Rafecas es un peligro

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La Argentina democrática y republicana todavía está a tiempo de evitar que el juez Daniel Eduardo Rafecas sea designado como el nuevo y todopoderoso Procurador General de la Nación. Necesita una mayoría calificada de 48 votos sobre 72, en el Senado de la Nación y no puede llegar a ese número si los radicales y los macristas se niegan a votarlo. De todas maneras, nunca está dicha la última palabra. Juntos por el Cambio todavía no expresó formalmente su decisión y hay algunos legisladores que, por distintos motivos, están tentados de tragarse el sapo de Rafecas y levantar la mano a su favor.

El peligro de que Rafecas ocupe tan decisivo lugar es que ya demostró su fuerte vinculación con el presidente Alberto Fernández y su falta absoluta de independencia.

El cargo de jefe de todos los fiscales, siempre fue clave. Pero con la puesta en marcha del nuevo código penal, Rafecas (o quien sea designado) tendrá un poder gigantesco. Es que se instaura el sistema acusatorio que traslada todo el peso de la investigación a los fiscales y no a los jueces como es hasta ahora. Los ideólogos del cristinismo de la impunidad, ven ese lugar como el mecanismo ideal para dinamitar los Tribunales de Comodoro Py y vaciar de capacidad a los jueces federales que tanto preocupan a la exitosa abogada que nunca ganó un juicio pero lo perdió varias veces. Quieren jueces domesticados que garanticen la impunidad de Cristina, sus hijos y el cártel de los pingüinos Es uno de los caminos elegidos (pero no el único) para dejarlos afuera de las investigaciones.

Por eso es tan importante y tan peligroso que el juez Daniel Rafecas sea designado en ese lugar. Sería el jefe de la impunidad.

Hace un par de semanas, Ignacio Zuleta, el columnista del diario Clarín, planteó que Rafecas ya tenía los votos necesarios para ser el próximo procurador. Fue una especulación audaz. Pero mencionó a algunos senadores que sumarían su granito de arena. Habló de Carlos Reuteman, Lucila Crexell, Alberto Weretilnek, Guadalupe Tagliaferro y hasta de Martín Lousteau, por una relación de su hermana en el ambiente universitario con Rafecas.

 Insisto con esta aclaración. Esto no lo digo yo. Lo escribió Ignacio Zuleta en Clarín. Incluso avanzó más y planteó que Rafecas, tendría un guiño de Ricardo Gil Laavedra y Ernesto Sanz. La verdad, me cuesta creerlo. Pero Zuleta es un periodista experimentado y suele tener buena información. Falta poco para comprobar si tenía razón o no.

Digo que me cuesta creerlo y explico porque. El cargo está vacante desde que la ultra kirchnerista Alejandra Gils Carbó fue eyectada por manejos oscuros en la compra de un edificio, entre otras irregularidades que cometió con la camiseta de Cristina puesta.

 El presidente Mauricio Macri propuso a la prestigiosa jurista Inés Weinberg de Roca y el justicialismo ni siquiera se dignó a habilitar el tratamiento. Tuvo que continuar en forma interina Eduardo Casal.

Rafecas no puede ser jefe de todos los fiscales porque carece de la autonomía necesaria. Ese lugar debería ser ocupado por alguien impoluto, un jurista de excelencia, sin ninguna mancha ni vinculación político-partidaria.

Y Rafecas es dueño de un par de records que lo descalifican. Primero, desestimó en dos ocasiones, en un abrir y cerrar de ojos, la denuncia que el fiscal Alberto Nisman hizo contra la presidenta Cristina y otros, por encubrimiento de los terroristas que volaron el edificio de la AMIA y produjeron 85 muertos. Ni siquiera se tomó el trabajo de leer el informe de Nisman e hizo descalificaciones graves sobre la salud mental del fiscal asesinado. La Corte Suprema caracterizó esos ataques como “contrarios a los deberes de reserva, secreto, respeto y prudencia esperables de los jueces.”

