Moyano y Gildo: ¡socorro!

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Este audio terrorífico, con video incluido, lo pasó Jorge Lanata hace un tiempo. Esta noche lo voy a repetir en mi programa de TN. Es una nenita de 7 años que termina haciendo la ve de la victoria en un acto político en la pequeña localidad de Tacaaglé. Ustedes escucharon. La chiquita llama “Mi gran capitán a Gildo Insfran y dice que hay que votarlo porque el genera trabajo e igualdad. Es justamente lo que no hay en Formosa: ni trabajo ni igualdad.

Pocas veces se vió algo tan jurásico y reaccionario. Adoctrinamiento y culto a la personalidad. Lanata dijo que si algún día está en sus manos modificar el código penal, a este delito le daría diez años de cárcel. Firmo al pie.
A los botes, socorro, estamos en el horno. Cualquier expresión coloquial sirve para explicar la indignación que se multiplicó cuando Alberto Fernández llenó de elogios a Gildo Insfrán. Lo trató como si fuera un estadista y es un señor feudal que hace 33 años está en el poder, 25 como gobernador y 8 como vice. Formosa es una de las provincias más pobres que supera en 6 puntos al promedio nacional.

Es uno de los distritos con mayor exclusión, con fuerte presencia narco y con un altísimo grado de clientelismo y autoritarismo. El presidente Fernández abrazó, besó sin barbijo y habló maravillas de Insfrán como gobernante y como ser humano. “El no sabe todo lo que lo valoro, respeto y quiero”, dijo Alberto. Un romance incomprensible. Un tiro en los pies que se pegó Alberto. Y encima se prestó para todas las gastadas en las redes cuando dijo que “hay que darle tiempo para poner de pié y arreglar Formosa”. ¿Más tiempo todavía? Con 33 años no le alcanzó. ¿Poner de pie a Formosa? Gildo puso la provincia postrada, en la lona, o debajo de la lona.

Esa actitud del presidente dio la misma vergüenza ajena que aquél día en el que endiosó a Hugo Moyano. ¿Se acuerda? En el acto político de traspaso del sanatorio de Hugo Moyano, el presidente de la Nación dijo, muy suelto de cuerpo que el líder camionero era “inmenso” y “un dirigente gremial ejemplar”. Como si esto fuera poco, se dirigió a sus hijos y los instó a “no ceder” y a que sigan ese camino y que tomen la posta, cosa que Pablo sobre todo, ya hizo con toda contundencia. Alberto, no conforme con esos elogios insólitos dijo que a Moyano “los empresarios no lo quieren porque cuida a los suyos, a los trabajadores. Porque Hugo pide de todo, pero para los trabajadores y no para él”.

Fue muy temerario Alberto Fernández. Nadie se atrevió a elogiar tanto a Moyano que está entre las tres personas de mayor imagen negativa de la Argentina y es un oligarca sindical enriquecido que vive como un millonario.
Es uno de los que mayor capacidad de daño tiene y lo ejerce cada vez que puede con actitudes y acciones patoteras y amenazantes.

Las pandemias no borran los expedientes judiciales ni convierten en inocentes a los que son culpables. Cristina es el ejemplo más claro. Pero Moyano le sigue de cerca. Si Moyano, como dice Alberto, es el dirigente sindical ejemplar en el que se tienen que mirar todos sus pares, este país no tiene salida.

Colocar a Moyano y a Gildo Insfran en un altar es una metida de pata de la que se va a acordar toda su vida. Si este es el modelo de sindicalista y político que Alberto elige está muy lejos de ser como dijo un “liberal progresista”, como se auto percibió en una entrevista. Hugo y Gildo se formaron en el peronismo derechoso y violento que, en los 70, hacía caza de brujas contra la Juventud Peronista que Cristina pretende representar. Con Moyano y con Insfran fue sepultada la alternancia. Se sienten dueño del gremio y de la provincia, respectivamente. Son ejemplo de personajes antidemocráticos y nada transparentes. Alberto podría haber elogiado a Gustavo Béliz o Vilma Ibarra que nunca patotearon a nadie ni tienen ninguna causa por corrupción, o a alguno de los gobernadores justicialistas de la nueva generación. Pero no. Apostó a lo peor de la historia del pejotismo.

