De tanto picarle la cabeza, finalmente, Cristina logró su objetivo y le vació el cerebro a Alberto. No le dejó ni una gota de materia gris. Ni una neurona le quedó al presidente decorativo de la Nación. Cristina lo quebró sicológica y anímicamente. Ahí anda Alberto diciendo estupideces cada vez más graves e irresponsables. Pero ayer superó todos los límites. Porque para ejecutar un golpe bajo apeló a la figura de un prócer civil como el doctor René Favaloro. Alberto se degradó tanto que no dudó en meter a una figura gigante como Favaloro en el barro de la chicana política. Para atacar a Horacio Rodríguez Larreta fue capaz de decir que “no le entreguemos el poder a los que manejaban el PAMI cuando se suicidó Favaloro”.
Larreta le contestó con palabras calientes que no suele utilizar. Dijo que fue una guachada, que Alberto se fue al carajo y que se refería a una canallada que es un invento K.
Pero no dio toda la información para que los más jóvenes supieran de que se está hablando. En aquel momento el PAMI fue intervenido por un triunvirato con pluralismo político. Y Larreta fue el representante del peronismo. Había una deuda gigante con la Fundación Favaloro que se mantenía a flote como podía. Esa deuda del PAMI era de la gestión de Víctor Alderete, íntimo de Carlos Menem, en cuyo directorio estaban dos miembros de la CGT que manejaban los fondos de las obras sociales. Hablo de Domingo Petrecca, jefe del sindicato de empleados de cementerios y de Reynaldo Hermoso, dirigente de los empleados químicos. La CGT la conducía Rodolfo Daer, hermano del actual triunviro Héctor Daer.
Casi todos los sindicatos tenían deudas colosales que nunca pagaban. Eugenio Semino, el actual Defensor de la Tercera Edad denunció a Alderete en alrededor de 15 causas judiciales. ¿Se acuerda? Había comprado una casa en Anillaco al lado de la de Menem y la había bautizado “La Rosadita”.
Favaloro dejó siete cartas. En la única que se hizo pública su contenido, denuncia, con toda claridad su repudio a distintos jerarcas sindicales que vivían todo el tiempo pidiendo coimas. La corrupción de los sindicatos peronistas envenenó la vida de Favaloro. Alberto Fernández lo sabe, pero lo oculta para herir a Larreta.
Ese último texto de Favaloro, poco antes de pegarse un balazo, se refiere a que todo su templo de excelencia científica y ética se estaba derrumbando porque se negaba a dar retornos y recibir coimas. Dijo siempre que no. Y es una palabra de dos letras capaz de producir revoluciones morales: No. No me corrompo. No banco corruptos. No me asocio con corruptos. No defiendo corruptos. No voto corruptos. No justifico corruptos. Ojalá que ese No gigantesco que Favaloro pronunció antes de morir, viva eterno en el corazón de su pueblo.
Esa carta herencia que nos dejó, es una radiografía de los delitos que le produjeron repugnancia en el campo de la medicina, los remedios y el ana ana, el Pami y los gremios. Le pido que escuche lo que Favaloro escribió sobre los sindicalistas: “Esa manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales”.
Favaloro siempre decía que los datos de la mortalidad infantil y la concentración de la riqueza eran claves para medir a un modelo injusto que él llamaba Neofeudalismo. Fue un adelantado. Neofeudalismo. Como si hubiera presentido lo que nos pasó en los 16 años de la era del hielo K.
La utilización aberrante de la figura mítica de René Favaloro fue tal vez la principal auto humillación que se propinó Alberto. Pero no fue la única. Para castigar con un tiro por elevación a Patricia Bullrich habló de los que les descontaron el 13 % a los jubilados.
Y en lo que va de su gobierno y el de Cristina y Massa, los jubilados ya perdieron el 30% de su poder adquisitivo pese a su promesa fundacional cuando dijo que les iba a aumentar el 20%.
El presidente que no preside invitó por Twitter al acto de pasado mañana en la Plaza de Mayo. Insólita propuesta para ir a un lugar a donde él no puede ir. Ya lo amenazaron con no dejarlo subir al palco o silbarlo como nunca fue silbado en su vida. Cristina no lo quiere ver ni cerca ese día donde el kirchnerismo celebra los 20 años de llegada al poder de Néstor y ningunea la celebración patria de la revolución de Mayo.
Alberto invita a donde tiene la entrada prohibida por haber apelado a eufemismos para describir la infernal corrupción de estado que lideró el matrimonio Kirchner. Alberto habló de la relación entre Cristina y Lázaro Báez y las describió como “descuidos éticos graves” o “imprudencias éticas”.
Volvió a poner en el debate público la cleptocracia que ya tuvo los juicios y los castigos correspondientes en la justicia. Tanto Cristina como Lázaro fueron condenados a prisión por el plan sistemático de la asociación ilícita con la que se enriquecieron.
Como si esto fuera poco, para confirmar la debacle cognitiva que está padeciendo, el presidente, se despachó rogando que ya no le manden más maldiciones. Parece que no le alcanzó con la cintita roja en la muñeca con la que pretende combatir las malas energías.
Insiste con la misma cantinela. Pero no acepta que todos los países del mundo padecieron la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania. Pero la desastrosa gestión de este cuarto gobierno kirchnerista puso a la Argentina entre los 6 países con mayor índice de miseria del mundo, según el trabajo de Steve Hanke, profesor de la universidad Johns Hopkins de Baltimore, Estados Unidos. Jamás imaginamos un hundimiento tan profundo para estar acompañados en ese ranking horroroso por Zimbabwe, Venezuela, Siria, Líbano y Sudán. Hasta Ucrania, víctima del terrorismo de estado de Vladimir Putin, está mejor que nuestro país.
A este lugar terrible nos empujó el Triángulo de las Bermudas de Alberto, Cristina y Massa. A esta humillación nos sometieron a los argentinos. Todos ellos son responsables del quiebre del país. Pero Cristina logró un triunfo: le vació el cerebro a Alberto.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre