Rumbo a las fiestas de fin de año, la cooperativa de Silvia y Toty Flores lanzó una nueva campaña que aspira al récord de ventas. “Estamos orgullosos, nos llena de alegría”.
Todos los años, casi como un rito, hay que hablar sobre la cooperativa La Juanita con la excusa de su pan dulce, que es el más dulce de todos porque es el pan de la solidaridad y de la dignidad. La obra de Silvia y Toty Flores, aspira como siempre a vender miles y miles de kilos.
En plena catástrofe económica quieren superar el récord absoluto de ventas. En la caja, han escrito varios de sus objetivos y los nombres de los colaboradores en esta tarea maravillosa y titánica de la solidaridad activa que no pide planes, pero que construye ciudadanía.
“En el lanzamiento de la campaña Pan dulce, estamos orgullosos, nos llena de alegría”, dice Silvia junto a Maru Botana, la famosa cocinera que años atrás les dio la primera receta para ver nacer a esta fantástica cooperativa.
“¿Quién iba a pensar que estamos haciendo esto cuando hace muchos años les fuimos a pedir la receta a Maru Botana para hacer el mejor pan dulce de la Argentina?”, se expresó entusiasmado el dirigente de la Coalición Cívica.
Este grupo heroico de compatriotas, se cayó cuando la Argentina se derrumbó, pero decidió levantarse con su propio esfuerzo, militando en la cultura del trabajo cooperativo. Hoy La Juanita es un faro de luz. Muchos creen que allí, solo se producen remeras, guardapolvos y los mejores panes dulces del mundo. Pero hay otro extraordinario impacto que salió de la cabeza innovadora y patriótica de Juan José Campanella: los potreros digitales. Son centros de capacitación para jóvenes desde los 18 años, que en el 80 %, ya consiguieron trabajo en la actividad privada. Casi como jugando con las computadoras, aprenden programación, robótica, inglés y habilidades interpersonales para poder afrontar con éxito una entrevista con un empleador. Insisto, 8 de cada 10 muchachos y muchachas de los que estudiaron en esos potreros digitales de La Juanita, ya tuvieron su salida laboral. Son pibes que están orgullosos. Zafaron de la marginalidad, del clientelismo de muchos grupos piqueteros y entraron a una vida digna y pueden ejercer su libertad de elección en forma absoluta. Las empresas van a buscar ahí la mano de obra digital y los títulos que se otorgan tienen la certificación de la UTN y Google. Es una experiencia tan exitosa, que se está replicando en muchos lugares.
Esto es el producto de la mixtura de la igualdad de oportunidades y la apuesta al mérito. Es una manera de afrontar y superar el analfabetismo tecnológico para integrarse a los nuevos trabajos que se vienen.
Es cierto que todas las manos todas, generan muchos de esos productos. Pero la edificación más grande que han levantado es la capacidad de juntarse y avanzar colectivamente.
Hoy tienen hasta un call center donde trabajan 78 personas que antes eran vendedores ambulantes o empleadas domésticas. Hay que verlas, felices, con aire acondicionado y frente a sus computadoras. O los servicios digitales que prestan a distintas empresas. Es emocionante. Repito: son libres. Lo demás no importa nada. Dependen de su esfuerzo y de su capacidad. Se igualaron sus oportunidades. Eso es progresismo de verdad. Con problemas o peleítas como en todos lados, por supuesto. Pero con un objetivo de libertad absoluta que solo se consigue cuando todos se convierten en uno y uno se transforma en todos. En la Juanita nada se pierde, todo se transforma y se multiplica como los panes y los peces. Amanece que no es poco. Es el milagro de la dignidad.