Gildo tiene casi la suma del poder público. Somete a los medios de comunicación con pauta publicitaria y con látigo y persecución a los que se atreven a hablar. Gana las elecciones por paliza porque la sumatoria de empleados públicos, 7 de cada 10 personas trabajan en el estado, planes sociales que reciben la mitad de las familias y paraguayos que hace cruzar al solo efecto de votar y cobrar un plan lo hace prácticamente invencible desde el llano. El mismo modelo que los Kirchner instauraron en Santa Cruz. Chavismo antes de Chávez.

Gildo no se privó de nada. Reformó la Constitución para que la reelección fuera indefinida. Es una especie de Francisco Franco del litoral, o un monarca que se hereda a si mismo. Formosa es donde más creció la droga decomisada y por lo tanto es donde más creció la presencia de la droga durante la docena de años del kirchnerismo.

Gildo Dino Insfrán, hijo de Ascensión que era conocida como doña Pochó y que falleció a los 95 años, tuvo un gran desgarro es su vida cuando su hijo de 17 años se suicidó con un tiro en la cabeza.

Gildo, fue fanáticamente menemista, duhaldista y también se verticalizó ante Néstor y Cristina. Hoy es el emblema del peronismo más retrógrado que no se quiere renovar ni democratizar. Maneja su provincia con mano de hierro y con terror. Varios asesinatos de integrantes de la comunidad Qom lo confirman. El cacique Félix Díaz, que quiso enfrentarlo, fue perseguido sistemáticamente y tuvo que venir a Buenos Aires para hacer oír su voz. En su momento, Jorge Lanata con su programa logró que la Fundación Conin abriera un pozo de agua en una localidad que la necesitaba para subsistir y los esbirros de Gildo fueron a tapar ese pozo por pura venganza, resentimiento y falta de solidaridad con los que más sufren.

Cada tanto se descubre una pista clandestina donde bajan aviones con cargas ilegales. Contrabando y crimen organizado, mafias narcos y reducción a la servidumbre de los más humildes. Muchísima mortalidad infantil y casi nada de actividad privada. Esa es la fórmula Gildo.

El caudillo jurásico Insfran es un delincuente que le pagó 8 millones de pesos a Alejandro Vandenbruele para que lo asesorara en la refinanciación de la deuda de la provincia con la Nación. Eso solo ya es delito porque no puede intervenir una consultora privada entre dos organismos públicos. El ministro de Economía que debía favorecer a Insfrán con la refinanciación era Amado Boudou. ¿Lo conoce, no? Otro atorrante y malandra de estado. La factura que Vandenbruele le dió a Formosa era la número 3 y las dos anteriores habían sido anuladas en el formulario. The Old Fund, en ese momento, no tenía empleados ni experiencia en el tema. Pero mágicamente la refinanciación se hizo. Formosa pagó casi 8 millones pertenecientes a su pueblo. Alejandro, el empleado de Boudou, fue al banco cobró el cheque, lo transformó en dos millones de dólares y se los llevó en una valija. Y de inmediato devolvió como parte del retorno de la coima, dos millones de pesos a Martin Cortes quien en ese momento era presidente del Banco Provincial.

La causa está repleta de pruebas. Pero como si esto fuera poco, Vandenbroele, como arrepentido dijo textualmente ante la justicia: “lo primero que hice para Amado Boudou fue cobrar la coima del gobierno de Formosa. En la repartija me tocaron 200 mil dólares”. No haré más preguntas, señor juez.

Alejandro Borensztein caracterizó A Insfrán como un Stroessner, con barba candado. Alfredo Stroessner fue un dictador militar de Paraguay que sojuzgó al pueblo y las instituciones durante 35 años. La única diferencia es que Gildo es civil y tiene un mecanismo como traje a medida para ganar elecciones.

Insfrán es el Patrón del mal de Formosa. La democracia amañada no pudo parir todavía la república y esta causa tan grave que involucra a un gobernador y al ex vicepresidente sigue tramitando con una lentitud claramente cómplice.

Es que fue prácticamente un asalto a mano armada y cara descubierta. Todos queremos verlos presos. O por lo menos que Dios y la patria se los demanden.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre