Cristina, Alberto y Massa conforman el “Triángulo de las Bermudas”, de un gobierno que no gobierna y que no registra ni su propio colapso. En esa suerte de remolino gigante se están hundiendo los mejores valores de nuestro pueblo como el mérito, la cultura del esfuerzo y el progreso, la honradez, la educación para la movilidad social ascendente y el pluralismo republicano.
Para que haya datos y no relatos, podemos ir a algunas cifras de las últimas horas y que son escalofriantes.
Pobreza: 39,2%. 18.600.000 personas
Indigencia: 8,1%. 3.860.000 personas
Empleo en negro: 5.613.000 personas.
Deuda pública nacional: 397.788 millones de dólares.
Inflación de marzo: 7,7%
Inflación anual proyectada: 120%.
Dólar blue: 420 pesos
Aumento del dólar: 506% desde que asumió Alberto.
Esta es una radiografía exacta y brutal del fracaso absoluto del cuarto gobierno kirchnerista. Los datos son todos oficiales y estremecedores.
Al trípode del poder argentino, a Cristina, Alberto y Sergio Massa, se les debería caer la cara de vergüenza. Destruyeron todo lo que tocaron. No solucionaron ninguno de los problemas que había y potenciaron nuevos dramas. Y eso que no le estoy hablando de la inseguridad galopante que mata argentinos humildes como nunca, del narco como estado dentro del estado, de la búsqueda de la impunidad para Cristina apelando a aprietes y extorsiones a la justicia y a niveles de autoritarismo pocas veces vistos.
No conformes con semejante salvajada que los confirma como el peor gobierno de la historia democrática, se la pasan mintiendo, buscando culpables en lugar de soluciones e inoculando un odio perverso en las venas abiertas de la sociedad. Este no es un gobierno, es una catástrofe nacional.
La pelea inmoral entre ellos por tratar de ocultar las responsabilidades que tienen es tragicómica. Leopoldo Moreau dijo con cara de acero inoxidable que este no es el gobierno de Cristina.
Pablo Zurro, intendente de Pehuajó y talibán de Cristina, insultó a Antonio Aracre porque “esa basura nunca tendría que haber sido designado jefe de asesores. Es un ratón carbonero con ínfulas de pantera negra. A sus verdaderos jefes (se refiere a los grandes grupos económicos) les convenía la corrida”.
Un mamarracho que se desarma con dos preguntas muy simples. A esa basura de Aracre, ¿Quién lo designó? Alberto Fernández. Otra: ¿Y a Alberto quién lo designó con un tuit? Cristina Fernández.
Aracre siempre fue un figuretti impresentable y vocero de las grandes cerealeras. Pero nadie le puso una pistola en la cabeza a Alberto para que le diera semejante lugar como jefe de asesores.
Otra. Agustín Rossi, jefe de gabinete, confesó, en un sincericidio, que no pudieron con la inflación, pero de inmediato le echó la culpa a la oposición por “promover inestabilidad y una devaluación”. En qué mundo vive Rossi que no se enteró como dijimos hace instantes que el dólar en los 38 meses que lleva Alberto en el gobierno aumentó un 506%. ¿Escuchó bien? Un 506%. ¿Si esa no es una devaluación colosal que es una devaluación?
Casi como una caricatura, Rossi agregó que si Alberto no se decide, tal vez él se lance como candidato. “Siempre tuve ganas de ser presidente”, dijo. Alguien que pierde las elecciones hasta en su ciudad de Rosario, difícilmente concrete ese sueño. Seguirá teniendo ganas por los siglos de los siglos. Yo también siempre tuve ganas de ser el 9 goleador de Boca.
De todos lados se vuelve, menos del ridículo.
Pero lo más inquietante son las amenazas, la violencia y la acción directa. Patoteros como Aníbal Fernández, Juan Grabois o Gregorio Dalbón entre otros, vienen instalando el tema de la sangre derramada y los muertos.
La escalada intimidatoria sigue creciendo. En la desesperación, estos chavistas K son capaces de hacer cualquier cosa. Veinte encapuchados fueron a la sede de Clarín con amenazas. No son las primeras y ojalá que sean las últimas. Los malandras se identificaron como parte de la agrupación que lidera “El Cuervo” Larroque. ¿Hubo desmentida o no?
Pero el colmo fueron las bestialidades que dijo Mario Manrique, un sindicalista que responde a Máximo Kirchner y a Pablo Moyano. El segundo en la jerarquía del SMATA vomitó que “hay que prenderle fuego” a los empresarios más importantes de la Argentina que están reunidos en el Llao Llao.
Manrique marcó el camino de la violencia extrema y apeló a la grosería para decir que “hay que romperle el orto a los formadores de precios” y “si los productores no liquidan toda la soja, se la tenemos que expropiar.
Mario Negri, el jefe del bloque de diputados nacionales del radicalismo los definió con precisión: “el gobierno está en un tobogán que toma velocidad y ya nadie espera nada nuevo de él. Le quedan todavía 8 meses al triángulo de las bermudas y ya son “el gobierno que más devaluó, que más inflación generó, el que más emitió y el que contrajo más deuda”.
Cristina no quiere que haya billetes de mayor denominación porque su pensamiento mágico cree que eso daría sensación de inflación. Cree que los argentinos somos otarios. Es patético, tragicómico. Y por eso estan comprando billetes por toneladas en Francia y en Malta. Vamos a pagar 32 millones de dólares para imprimir 250 millones de billetes de mil pesos. Es decir que vamos a importar pesos que nos sobran y vamos a pagar con dólares que no tenemos. ¿Hay un premio Nobel para la locura más dañina? Cristina, Alberto y Massa deberían ganarlo por paliza. Aunque la paliza la sufrimos todos los argentinos.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre