La revolución de Milei sepultó al cristinismo

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Javier Milei encabezó una revolución sin antecedentes en la Argentina. Su primer logro fue sepultar políticamente al cristinismo. Nadie había logrado en la historia derrotar al peronismo unido y conseguir casi 14 millones y medio de votos sin tener una estructura partidaria solida territorialmente. En muy poco tiempo, un absoluto outsider ganó ayer en casi todo el país. Incluso consiguió un empate técnico en la provincia de Buenos Aires. Este señor extravagante que mezcla lucidez con errores no forzados no tiene un solo gobernador, tiene apenas tres intendentes de localidades con menos de 2.500 habitantes y apenas 38 diputados y 7 senadores. Con casi nada venció al más poderoso enemigo de la democracia republicana que es el kirchnerismo en su etapa massista. Fue una verdadera epopeya lo de Javier Milei. Supo interpretar los nuevos vientos de época de millones de argentinos hartos de Cristina y sus muchachos. Esos ciudadanos fueron capaces de utilizar a Milei como herramienta para decir basta. Basta de corrupción sin condena. Basta de impunidad. Basta de funcionarios millonarios que condenaron a los pobres a ser esclavos de un plan social y a cortar calles para recibir esa dádiva. Basta de autoritarios que se quisieron llevar por delante con extorsiones y patotas a la justicia y a los medios de comunicación independientes. Basta de hablar en lenguaje inclusivo pero no hacer nada para evitar los femicicios. Basta de proteger a los violadores y abusadores kirchneristas. Basta de mantener relaciones carnales con los países que más violan los derechos humanos como Venezuela y Cuba.

Milei es un nacido y criado en las pantallas. Casi no tiene locales partidarios. Es un político cuyo territorio de militancia y crecimiento fueron las redes sociales y la televisión. Es una verdadera revolución la que hizo porque no hay antecedentes en la historia de que casi un recién llegado haya puesto de rodillas a un gigante. Una reedición política de la historia de David y Goliat.

Su discurso se fue moderando y puliendo. Le abrió las puertas a los más talentosos, mérito puro al revés del kirchnerismo, y a los que abracen las ideas de la libertad. Exhibió pluralismo cuando dijo: “no importa de donde vengan”. “No les voy a hacer un test de liberalismo en sangre”.

El concepto que más convocó a las multitudes fue que el ajuste “ahora lo va a pagar la casta política y no le gente”. Achicar la burocracia del estado sacando ñoquis y vividores para hacerlo más eficiente. Como ejemplo dijo que tal vez sume a sus equipos a peronistas como Florencio Randazzo o Miguel Pichetto y a macristas ortodoxos como Guillermo Dietrich o Javier Iguacel. Es música para los oídos de los ciudadanos su anuncio de que va a bajar 160 impuestos para mantener solamente diez. Terminar con los curros y los malandras de estado. Facilitar la vida de la gente y los emprendimientos de empresas y negocios. En definitiva: sacarle la pesada pata del estado de encima a los que innovan y producen.

Ayer ocurrió un terremoto político. El sismo fue de tal magnitud que va a reconfigurar el rompecabezas de los partidos. Del lado de los perdedores es muy probable que el peronismo que gobierna se divorcie para siempre del chavismo K. Los jefes de estados provinciales e intendentes tienen la legitimidad de sus triunfos para construir el post cristinismo y dejar afuera a La Cámpora como grupo testimonial junto a la izquierda más radicalizada y que menos votos tiene.

En la otra vereda aparece nítido que un sector del radicalismo que perdió en esta apuesta se asocie con Horacio Rodríguez Larreta y algunas palomas para armar un proyecto más de centro socialdemócrata. Hablo de Gerardo Morales y Martín Lousteu. Tal vez se sume la coalición Cívica de Elisa Carrió que cometió muchos errores políticos y de personalismo pero que tiene varios dirigentes de gran nivel como Toty Flores o  Paula Oliveto, entre otros.

A la derecha de su pantalla y sin complejos puede mixturarse una coalición de gobierno entre Javier Milei  y los seguidores de Mauricio Macri y Patricia Bullirch en el PRO y de un sector del radicalismo como Luis Petri o Alfredo Cornejo, el gobernador electo de Mendoza. De hecho muchos simpatizantes radicales votaron a Milei pese a que el partido llamó al voto en blanco o a ser neutral. Todavía falta para que esto se consolide. Pero ya se advierten los primeros movimientos.

Los desafíos para el flamante presidente son inmensos. Es el gobierno más sorpresivo y más débil desde 1983. Necesita construir poder con acuerdos parlamentarios y  sumarle legitimidad de acción a su gran legitimidad de origen.

La mayoría de los argentinos dijo: esto no va más. Hay que empezar una nueva etapa para construir una nueva Argentina. Milei y su estilo dieron vuelta el dicho popular: ayer fue más vale bueno por conocer que malo conocido. Hubiera sido un suicidio darle a Sergio Massa el lugar de bombero cuando fue el responsable de los peores incendios sociales y económicos: pobreza, falta de inversión, cepo, maquinita de billetes desbocada y al borde de la hiperinflación. Massa lo hizo. Y Cristina y Alberto fueron sus socios y cómplices.

Sergio Massa pretende huir despavorido del cargo y pedir licencia.

Alberto se va a España.

Cristina se va a Italia.

Irresponsables y cobardes. Huyen como ratas. Dejan a un país a la deriva y demuestran que se llenan la boca hablando de los pobres pero que no les importan un pepino. Solo tienen voracidad por el poder y por el dinero. La mayoría de la gente se dio cuenta y lo demostró ayer. No cayó en ninguna trampa. No se asustó con la campaña del miedo porque comprendió que el miedo existe ahora con estos delincuentes y chantas. No se dejaron comprar el voto con un plan platita nunca visto que Massa deberá explicar ante la justicia. Y no se fueron de fin de semana largo pese a que el gobierno no quiso modificar el feriado con el objetivo de conseguir una ventajita.

El peronismo deberá tomar nota. Tucumán, Catamarca y La Rioja, provincias casi eternamente peronistas, cayeron frente al aluvión de votos de Milei. Sectores populares y humildes pusieron esa boleta, una verdadera herejía para los que no pueden comprender que esos compatriotas voten junto a la derecha y la oligarquía. Hasta la provincia de Buenos Aires la ganaron por un suspiro. Casi hubo un empate técnico. Eso significa que el voto atravesó transversalmente a todas las clases sociales. Y que el kirchnerismo dejó de representar a los pobres porque viven encerrados en un frasco de inflamación ideológica. No entienden nada. Aplican viejas categorías para analizar nuevas sociedades con nuevas problemáticas. Esos discursos jurásicos y consignas apolilladas también cumplieron su ciclo y hay que jubilarlas. La campaña negativa que le hicieron a Milei no logró hacerle mella. Todo lo contrario. Lo victimizaron. Lo quisieron acusar de anti patria por admirar a Margaret Thatcher o enfrentarlo con el Papa Francisco, y millones de ciudadanos no se comieron esa curva y lo votaron sin problemas. Y en las provincias más productivas, Córdoba, Santa Fé y Mendoza, la Libertad avanzó por arriba del 70% de los votos, una cifra colosal.

Milei fue claro a la hora de definir de qué lado estará en el plano internacional. Su primer viaje lo llevará a Estados Unidos e Israel, capitalismo y progreso y  puso un país como ejemplo: Irlanda.

Se vienen tiempos difíciles. Turbulencias económicas y piedras y gomas quemadas en las calles. La sociedad debe acompañar todas las medidas democráticas, razonables y republicanas y repudiar a los que utilicen la violencia para imponer sus ideas.

Argentina dio el primer paso para volver a ser un país normal y próspero. Se sacó de encima a los ladrones y autoritarios. Es un paso gigantesco pero apenas el primero. Falta mucho para recuperar la esperanza y el progreso colectivo. Se hace camino al andar. Y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino. Si no estelas en la mar.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre