La República Cristina, la República herida

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Desde el retorno de la democracia en 1983, nadie le hizo tanto daño a la República como Cristina. Y nadie está en condiciones de seguir haciendo más daño todavía. Chavista y vengativa, atropelló la división de poderes, avanzó a paso redoblado en su plan de impunidad y lo único que le falta es cambiar el nombre de nuestro bendito país y bautizarlo República Cristina. Nadie, nunca abusó tanto de su poder. Nadie, nunca se enriqueció tanto, ilícitamente como jefa de la banda que saqueó al estado, es decir, a todos los argentinos.

La diputada Mariana Zuvic dijo que  no hay forma de que Cristina zafe de ir a la cárcel. El primer paso es el juicio político y la destitución de los jueces que quedaran en la historia como los autores de un mamarracho jurídico sin antecedentes. Inventaron un traje a medida un código especial, casi monárquico para Cristina, la Reina de la Impunidad. Declarar la inexistencia de delito, y plantear que Cristina es inocente sin que se realice el juicio, produjo “uno de los mayores escándalos judiciales de los últimos tiempos”, como escribió Joaquín Morales Solá, que agregó “Pasaron del “prevaricato a la obscenidad y a la pornografía”. Una docena de jueces y fiscales sostuvieron la acusación hasta llegar al juicio oral. Y en dos minutos, dos magistrados cínicos y canallas, lo tiraron abajo. El lavado de dinero fue brutal estaba probado por una metodología burda que hablaba del sentimiento de impunidad que tenían. Alquileres de habitaciones de hoteles y departamentos por valores muy por encima del valor de mercado. Era la manera de devolver la coima a Cristina y de blanquear el dinero sucio de la corrupción y los sobreprecios.

 En realidad lo que Daniel Obligado y Adrián Grünberg produjeron fue un fallo que consagró la inexistencia de justicia. Todo el cuerpo del estado de derecho sufrió una herida brutal. Una puñalada por la espalda. Me hizo acordar a aquella película de Miguel Pérez con guión de Luis Gregorich llamada “La República perdida”. Fue en 1983, como un intento de cerrar un período de dictaduras, terrorismo de estado, donde la ley fue tomada por asalto. Nunca en la historia judicial hubo tantas pruebas documentales, audios, videos, cuentas bancarias, testimonios de arrepentidos y  cruces de llamadas que confirman que Cristina es culpable de toda culpabilidad y que se convirtió en la mujer más corrupta de toda la historia democrática.

Hoy podríamos hablar de una película de terror, llamada “La República herida, la República Cristina”. El fiscal Carlos Stornelli puso en Twitter un lazo negro de luto por la muerte de la justicia.

 “Juicio, castigo y condena a los culpables”, era la consigna de aquellos tiempos de sangre y muerte. Hoy Cristina consiguió la más insólita de las situaciones. No tuvo juicio, ni castigo, ni condena. Dos personas que dinamitaron su buen nombre y honor si es que alguna vez lo tuvieron, perpetraron la inocencia de Cristina, Máximo, Florencia, Lazaro y Cristóbal, el Cártel de los Pinguinos Millonarios.

Es tan absurdo y bizarro todo lo que ocurrió que estos jueces declararon inocentes incluso a los que se habían declarado culpables. Si, escuchó bien.

Víctor Manzanares, el histórico contador de la familia Kirchner, se arrepintió y confesó. Relató con lujo de detalles como  había malversado los libros contables y los balances para dibujar las falsedades que presentaron ante la Afip y otros organismos de control.

Para Obligado y Grünberg, todos fueron inocentes. Incluso Manzanares, que confesó sus delitos. Nunca visto en la historia de los tribunales. El acusado dice: “soy culpable, me arrepiento” y los jueces le responden: “Cállese la boca, usted es inocente”. Vergüenza y escándalo institucional.

En 7 meses, Cristina logró zafar de tres causas. Le quedan otras cuatro elevadas a juicio oral. ¿En estas también aplicarán la doctrina Cristina reina de la Impunidad?

Rogelio Alaniz, intelectual reflexivo y prudente, escribió indignado hasta las náuseas, que la justicia se transformó en “el trapo de piso para lavar la mugre kirchnerista” y que los jueces “están retozando felices en una piscina de excrementos”.

Es que la repugnancia fue tan grande que en las redes ya están convocando a una marcha y banderazo para expresar ese repudio. Todos nos acordamos de aquel momento emblemático en que Cristina le pegó una gran puñalada a la República. Les gritó a los jueces que a ella ya la había absuelto la historia. ¿Se acuerda?

Parece que no le alcanzó con que la historia la absuelva. Ahora busca desesperadamente la impunidad absoluta en los tribunales. Y en ese rumbo es capaz de hacer cualquier cosa. Toda su actividad conspira contra la convivencia democrática y el respeto a la ley. Pero lo más grave es haber herido a la república. Ojalá no logre su objetivo de instalar la República Cristina. Y si eso ocurre, algún día Dios y la patria se lo van a demandar.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre