El martes hablamos de la incertidumbre y la angustia que significa correr la línea del final de la cuarentena y no presentar un plan de acción a mediano o largo plazo.
Advertimos la necesidad que todos tenemos de proyectar el futuro, imaginar una salida y una solución al tendal que nos espera. Vivir pendiente de los anuncios para saber cómo será la semana próxima produce una sensación extremadamente angustiante.
La primera cuarentena fue asumida por la población como una medida comprensible, responsable y necesaria. La extensión que se dio a conocer el 12 de abril produjo una pesadumbre emocional y una falta de horizontes económicos desesperante.
Video: Federico Andahazi en Radio Mitre.
El escenario parece un pantano. Si al problema psicológico que supone la soledad le sumamos, como ocurre en muchísimos casos, la incertidumbre económica, tenemos un cuadro de situación realmente complejo y una población sometida a un gran estrés.
El punto es que el 12 de abril, Alberto Fernández tampoco dió un cronograma cierto a seguir, un detalle de las aperturas o el diseño de una cuarentena futura más quirúrgica y menos horizontal.
A juzgar por las aglomeraciones en los bancos aquel viernes negro o por las colas que hoy día presentan las escasas ventanillas de cobro de servicios, mucha gente tiene la percepción de que las decisiones se toman sin tener pleno conocimiento de cómo es realmente la vida de un ciudadano común.
En el mismo sentido de lo que veníamos comentando, el King’s College de Londres publicó un estudio que da cuenta de los efectos negativos de las cuarentenas indefinidas. El estudio analizó cómo se procesó el aislamiento en situaciones históricas recientes: el Sars de 2003, el ébola en África de 2014 y el coronavirus en Wuhan 2019.
Los médicos aislados demostraron irritabilidad, baja concentración, insomnio, indecisión a la hora de resolver problemas, rechazo al trabajo y hasta deseos de renunciar. ¿Qué demuestra esto? Estrés agudo, imposibilidad de manejar las emociones, cansancio y frustración.
Cuando la cuarentena se extiende sin horizontes puede resultar traumático. Las personas sienten que el esfuerzo que hacen no alcanza, se frustran. Comienzan a advertir que hay “privilegiados” que se mueven con impunidad (Tinelli, Cristóbal López, denuncias de sobreprecios) y eso genera indignación y sensación de injusticia.
Todo colabora para la desmoralización y los spots publicitarios que bogan por una épica ciudadana no alcanzan para dar respuestas a tanta incertidumbre. Por otra parte, la cuarentena parece haberse relajado de hecho, el tránsito en la calle y la cantidad de gente dan cuenta de que los controles se redujeron.
Da la sensación de que ningún dirigente quiere pagar el costo político de que suba la famosa curva de contagios, pero en la realidad los funcionarios advierten que la zozobra económica es difícil de contener y hay una saturación en el humor ciudadano.
Desde el cuidado de la salud mental todos podemos hacer algo para estar mejor, para pasar esto con mayor calma. Definir rutinas, seguir en contacto con los afectos, y tantas acciones que venimos exponiendo.
Pero es importante empezar a recibir respuestas efectivas del gobierno.