Una vez asesinado el fiscal, la mayoría de sus compañeros, por temor y/o por indignación, participaron de una multitudinaria marcha histórica a la que Rafecas, por supuesto, no concurrió. Los fiscales fruncen el ceño cuando le mencionan a Rafecas y condenan su soberbia y altanería.

Siempre elegante y de punta en blanco, unos días atrás, Rafecas entró en la historia porque su candidatura fue rechazada por dos de las personas más antagónicas que hay en la Argentina. Hablo de una las legisladoras que tiene más alta imagen de honestidad, Elisa Carrió y del preso de mayor imagen de corrupción: Julio de Vido.

Hace 5 años la diputada Carrió dijo textualmente: “da vergüenza por la obsecuencia” la forma en que desestimó la denuncia de Nisman: “Esto sí que es relato y de la peor calaña porque Rafecas alaba a la presidenta Cristina y a su canciller Timerman como paladines de la búsqueda de la verdad”. Insisto con la fecha: hace 5 años que dijo esto la cofundadora de Cambiemos y líder de la Coalición Cívica.

El Consejo de la Magistratura sancionó a Rafecas pero con una multa insignificante equivalente a la mitad de su sueldo por una única vez. Pero ese castigo disciplinario fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia ante la apelación de Rafecas.

No sorprende que Elisa Carrió y Waldo Wolff sean los principales cuestionadores de Rafecas. El diputado denunció que el juez lo intimidó y amenazó.

 Pero el colmo de la oposición a su designación vino del lado del arquitecto Julio de Vido, hoy detenido con tobillera electrónica en su lujosa mansión de Puerto Panal donde también tienen propiedades Máximo Kirchner y el Bochi Sanfelice. De Vido, en una carta de 4 carillas dirigida a la ministra de Justicia, Marcela Losardo, aseguró que la probable designación de Rafecas “no contribuye al mejoramiento de la justicia” por “haber inventado causas en forma oportunista para ser funcional a la persecución más vil de la derecha argentina y la embajada de los Estados Unidos al facilitar el Lawfare”. Está claro que De Vido está resentido porque Rafecas lo procesó por corrupción en la causa Odebrecht donde el ex ministro había dejado los dedos pegados. Fue tan burda la corrupción de De Vido que ni Rafecas pudo salvarlo.

Alberto Fernández lo propuso en el primer boletín oficial de este año. En los considerandos, el presidente destaca sobre todo lo que Rafecas carece: “independencia”.  Se conocen hace 20 años y ambos fueron profesores de la materia “Teoría del delito”, en la facultad de derecho de la UBA y ambos fueron discípulos de Esteban Righi al que ninguno defendió ni con una palabra, en su momento, cuando Amado Boudou lo volteó de un plumazo en una conferencia de prensa vergonzosa.

El presidente Fernández, va a tener que explicar sus acusaciones en este canal, TN con Nelson Castro, donde dijo que Cristina “se va a ir del poder con dos máculas”. Y menciona el tema Ciccone y la denuncia de Nisman, justo dos de las causas en las que intervino Daniel Rafecas.

Esto es lo más grave que hizo Rafecas. Pero no es lo único. Hay impugnaciones que cuestionan su “idoneidad moral” pese a que Alberto lo calificó como “una eminencia del Derecho”. ¿No será mucho, Alberto? ¿Eminencia del derecho y del revés?

Otra falta grave de Rafecas, fue intercambiar mensajitos vía chat y darle consejos al abogado de Boudou, en la causa Ciccone. Sus superiores, lo desplazaron de ese expediente porque se afectó su imparcialidad y fue sancionado por el tribunal de disciplina del Colegio de Abogados de la Capital Federal. Fue una inconducta inadmisible para un funcionario que aspira a una alta magistratura.

Por todo esto, es un peligro que Daniel Rafecas sea elegido con tanto poder como jefe de todos los fiscales. Quien quiera oír que oiga. Pero después, que nadie diga que no estaba enterado…