La pesadilla de Cristina, el asesinato de Gutiérrez

5380

Santiago Cafiero dice que Cristina no tiene un pomo que ver. Yo no digo que Cristina lo mató ni que lo mandó a matar. Yo digo que el secuestro, desaparición, tortura y asesinato de Fabián Gutiérrez es una pesadilla para Cristina. Un fantasma que la va a perseguir por mucho tiempo.

Yo no digo que Cristina lo mató ni que lo mandó a matar. Yo digo que el crimen tiene un alto impacto político porque Gutiérrez era pobre y se hizo millonario como secretario de Cristina y porque, como arrepentido, denunció ante la justicia el mecanismo de recaudación y el circuito que recorría el dinero sucio de la corrupción de estado.

Yo no digo que Cristina lo mató ni que lo mandó a matar. Yo digo que todo el país y las redes sociales, se estremecieron al conocer que otro denunciante de los delitos de Cristina, había sido asesinado. Por eso en internet, gente anónima y sin aportar ningún dato, lo comparó con el caso Nisman. También hubo comentarios muy contundentes al respecto de personas que se identifican. Augusto Salvatto, por ejemplo. Politólogo y máster en Ciencias Sociales de la Sorbona de Francia, escribió con ironía: “No todos los que dijeron que Cristina era corrupta aparecieron muertos. Otros terminaron siendo sus compañeros de fórmula. Digamos todo:”

Alberto rompió su silencio para calificar de “miserables y mafiosos” a los tres presidentes de los partidos políticos opositores solamente porque expresaron cuestiones de sentido común. Que el crimen de Fabián Gutiérrez es de extrema gravedad institucional. Que la investigación del delito debe pasar a la órbita de la justicia federal para garantizar imparcialidad y transparencia. Y que Natalia Mercado se tiene que apartar como fiscal del caso por ser la sobrina de Cristina, la persona que fue denunciada por el asesinado. Son todos pedidos absolutamente racionales y democráticos. ¿Dónde está la actitud de miserables y canallas?

Alberto Fernández, antes de subordinarse a Cristina, hizo acusaciones mucho más fuertes y directas contra su actual vice. Fue despiadado. La trató de “cínicamente delirante”. Nadie se atrevió a decir eso, por televisión, en vivo y en directo. Pero por tuit, ya había traspasado la línea del buen gusto, cuando escribió que el gobierno de Cristina era “psicótico y ella también actúa como una psicópata”.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.

Alberto denunció, en aquel momento, que “nadie cree en la Argentina que Nisman se haya suicidado. Y que la primera que no lo cree, es Cristina”. Ya mostramos muchas veces estos videos y capturas de tuits. ¿Es necesario que se muestren de nuevo? Si. Para que nadie dude ni un segundo del nivel de agresividad de Alberto contra Cristina.
Si Alberto fue capaz de decirle “cínicamente delirante y psicópata”, no veo donde está la actitud canallesca y miserable de la oposición que apenas habló de gravedad institucional y que pidió apartar del caso a la sobrina de Cristina y que la causa pase a la justicia federal. ¿Dónde están las actitudes canallescas y miserables? Son todos reclamos institucionales, republicanos y no hay un solo insulto ni descalificación.

¿Sabe quiénes son los miserables y los canallas, presidente? Los que saquearon al Estado y protagonizaron el robo más grande del siglo mediante una asociación ilícita. Fue tan inmensa la montaña de dólares sucios de la corrupción de Néstor y Cristina que casi todo su gabinete salieron millonarios del poder y que sus secretarios personales lograron un nivel de vida de jeques árabes.

¿Sabe quiénes son los miserables y los canallas, presidente? Los que por codicia demostraron una infinita bulimia por el poder y por el dinero. Fueron tantos los billetes físicos negros robados y lavados, que no hubo bolsos, valijas, mochilas, bóvedas, cajas de seguridad que le alcanzaran para esconder todo eso. Casi no hay antecedentes en el mundo de que los secretarios personales de dos presidentes hayan ingresado al gobierno pobres de toda pobreza y hayan salido con propiedades lujosas y autos de alta gama, típico de potentados. Por eso Daniel Muñoz, solo en Estados Unidos compró propiedades por más de 70 millones de dólares. Miami, Turks and Caicos, el Hotel Plaza de Nueva York y sigue la lista repugnante. Pero Fabián Gutiérrez, con un sueldo del estado, logró construir un emporio de dos concesionarias de más de 55 autos Mercedes Benz, BMW, Porsche, Ferrari y tener 27 propiedades y un hotel.

¿Eran dólares y euros que se les caían de los bolsillos y las valijas a Néstor y Cristina? ¿Eran fortunas que Néstor y Cristina le daban a sus secretarios para que actuaran como testaferros y ellos se las robaron con la excusa de que el que roba a un ladrón tienen 100 años de perdón? No sabemos. Pero está muy claro que no fue magia, fue mafia. En pocos años y con un trabajo de cadetes de lujo, Muñoz y Gutiérrez se convirtieron en empresarios acaudalados.
Esto es lo que convierte al secuestro, desaparición, tortura y asesinato de Fabián Víctor Gutiérrez en un caso de extrema gravedad institucional. Y de alto impacto político. Y en una pesadilla para Cristina que no dijo una palabra. Ni siquiera el pésame le dio a la familia de Gutiérrez que entró en un pánico tan grande que pidió que “no involucren a Cristina en los comentarios” sobre un homicidio con repercusiones en todo el mundo.

Todo empezó, cuando no, con una investigación de Jorge Lanata. Todo Calafate estaba encandilado y asombrado por la mansión inteligente que Gutiérrez se había construido. Pileta cubierta, spa, lujos en casi 800 metros cuadrados y con una seguridad obsesiva, típica de los que quieren esconder algún tesoro.

Esto derivó en que Gutiérrez fuera expulsado del gobierno por ostentar riqueza y convertirse un imán para los investigadores judiciales y periodísticos. Pero el muchacho no detuvo su carrera delictiva. Hizo lo mismo que sus patrones. Acumuló casas, departamentos, un hotel y mucho dinero vivo. ¿Si Muñoz y Gutiérrez, dos perejiles, se convirtieron en magnates con solo robarle a los Kirchner, se imaginan el océano de plata, que habían encanutado?
Y esto es clave para entender el estrépito social, político y periodístico que se generó. No fue un asesinato de un amante despechado o de un taxi boy que reclamaba su paga en dólares? Fue lo que denominamos “La búsqueda del tesoro K”.

En Santa Cruz se desató una macabra búsqueda del tesoro escondido por Néstor, Cristina y el Cártel de los Pinguinos. Nicolás Wiñazky recogió los mismos testimonios que yo. Vecinos de Rio Gallegos que temblando y con pedido de estricta reserva comentaron que: “Lo torturaron para que le diera la llave del lugar en donde guardaba su plata negra y que les revelara en lugar en donde los Kirchner habían escondido gran parte de su botín”. Por eso lo torturaron antes de matarlo con un golpe en la cabeza y un puñal en la garganta. Porque ellos también querían ser parte del enriquecimiento aluvional de todos y todas.

Querían sacarle información que tal vez Gutiérrez ya no tenía porque hacía mucho que había sido expulsado del entorno de Cristina. “La fiebre del oro”, la bautizó Daniel Santa Cruz en su columna. Es que la provincia asistió conmovida a la aparición de una actividad sin precedentes. Ingresos a casas para derribar paredes, o levantar la madera o los mosaicos de los pisos, hacer huecos en los techos, excavaciones en los jardines.

La nada exitosa abogada tenía a Fabián en la mira. Toda la Patagonia lo sabía. Fabián, era el encargado de comprar la ropa, los zapatos y las joyas en cada viaje. Llevaba un promedio de 6 mil dólares para pagar y retirar lo que Cristina elegía en los negocios de las grandes marcas. Pero Cristina se llenó de ira contra Fabián, no solamente porque confirmó el mecanismo de recaudación y el circuito que recorrían las coimas y sobornos. Ella no le perdonó nunca que ante el juez Claudio Bonadio la describiera como una persona que nadie aguantaba y con la que nadie quería trabajar por el trato de esclavo que les daba a sus colaboradores. Es más, Fabián confesó como se referían a Cristina todos los empleados. Fue una manera cruel y muy machista de radiografiarla: “Le decíamos la loca o la yegua y otro término que no quiero mencionar por cuestiones de género”.

Roxana Reyes, diputada por el radicalismo de Santa Cruz dijo que “el estado es responsable de la muerte de Gutiérrez. Alberto y Cristina, son responsables porque no lo cuidaron”. Es cierto que el ex secretario personal y denunciante de Cristina no había pedido ingresar en el programa de Testigos Protegidos. De todos modos era peligroso para él que lo cuidaran los mismos que había denunciado. Pero la ley del arrepentido, en su artículo 14 dice claramente y sin potencial que “el estado debe proteger” a estas personas y hacerse cargo de su seguridad
Incluso al propio gobierno y a la mismísima Cristina, les conviene tener seguros y cuidados a los testigos contra la corrupción de estado. Si no lo hacen, cualquier accidente, o extorsión o asesinato, siempre va a levantar muchas sorpresas. Eso le da pié a muchos memes tragicómicos. “Investigar a los Kirchner tiene una tasa de mortalidad más alta que el coronavirus” o “hay que aplanar la curva de testigos”.

Por eso todo impacta políticamente. Por eso yo no digo que Cristina lo mató ni lo mandó a matar, pero este asesinato es una pesadilla que no va a dejar dormir a Cristina. Y que pone piedras en el camino de la impunidad y el monumento que busca. El chiste es un lugar común: ella busca el bronce, porque el oro ya lo tiene.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.