: La Cámpora.
Allí solo se expresa el cristinismo en forma escandalosa. Dicen y hacen lo que quieren, como patrones del mal, que es su verdadera ideología. Y de paso, incorporan una novedad nunca vista en democracia. Con un dineroducto, convirtieron a sus medios en una maquinaria publicitaria gigante pero, también en un grupo de tareas de castigo a todo dirigente o periodista que tuviera la audacia de criticar al gobierno de Cristina. Eso es autoritarismo mediático. Hegemonía partidaria. El caso más feroz, fue el de Diego Gvirtz, pauta dependiente y autor intelectual y material de los fusilamientos mediáticos desde 67chorro, entre otros medios.
Pero como no entendieron ni quisieron entender nunca el periodismo cometieron la torpeza de hacer un oficialismo chupamedias que le quitó las ganas aún a los más fanáticos. Sin embargo Gabriel Mariotto insiste con la Ley de Medios como instrumento de dominación de los medios y Dady Brieva le reclama a Alberto que le de leña y censura a los periodistas mientras vamos rápido hacia Venezuela.
Esto es lo que entiende Cristina por periodismo. Lo iguala con un enemigo. Y por eso ataca con todas sus fuerzas. La docena de años K fueron los de menor libertad de prensa desde 1983. Hubo libertad, por supuesto, de lo contrario, no podría haber dicho todo lo que dije. Pero fue una libertad vigilada, de bajas calorías y que todo el tiempo persiguió al que la ejerció. Castigos de todo tipo: insultos desde los medios adictos y la brigada de la venganza de las redes, agresiones callejeras , juicios en plazas públicas, afiches con caras de periodistas a las que se incitaba a escupir, escraches, aprietes a los dueños de los medios para que censuren o excluyan a tal o cual periodista, presión a los empresarios para que no pongan publicidad en los medios independientes, hostilidad desde la AFIP y los servicios de inteligencia, cero apertura informativa, no hubo ni conferencia de prensa.
Estos son solamente algunos de los métodos que utilizaron. Por eso, en el día del periodista vale la pena reafirmar la lucha por libertad absoluta. Para que nadie nos diga lo que tenemos que decir y para que nadie nos haga callar. El principal insumo del periodista es la libertad. Y por eso hay que defenderla aunque se paguen las consecuencias.
Hay que denunciar siempre a los que roban para la corona. No importa quien tenga puesta esa corona. Frente a la orden de comprar medios hay que decir: El periodismo no se vende. Ni se alquila. Ni la dignidad ni la libertad tiene precio. Feliz día a los verdaderos periodistas. Repudio a los alcahuetes de estado que mancillan nuestro hermoso oficio.
Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.