El stock de sueros contra el Covid creció el doble en junio y la mitad se encuentra en la provincia de Buenos Aires. Duras críticas de la oposición.
Las vacunas contra el coronavirus han empezado a arribar en mayor cantidad al país. Para esta semana se espera un total de 5 millones de dosis, según informó el Gobierno. Esa aceleración ha dejado al descubierto un problema que ya existía pero que el vértigo de los lotes que aterrizan en Ezeiza acentúa: con el ritmo de las aplicaciones en baja, el stock no para de crecer.
La constante es la irregularidad: en las primeras semanas de junio, Argentina había llegado a aplicar más de 350 mil dosis en un solo día. El 4 de junio tuvo lugar el récord de 389.924 dosis aplicadas en 24 horas. Fue el pico de la curva. En días sucesivos la cifra estuvo por encima de las 300 mil dosis, pero esa intensidad no se sostuvo en el tiempo.
El 18 de junio la cantidad de inoculaciones pegó otro salto para superar las 378 mil dosis, pero ya fue la excepción a la regla. Antes y después de esa fecha las marcas cotidianas se ubicaron no sólo por debajo de las 300 mil dosis, sino alguna incluso por debajo de las 100 mil. Pocas para un escenario en el que se debería avanzar contrarreloj.
El problema ya había sido advertido por el Gobierno a comienzos de este mes, cuando les pidió a los gobernadores que apretaran el acelerador de la campaña de vacunación. Ocurrió después de que se revelara, el 7 de junio, que entre marzo y mayo había existido un stock promedio de 2 millones de vacunas sin aplicar.
El tirón de orejas de la ministra Carla Vizzotti surtió efecto por unos días. Luego, los ecos del reto se desvanecieron, en algunos rincones de la Argentina más que en otros. El stock de vacunas distribuidas sin aplicar hasta este miércoles es de 4,5 millones, la mitad de las cuales esperan un beneficiario en la provincia de Buenos Aires.
Varios dirigente de la oposición manifestaron su indignación en las redes sociales.
Este déficit no se da en cualquier momento, sino en una instancia crucial en la que la variante Delta del Covid es una amenaza latente. No hay epidemiólogo o infectólogo que no afirme a esta altura que para hacerle frente a la tercera ola es necesario que la población -y sobre todo la de mayor riesgo- tenga aplicadas las dos dosis de la vacuna.
De ahí el incomprensible síntoma de las vacunas “durmiendo” en heladeras. Ya era incomprensible antes de la Delta, pero lo es más cuando la variante de la India sigue acechando al mundo.
Información de Clarín