La radicalización chavista de Cristina

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Cristina ordenó acelerar la radicalización chavista del gobierno. Es la puesta en acto del “vamos por todo”. Llevar al extremo todas sus posiciones confirma que necesita quebrar el régimen democrático porque es la única oportunidad que tiene para lograr su impunidad y saciar su sed de venganza.

Está aplicando una clásica receta cocinada con el castrismo cubano. Primero, romper con el sistema financiero internacional y establecer alianzas con los países más autoritarios del mundo.

Cristina fue muy directa en su discurso cuando dijo que “los plazos y las condiciones” del Fondo “son inaceptables” y que “no podemos pagar la deuda porque no tenemos plata”.

Por supuesto que, de inmediato se desplomaron los bonos argentinos y aumentó el riesgo país. En el mismo momento, Alberto le decía al jefe del Banco Mundial que iban “a honrar los compromisos” y Martín Guzmán, que no gana para sustos, hacia malabarismos para lograr un acuerdo con Kristalina Georgieva la titular del Fondo. De esa manera Cristina le comunicó al mundo económico que ella es la que manda, que Alberto está pintado y que está gobernando con quienes estaban a su lado: Máximo, Axel, el Cuervo Larroque y Sergio Berni. Alberto, bien gracias. Se enteró por la televisión.

En ese camino, como es su costumbre, Cristina mintió descaradamente, entre otras cosas, sobre la deuda que dejó su gobierno.

En el mismo acto resaltó su presunta actitud “antimperialista” con ejemplos de una frivolidad y de un simplismo que asustan. Destacó que las vacunas que están usando son rusas y chinas como un valor ideológico y planteó que sus críticas a los Estados Unidos son porque “lo hace en defensa de los intereses argentinos”. Y para demostrar que no era arbitraria su postura confesó que con Néstor se iban de vacaciones a Disneyworld y que el ex presidente disfrutaba como loco del territorio de Mickey Mouse y el Tío Rico del Pato Donald. Pero lo más grave no es lo que dijo, sino lo que hizo. Ordenó que Argentina se retirara del “Grupo de Lima”. Un 24 de marzo, el mismo día en el que le rendimos un homenaje a los derechos humanos, Cristina resolvió que Argentina se abrazara a la narco dictadura más feroz del continente americano.

Eso fue celebrado por el chavismo venezolano que tortura, asesina y produjo que alrededor de 5 millones de sus habitantes huyeran al exilio buscando paz, progreso y libertad.

El diputado Alvaro de Lamadrid, definió este volantazo como “diplomacia encapuchada”. Le recuerdo que la condena del mundo libre no es producto de versiones que deslizó de algún fascista o la CIA. Todo lo contrario, todo el horror y el terrorismo de estado venezolano, fue incluido en rigurosos informes de la ex presidenta socialista de Chile, Michelle Bachellet.

Argentina entrelaza su destino al lado de Venezuela, Cuba, Irán, Rusia y China. Dime con quién andas y te diré quién eres.

El giro hacia el chavismo explícito incluyó también el apoyo de Eugenio Zaffaroni a, Alex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro y de toda su casta millonaria y corrupta.

Fronteras adentro, avanza el plan sistemático para apoderarse de la justicia y meter preso a Mauricio Macri y otros opositores, jueces y periodistas, como anticipó Estela Carlotto. Ella ya no encabeza más un organismo de derechos humanos que por definición debe ser ecuménico y plural. Ahora Carlotto pasó a ser la jefa de una de las agrupaciones del kirchnerismo.

Todo es parte del mismo proyecto. Obligar a que empresarios importantes tengan que irse del país es un objetivo buscado. El modelo que Cristina propone tiene como emblema al clan Moyano. Ayer Hugo y Pablo también insultaron a Macri y de paso bloquearon con su patota antidemocrática un centro de distribución de un gran supermercado. Son formas de marcar la cancha del nacional populismo autoritario que están edificando. No quieren actividad privada, solo empresas del estado. Igual que en Formosa.

Como si todo esto fuera poco, hay que decir que no les va a temblar la mano en apelar a una feroz represión callejera, siempre con la excusa de “defender al pueblo de los ataques de la oligarquía golpista”. Ya lo demostraron en Formosa, con un señor feudal que Alberto puso como ejemplo y que encubrió todo el peronismo.

Una agrupación de la Central de Trabajadores de Hugo Yasky y Roberto Baradel, invadió con salvajismo el edificio del diario Río Negro, vandalizó todo lo que encontró y atacó a un par de trabajadores de prensa. Así proponen solucionar sus diferencias con los medios de comunicación.

La violencia siempre forma parte de este tipo de fanatismos dogmáticos. Se sienten dueños de la verdad, de la patria y, por eso, todos los que piensan distinto pasan a ser enemigos.

Nadie puede mirar para otro lado. Cristina avanza a paso redoblando y tambor batiente y coloca al gobierno frente a un precipicio muy peligroso. El universo democrático y republicano tiene la obligación y la gran responsabilidad de ponerle límites en las urnas a semejante atropello. Solo queda rogar que no intenten manipular ni malversar el resultado electoral que se viene. Sería la consagración de una tiranía llamada Cristinato.

Pero Cristina siempre te da sorpresas. Ayer le dio la razón a Mauricio Macri, cuando le dijo que no estaba bien y que no conectaba con la realidad. Es que cayó en el ridículo varias veces. Al comparar a Patricia Bullrich con Jessie, la vaquera de Toy Story y en un claro gesto machirulo tratarla de “mamarracho”. O cuando se metió en el terreno de las vacaciones familiares y sobre todo cuando cometió un grave e imperdonable error histórico al referirse al levantamiento carapintada de 1987. Se equivocó en todo lo que dijo. No pegó una. Criticó al peronismo por no haber defendido al presidente Raúl Alfonsín y ocurrió todo lo contrario. Son históricas las fotos de Alfonsín con Antonio Cafiero, quien era  el presidente del partido Justicialista. Hubo hasta representación parlamentaria opositora en ese balcón democrático. Estuvieron los presidentes de los bloques de diputados, José Luis Manzano y de senadores, Vicente Leonides Saadi.

La nueva aparición de Cristina dejó muy en claro su propuesta. Busca impunidad y venganza y oscila entre el delirio y el chavismo. ¿Sabrá el pueblo votar?

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre