Miserias y grandezas en Bahía Blanca

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Bahía Blanca hoy es el corazón por donde sangra la Argentina. El desgarro de los compatriotas frente a la tragedia, despertó una solidaridad multitudinaria y conmovedora. Ese tren esperanzador que partió de estación Constitución llevó una carga de sensibilidad social que nos reconcilia como pueblo.

Potencia nuestra identidad como Nación y los lazos que nos hermanan más allá de las miles de grietas que nos vienen dinamitando la cohesión.  

    Vivimos las imágenes y los relatos con una empatía y una cercanía que por momentos creímos haber perdido. ¿Quién no baja la mirada húmeda frente al drama de la familia Hecker? Atravesaron y siguen atravesando la peor pesadilla. Corre frío por la espalda de solo mencionarlo. Dos hijitas hermosas e inocentes fueron arrastradas por esa maldita corriente.

     Hoy, a esta hora, las están buscando desesperadamente pero por ahora no se sabe nada de Delfina de un añito y Pilar de 5. Sus caritas sonrientes y tiernas nos interpelan para que nadie se lave las manos y para que todos hagamos lo que podamos para que vuelvan sanas y salvas a casa. No le deseo ni a mi peor enemigo lo que están atravesando Andrés y Marina, los padres de las criaturas que pelearon y siguen peleando contra la naturaleza desatada.

    Delfina y Pilar son el motor que nos empuja a abrazar a esos argentinos que están sufriendo un drama inédito. No solamente porque perdieron todo. Y cuando decimos todo, es todo. No solamente un lavarropas o una heladera. Perdieron los documentos, los remedios, los cuadernos de los chicos, las fotos de los recuerdos familiares. Todo. Absolutamente todo.

    Entre tanto agujero negro de horror, la condición humana apareció en sus dos caras: en la grandeza y la miseria. Todos registramos que el chofer Rubén Salazar, se comportó como un héroe civil que merece el mayor de los reconocimientos.

    Entregó su vida para salvar a las chiquitas Delfina y Pilar. Fue un gesto que engrandeció a Rubén, que lo colocó en el altar de los ciudadanos que son ejemplo, pero,  simultáneamente, privó a su propia familia de su vida cotidiana.

    El tsunami fue devastador. Arrastró a una abuela delante de los ojos de su nieto. Lucas, el pibe, no olvidará jamás la impotencia de sus brazos y su mirada de desesperación.

    El coraje y el amor de las médicas y las enfermeras para salvar a esos bebes prematuros que llegaron al mundo en incubadoras y que tuvieron que ser rescatados por los brazos de las profesionales de la salud.

     El hospital fue invadido por las aguas. Solamente con la luz de sus celulares, en medio de la basura y el barro, esas mujeres de acero, pusieron a los chiquitos sobre su pecho y salvaron a todos, incluso a Amelí que apenas pesaba un kilo. Como suele pasar, los más afectados fueron los más chicos y los más grandes. Muchos de los muertos son adultos mayores que estaban en residencias geriátricas. La lucha de muchos por salvar a sus mascotas fue épica y estremecedora. Cuki, una perrita flotaba dentro del gabinete de una heladera con 7 de sus cachorros. Y pudo sumarse a esa lista de 150 perros y gatos que fueron rescatados.

    También es cierto, no hay que negarlo, que afloraron miserables y oportunistas que deben ser condenados con todo el peso de la ley. Esos energúmenos que son capaces de aprovechar la emergencia y el caos para saquear domicilios y negocios. Robar siempre es un delito. Pero robar en estas circunstancias demuestra un retroceso del ser humano a la época de las cavernas. Ni que hablar de algunos comerciantes que aumentaron sus precios para sacar tajada del drama de muchos de sus clientes de todos los días. Las muertes, los desaparecidos, las rutas y los puentes colapsados, las casas, la fractura expuesta de los caños y calles de esa ciudad y de varios pueblos cercanos son fotografías de la angustia y el calvario que recién empieza. Ingeniero White y general Cerri fueron las localidades más golpeadas.

    La política también tuvo su momento miserable. Cierta especulación y carancheo pese a que el gobierno nacional, el provincial y la municipalidad se pusieron de acuerdo y trabajaron en forma mancomunada.

    Estuvo de más la presencia del diputado José Luis Espert con intenciones electoralistas, la ausencia inexplicable del presidente de la Nación, las declaraciones de Axel Kicillof que quiso instalar una explicación ideológica inexplicable. Dijo que Bahía es una refutación del país que nos quieren vender”.

    • Fue realmente vergonzoso. El gobernador más incapaz de Buenos Aires quiso responsabilizar a un Javier Milei que tiene poco más de un año en el poder. Kicillof se olvidó a propósito que el peronismo y el kirchnerismo hace años que gobiernan y que la falta de obras de infraestructura, en gran parte, es por su desidia y su corrupción.

    Ni que hablar de Cristina que también mostró su falta de pudor y su cara de piedra. Si hay alguien que se borró y fue lejana cuando ocurrieron tragedias, fue ella. Recuerdo Cromagnon, la estación Once, y saqueos y muertes en Tucumán, entre otras ausencias forzadas. Nadie olvidara a Cristina bailando con Moria Casan en Plaza de Mayo mientras Tucumán se desangraba en tiros y saqueos.

    • Fue en 2013, el 10 de diciembre, en un levantamiento policial que hasta el gobernador José Alperovich quiso ocultar. Las vueltas de la vida y la corrupción, hoy ambos, Cristina y Alperovich han sido condenados por la justicia. Alperovich está preso. Y Cristina espera su turno. Son parte de las miserias y la corrupción. Y nos inundan de indignación.

    Editorial de Alfredo Leuco en El diario de Leuco por LN+