Cristina no se cansa de echar nafta al fuego. Como si los argentinos no tuviéramos graves problemas, su bulimia de poder y dinero impulsa el plan sistemático de “impunidad para todos y todas”, en una verdadera “autoamnistía”, tal como la definió Jorge Fernández Díaz. Sus soldados más fanáticos fogonean proyectos para quedarse con las empresas, el campo y de esa manera instalar el chavismo K en estas tierras. Y en los últimos días, la falsamente exitosa abogada, ordenó a su tropa que dinamitaran a Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Mauricio Macri. Y Alberto Fernández y Santiago Cafiero, también se sumaron a la operación. De esta manera matan varios pájaros de un tiro. Abren el paraguas frente a una montaña de muertos que puede haber en el Conurbano en las próximas semanas y desde ahora, responsabilizan de ese posible horror a Horacio Rodríguez Larreta.
El Nacional populismo de Cristina siempre se caracterizó por buscar culpables y no soluciones. Y por poner siempre la culpa afuera, en los otros. Si las tierras de los barrios más vulnerables de Buenos Aires se siembran de fallecidos por el virus, van a decir que semejante drama fue posible porque Rodríguez Larreta abrió un poco la cuarentena y porque Vidal no construyó hospitales en la provincia. Es lo que vienen diciendo. El ataque a Vidal fue tan sobreactuado y mentiroso que Alberto lo tuvo que repetir dos veces. Después vino el fuego cruzado de los intendentes más cristinistas. Algunos dijeron barbaridades como el caso de Juan José Mussi que llegó a proponer que se corten los puentes y los accesos a la Capital. La camporista Mayra Mendoza, calificó de “irresponsable” la posibilidad de que los porteños abran los negocios de cercanía y que el fin de semana los chicos puedan pasear una hora con sus padres. Eso es todo. No se abrieron las puertas de par en par. En tiempos normales, hay 6 millones 300 mil personas que viajan diariamente a trabajar a la Capital y que regresan a sus casas en el Gran Buenos Aires.
Ahora lo están haciendo solamente 1 millón 800 mil personas que cubren lo que se llama “trabajos esenciales” para que funcionen los supermercados, los bancos y los hospitales. Y tienen que trabajar en la Capital porque décadas de peronismo bonaerense no fueron capaces de generar trabajo genuino y abrir pequeñas industrias y comercios. Toman trenes y colectivos porque en su barrio no hay trabajo. De eso se tienen que hacer cargo. Nadie viaja dos horas por día porque le gusta. Fueron incapaces de crear fuentes de trabajo y combatir de verdad la pobreza y la indigencia.
Pero el ministro de Salud bonaerense olfatea que en dos o tres semanas el coronavirus puede impactar con mucha letalidad en los barrios más vulnerables de su distinto donde viven 2 millones de personas. Puede ser una catástrofe humanitaria. Eso desequilibró a Daniel Gollán que fue designado ministro por indicación de Cristina que también lo tuvo al frente de la gestión sanitaria cuando fue presidenta. Gollán fue y volvió hasta que resolvió, como siempre, culpar al periodismo. Publicó un mapa donde la Capital estaba en rojo y decía “que esa era el mayor riesgo de irradiación del coronavirus”. Y en radio dijo que no estaba de acuerdo con la moderada flexibilización que hizo la ciudad. Después hizo declaraciones más contemporizadoras, dando marcha atrás. Y al final dijo lo que todo el mundo le estaba diciendo a él: “Son cuestiones de vida o muerte. No jodan”. Y dijo que fueron los medios que “todo el tiempo están buscando conflictos”. Su par de la Ciudad, el doctor Fernán Quirós, le salió al cruce con elegancia: “Sus mensajes generan miedo y confusión”, le dijo.
Ojalá que no llegue nunca esa tragedia pero por las dudas, como el gobierno de Axel Kicillof no tiene soluciones, ya encontró culpables. De hecho fue Kicillof el que empezó la semana pasada con todo esto exhibiendo la cantidad de muertos cada 100 mil personas donde la ecuación demuestra que la situación es, por ahora, claramente, más grave en la ciudad.
Pero sacarse de encima las responsabilidades no es el único objetivo. También los cristinistas, aprovechan para marcarle la cancha a Rodríguez Larreta y a Alberto. Los desespera ver que pese a todo, hay un espacio de racionalidad y diálogo para enfrentar la pandemia. Santiago Cafiero atendió a Macri por radio y lo hizo cargo de todos los males del país y se lo notó incómodo porque no suele ser su estilo.
Ya Cristina en su momento había mostrado la hilacha al fomentar la pelea contra Rodríguez Larreta y contra una ciudad que, junto a Córdoba, siempre le fue esquiva y donde hay mayor cantidad de ciudadanos que la repudian y no la votarían jamás. ¿Se acuerda cuando Cristina metió cizaña y comparó la ciudad con el Conurbano? Potenciando el odio, la fractura social y el resentimiento dijo que en la ciudad “hasta los helechos tiene luz y agua y en el Conurbano, chapotean en agua y barro”. Después habló del privilegio de los porteños, de jardines colgantes que producen una gran desigualdad sin darse cuenta que la provincia fue gobernada durante 29 años por el justicialismo de todos los colores al que ella siempre adhirió. ¿O son tan caraduras de echarle la culpa de la marginalidad de los barrios más vulnerables a Armendariz y Vidal que solo gobernaron 4 años cada uno?
Fue en ese momento donde empezaron la ofensiva coordinada como la de ahora para quitarle fondos de la coparticipación a la Ciudad. Por eso le digo que Cristina, no para de tirar más leña al fuego de una grieta que está al borde de caer en la violencia callejera. Es de una irresponsabilidad gigantesca. Con tal de salvarse es capaz de incendiar todo.
Como suele ocurrir, fue Julio de Vido el que lo expresó de manera más rústica y evidente cuando dijo en una nota que “Nuestra tolerancia va a hacer que Larreta sea presidente en 2023 para que vuelva a joder a los jubilados. Kirchner no era asi. A los delincuentes hay que denunciarlos, no tolerarlos.”
La justificación de la lucha es un infantilismo rayano con el fanatismo. El virus los trajeron los ricos y la marginalidad y la exclusión que quedó tan expuesta, es responsabilidad del neoliberalismo, de Macri, de los jueces y de los periodistas. Carlos Raimundi dijo que, directamente, la culpa era del capitalismo. ¿Cuál es el sistema que Raimundi fomenta? ¿China? Es el lugar donde nació el virus. ¿Rusia? Cada día tiene más muertos e infectados? ¿Irán? Se sabe poco y nada de la cantidad de afectados, pero el régimen de Teherán es la negación de la democracia y los derechos humanos.
Es vergonzoso la utilización de una señora fallecida en la villa 31. Ramona Medina no es producto del neoliberalismo. Su pobreza estructural es producto de los gobiernos peronistas que durante años prefirieron tener clientes y no dar trabajo y educación de verdad. Las oligarquías son las sindicales que viven como millonarios y se sientan por décadas en el trono de su gremio. Los millonarios sin trabajar, pertenecen en su mayoría a la familia Kirchner y a su entorno de cómplices que saquearon al estado durante más de 12 años.
Meter el chiquitaje de la pelea político partidaria y la ocupación de espacios de poder, en momentos tan dramáticos como éste, habla de la obsesión del cristinismo. No paran nunca. Más poder, más dinero, más impunidad. Cristina no quiere cerrar ninguna grieta. Se quiere salvar de ir a la cárcel. Y para eso tiene que diseñar un plan para quedarse para siempre. Aquélla frase de “Cristina eterna” solo fue un anticipo.
El Vamos por todo, una confirmación. Y ahora está claro que volvieron, pero no para ser mejores. Para ser peores, mas impunes y para tirar mas nafta al fuego.
Hoy es el día de la escarapela y no debemos permitir que los autoritarios y corruptos nos roben también los símbolos patrios.
Hay que construir un país con gente honrada, democrática que quiera una sociedad más igualitaria, con más libertad y donde todos nos esforcemos para progresar. Depende de nosotros.
Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.