El chavismo y la autoamnistía de Cristina

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Mientras la inmensa mayoría de los argentinos está preocupado y ocupado con el drama de la pandemia, Cristina y su tropa, aprovechan para consolidar su proyecto chavista que incluye una repudiable autoamnistía.

La ley de autoamistía fue el último intento de fuga de la dictadura militar. El candidato a presidente del peronismo, en 1983, Italo Luder en campaña electoral, prometió garantizar la vigencia de semejante ilegalidad e inmoralidad que pretendía darle impunidad al terrorismo de estado. Luder perdió las elecciones, pero Cristina y Néstor, lo apoyaron con su militancia desde Río Gallegos.

Hoy Cristina está liderando un plan sistemático para lograr impunidad para ella, sus hijos y el cártel de los Pinguinos. Eso se llama autoamnistía.

Cristina sabe que mientras el cuarto gobierno kirchnerista esté en el poder, ella jamás va a ir a la cárcel. Pero, para quedarse absolutamente tranquila, quiere voltear todas las causas y a todos los jueces que la involucraron en los 8 procesamientos y juicios orales que tiene en marcha. Quiere hacer borrón y cuenta nueva. Que su prontuario quede virgen, en blanco, como si nunca hubiera sido la jefa de una asociación ilícita dedicada a saquear al estado. Y ya le dije que está muy apurada, casi desesperada por hacerlo cuanto antes. Todos los días hay un paso más, todos los días hay una señal del copamiento absoluto que están haciendo de la justicia. Lidera esto, el vice ministro Juan Martín Mena quien fue segundo jefe de los espías de la presidencia de Cristina.

Todas las piezas fueron distribuidas estratégicamente en ese ajedrez de la “Injusticia Legítima”. Carlos Zannini, alter ego judicial de la actual vice, es el jefe de los abogados del estado. Después del reclamo de Oscar Parrilli, el actual Procurador del Tesoro, Carlos Zannini, hoy también pidió ante la Justicia la nulidad de la acusación en su contra en la causa por la firma del tenebroso pacto firmado con Irán. Asimismo, exigió que quede sin efecto la elevación a juicio oral del caso que tienen como principal acusada a Cristina Kirchner a Juan Martin Mena y al propio Zannini.

Hay que recordar que el 7 de diciembre de 2017 fue el juez Claudio Bonadio el que pidió el desafuero y prisión preventiva de la ex Presidenta. En aquel momento, la procesó por traición a la Patria, encubrimiento agravado y estorbo de un acto funcional, todo vinculado al pacto con Irán como supuesto beneficio para los acusados del atentado de la AMIA. Según la justicia, la ex Presidenta y sus funcionarios diseñaron un “plan criminal” para “dotar de impunidad” a los iraníes responsabilizados de la voladura de la mutual judía.

Los privilegios que le dieron a Amado Boudou van claramente hacia el mismo lado. El juez Daniel Obligado lo mandó a su casa pese a que diez días antes había rechazado esa prisión domiciliaria. El fiscal Javier de Luca se negó a apelar semejante arbitrariedad. En consecuencia, Boudou por ahora, no volverá a la cárcel hasta que la Corte Suprema de Justicia lo decida. ¿Qué tema para la Corte, no? ¿Callará la Corte? En este caso más que nunca, el que calla, otorga.

Javier de Luca, obviamente, es un abogado parido por Eugenio Zaffaroni, un soldado de Cristina que incluso en su momento, ya había determinado que en el caso Ciccone, no había delito. Y nadie olvida que pidió tres veces que se desestimara la denuncia de Alberto Nisman contra Cristina por el encubrimiento a los terroristas que volaron la AMIA. A De Luca solo le falta proponer que le hagan un monumento tanto a Cristina como a ese malandra de estado llamado Amado.

El caso Boudou en clave por varios motivos. Primero porque fue el vice de Cristina elegido solo por ella. Segundo porque está condenado en doble instancia a 5 años y 8 meses de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos y todavía tiene varias causas graves por delante, como la de enriquecimiento ilícito o la coima de dos millones de dólares que le pagó el gobernador de Formosa, Gildo Insfran. Y además, queda claro que no estaba en prisión preventiva, ni tenía ningún riesgo ante el virus. Sin embargo ahora está en su casa con su familia.
La situación más explosiva es que Cristina quiere salvar a Boudou, pero para Alberto, eso es tragar un sapo del tamaño de Casa Rosada. Alberto no lo quiere, porque Boudou volteó de un plumazo a Esteban Righi, uno de sus mejores amigos y porque en televisión dio por sentado que era culpable e involucró en el tema a su actual jefa, Cristina. Dijo que las dos máculas con las que se iba a ir Cristina del gobierno eran la estatización de Ciccone para borrar pruebas y el Pacto con Irán.

Otra pieza del rompecabezas de la autoamnistía es Felix Crous. El jefe de la Oficina Anticorrupción dejó de ser querellante en dos de las causas en la que Cristina y sus hijos están hasta las manos junto a sus dos socios: Lázaro y Cristóbal. Hablo de Hotesur y Los Sauces. Juan Martín Mena, también está a cargo del programa de los testigos que se arrepintieron y denunciaron con pelos y señales los mecanismos del gobierno más corrupto de la historia democrática. Esa gente siente pánico. Los tiraron a la jaula de los leones.

El rol de Horacio Pietragalla operando para que liberen a Luis D’Elía, Ricardo Jaime y Martín, el hijo de Lázaro Báez es parte de ese engranaje del nacional populismo que se hace la víctima y que justifica todos los delitos que cometieron como si fueran perseguidos políticos. Ni ellos se creen esas falsedades.

Los Kirchner nunca respetaron los fallos judiciales. En Santa Cruz no cumplieron ninguna de las 6 órdenes que les dio la Corte para reponer al procurador Eduardo Sosa, separado de su cargo por su honradez y valentía.
Ya vimos como Cristina en su alegato histórico, repitiendo palabras de Fidel Castro, dijo que la historia la había absuelto y que los jueces iban a tener que responder preguntas.

Esa es la consolidación del vamos por todo. Y ese el nombre del totalitarismo. Apropiarse del estado para instalar un gobierno eterno que nunca más se vaya del poder. Tal como hicieron en Santa Cruz. El chavismo vino después como justificación ideológica. Pero el feudalismo ladri progresista fue un modelo que nació en Santa Cruz. Clientelismo feroz con catarata de empleados públicos, justicia domesticada y legislatura con mayorías absolutas. Si a eso le sumamos a los medios y los periodistas puestos de rodilla con pauta o látigo, llegamos a la suma del poder público. Eso fue y es Santa Cruz. Eso es Venezuela y en eso quieren convertir a nuestra sufrida Argentina.

Este objetivo demuestra que volvieron mucho peores, con actitud revanchista, y que tienen muy claro el rumbo. El proyecto de la diputada Fernanda Vallejos no es una casualidad o el descuelgue de alguien marginal de la política. Es la expresión ideológica de los que quieren quedarse primero con las acciones de las empresas a las que ayudan y después quedarse con todas las empresas. Esa fue una verdadera innovación en la corrupción K. Ni Menem lo había hecho. Hostigar desde el estado a las empresas privadas y luego comprarlas a precio vil. Ellos o sus testaferros. Perseguirlas con la AFIP y los servicios de inteligencia, sabotearlas con los gremios y, finalmente, quedarse con todo. Por eso es una actitud extorsiva. Mafiosa.

Es lo mismo que diseñan para el campo o la producción agropecuaria. La Junta Nacional de Granos, dinamitar el Mercosur, no darle créditos a los que ahorren más del 5% de soja o trigo, según lo que ellos ordenen y hasta la reforma agraria que propuso Juan Grabois, son mojones de un camino que nos lleva derechito a una autocracia sin división de poderes ni libertad de expresión. Ellos hablan de una revolución por etapas. Esta idea absolutamente antidemocrática incluye cooptar a parte de la oposición y debilitar su poderío.

Por eso le digo que Cristina, no para de tirar más leña al fuego de una grieta que está al borde de caer en la violencia callejera. Es de una irresponsabilidad gigantesca. Con tal de salvarse es capaz de incendiar todo.
No paran nunca. Más dinero, más impunidad. Los super poderes para que Santiago Cafiero maneje como se le cante, sin control y en contra de la Constitución, la friolera de 498 mil millones de pesos, son un mamarracho que vacía de contenido el presupuesto y el Congreso de la Nación.

Divide y reinarás sigue siendo el lema monárquico de la reina. Ya lo lograron con Ricardito Alfonsín, que es muy poco representativo. Pero van a ir por otros. Ya se habla de que algunos legisladores del radicalismo o del Pro serían capaces de votar a Daniel Rafecas como el próximo jefe de todos los fiscales. Esa sería la frutilla de la torta de la impunidad absoluta y de la colonización total de la justicia.

Todo lo que sea legal y pacífico aporta a la defensa de la República, la democracia y la libertad. En eso estamos.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre