Alejandro Borensztein: “Estamos en las mejores manos”

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“No pidamos la renuncia de Ginés que siempre puede venir algo peor. Hay que disfrutar lo que tenemos y que Dios nos ayude”, enunció en otra brillante columna dominical de Alejandro Borensztein en Clarín.

Lectura recomendada para el domingo.

“Antes que nada quisiera pedirle a todos los lectores opositores, contreras, gorilas, republicanos exagerados, neuróticos con TOCs democráticos, progresistas genuinos, humanistas, antichavistas, amantes de Occidente, ñañosos que prefieren esperar que llegue la Pfizer o la de Oxford y demás cipayos que usurpan el territorio argentino, que por favor paren de reclamar la renuncia del ministro Ginés González García“,

No es que no haya suficientes motivos. De hecho, sobran. Pero a la hora de reclamarle renuncias al gobierno, siempre hay recordar la más infalible de las 20 verdades kirchneristas:

Verdad Kirchnerista Nº17: “Cada vez que el kircherismo decide rajar a un tipo o a una tipa del gobierno, inexorablemente será reemplazado por algo peor”.

Revisen el historial. No falla. ¿Se imaginan uno peor que Ginés? ¿En el medio de una pandemia? No arriesguemos más, al final vamos a terminar saliendo campeones mundiales del COVID, con la mitad del país contagiado y la otra mitad vacunada contra la aftosa, que va a ser la única vacuna que vamos a conseguir.

Para colmo, Cristina le acaba de dar la orden a Tío Alberto, en vivo y en directo por televisión, de que por favor m´hijito me vas echando un par ministros que no me gustan. Un peligro, dada la verdad kirchnerista Nº17.

Imagínese amigo lector si, por ejemplo, lo echan al ministro de Educación, Trotta. ¿A quien van a poner? ¿Será la hora de Baradel? Ojalá el Presidente no le haga caso. No toquemos el equipo. Si bien no da para usar la remanida frase “equipo que gana no se toca”, porque obviamente estos ñatos no ganaron nada, la tradición indica que toda opción de reemplazo será peor.

La otra recomendación para todos los que usurpan el campo nacional y popular es que, si pretenden seguir viviendo en estas tierras sin padecer más de la cuenta, bajen un cambio y asuman la realidad tal como es. No nos podemos pasar la vida quejándonos del gobierno por las cosas que hace o reclamándole al presidente por cada pavada que dice. Seamos un poco más tolerantes y démosle una mano a esta gente, que ya no sabe que hacer ni con el país ni con todos nosotros adentro.

Si bien cada vez va quedando más claro que no nacieron para laburar de gobernantes, también hay que reconocer que nosotros, los argentinos, somos insoportables.

Cortémosla con esta manía de refregarles en la cara, por ejemplo, cuando Tío Alberto decía que ya venían 20 millones de vacunas. O que ya nos habíamos asegurado la Pfizer porque se estaba testeando en Argentina. O la Oxford porque la estábamos fabricando nosotros, a medias con México. O que ya vienen 300.000 en un vuelo de Aerolíneas que te lo venden como si fuera la epopeya de Magallanes. Basta. Por favor, no les recordemos cada dos minutos que dijeron todo lo que dijeron. Ya sabemos como son. Los conocemos desde el 2003, cuando un dólar valía 3 mangos.

Nunca nos olvidemos que esta colección de declaraciones empezó el 12 de marzo con el Presidente diciendo que “el Coronavirus se mata tomando bebidas calientes”. Posta que lo dijo, lo que pasa es que llevan 9 meses diciendo genialidades y uno se olvida de las primeras.

Es hora de ser piadosos y poner el hombro. Kicillof cerró su presentación en el show del viernes en el Estadio Único pidiéndole a los medios y a la oposición que ayuden en el proceso de vacunación. Tiene razón, hay que ayudarlos. Ya vemos lo que pasa cuando los dejamos solos.

Párrafo aparte, valoremos el acto que organizaron en La Plata con los cinco grandes en el medio de la cancha. De izquierda a derecha: Máximo (7, puntero derecho), Massa (8, volante por derecha), Alberto (9, delantero neto, aplaudan aplaudan no dejen de aplaudir los goles de Tío Alberto que ya van a venir, algún día…), Cristina (como enganche con la 10) y Axel (11, puntero izquierdo), todos con el apoyo de la pata peronista representada por Verónica Magario. No serán Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino pero la mueven. Gran equipo para recuperar la confianza y atraer inversiones. Ovación desde todos los rincones del país. Desde Colonia hasta Rocha y desde Paysandú hasta Rivera pasando por Tacuarembó.

Los cinco grandes, con los ministros y los intendentes, se autoconvocaron bajo el lema “Desafíos para la Reconstrucción Bonaerense” y Kicillof empezó su show diciendo “la provincia es tierra arrasada”. Gran frase. Por fin la tantas veces reclamada autocrítica del peronismo. Gobernaron la provincia 28 años consecutivos (1987/2015), ya era hora de que reconocieran lo perpetrado.

Dicen que se viene la reconstrucción. Dificil desafío, Axel. En cuatro añitos Mariú hizo todo lo que pudo para pelear contra las mafias, la decadencia y la miseria. Ahora te toca a vos. Suerte campeón.

Volviendo al punto, es hora de arremangarse y ayudar. Olvidémonos de las 10 millones de personas que Alberto prometió vacunar entre enero y febrero. Tenemos un problema más urgente: ¿cómo los ayudamos para que cumplan con la promesa de vacunar 300.000 personas antes de fin de año? Si las vacunas llegan el 23, te quedan 3 días hábiles porque el 24 y 31 no labura nadie y el resto son feriados. No se puede perder tiempo.

En primer lugar, hay que darla así como venga. Si vamos a esperar que la aprueben, no llegamos más. No los presionemos desde los medios o desde la oposición pidiéndoles certificados, informes de fase 3, etc. Nada.

Aterriza el avión y, mientras condecoramos a los camporistas que están en el directorio de Aerolíneas por haber logrado la hazaña de que un avión vaya y vuelva a Moscú suspendido en el aire a 10.000 metros de altura, aparecen las enfermeras con el algodoncito, el alcohol y ya vamos despachando.

Lo más práctico sería amontonar gente en Ezeiza. Como hicieron con los barrabravas en la Rosada. No creo que haga falta que vaya el Presidente Fernández a organizar todo personalmente con el megáfono, pero si pensamos que es necesario, no escatimemos esfuerzos.

Convoquemos desde la tele y vacunemos a todos los que vengan. Si son mayores de 60, no importa. El ministro Gollan ya nos explicó que cuando Putin dijo que la vacuna no estaba recomendada para los mayores, en realidad había sido una mala traducción de los medios hegemónicos. El famoso lawfare de la bad informeiyon.

Suerte que Gollan habla ruso y pudo esclarecernos a todos. A propósito, que raro es el kirchnerismo: tienen uno que habla ruso y ninguno que habla inglés.

Otra cosa importante es que descartemos vacunar a los porteños. Como nos enseñó Diosdado Cabello, el amigo de Tío Alberto, cuando intentaba presionar a los venezolanos para que fueran a votar y así disimular que en Venezuela hay una dictadura: “el que no vota no come”. Hagamos lo mismo con los porteños. Gente que vota mal no se vacuna y listo. Un problema menos.

Y si se complican las negociaciones con los papeles y los laboratorios, habrá llegado la hora de volver a convocar a los especialistas. Gente que tenga experiencia. Este quilombo con De Vido no pasaba.

Al final tienen razón D’Elía, Agustín Rossi, Cabandié y todos los que piden que liberen a los presos políticos, un indulto o lo que sea. No digo traer a José López, el del convento, porque es un poquito torpe. Pero un Baratta o un Jaime, en estas circunstancias, se extrañan.

Mientras tanto, disfrutemos de Ginés, Gollan, Cristina, Alberto, Máximo, Massa, Kicillof y tantos más. Evidentemente, y por suerte, los argentinos estamos en las mejores manos.

En las manos de Dios.

La columna completa de Alejandro Borensztein en Clarín haciendo click aquí.