¿Juntos por el Cambio o por la Claudicación?

2792

Le pido que preste atención un minuto señora oyente. Le hago una pregunta. ¿Quién escribió lo siguiente?:
“La resolución de Rafecas da asco moral y denota el mutuo pacto de impunidad que selló con la presidenta”.
¿Quién lo escribió? ¿Mauricio Macri? ¿Patricia Bullrich? Le hago la misma pregunta. ¿Quién escribió este segundo tuit? :“Está claro que Rafecas vendió su alma al diablo. Que Dios lo perdone y los tribunales se lo demanden”.
¿Fue Fernando Iglesias? ¿Tal vez Waldo Wolff? No, de ninguna manera. Esa valiente y contundente toma de posición fue de la doctora Elisa Carrió.

Claro que fue hace poco más de 4 años. En setiembre de 2016. Hoy sin embargo, la jefa espiritual de la Coalición Cívica, produjo un terremoto en Juntos por el Cambio. Propuso que le den los votos que Rafecas no tiene en el Senado para convertirse en el jefe de todos los fiscales, en lugar del acosado Eduardo Casal. El cargo de Procurador General de la Nación siempre fue muy importante. Pero con el nuevo sistema acusatorio y de por vida, pasa a tener más poder que un juez de la Corte Suprema de Justicia. Es el puesto clave para convertirse en jefe de la impunidad que tan desesperadamente busca Cristina.

Por eso es tan grave el cambio abrupto de opinión de Elisa Carrió. Es un volantazo a 200 kilómetros por hora que ha cosechado el rechazo de gran parte de sus seguidores que son muchísimos. Me cansé de escuchar en las radios y leer en las redes, mensajes desilusionados o doloridos con el mismo contenido: “Doctora, yo la voté siempre, y la admiro, pero esta vez, no la acompaño. No entiendo su cambio”.

La maniobra de Carrió logró el acompañamiento de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal y todo indica que también el del presidente del radicalismo, Alfredo Cornejo. Esto pone en riesgo la unidad de la oposición que es el activo más preciado que tienen. Porque las diferencias ya no son de discurso. La mayor o menor carga explosiva de las palabras, no es demasiado trascendente. Si Horacio es más blando o Patricia es más dura. Esto es mucho más grave porque se trata de un hecho concreto que, en mi humilde y respetuosa opinión, es un error de magnitud. Una bomba en la sala de máquinas del barco opositor.

Estoy convencido que entregar la única herramienta institucional para poner límites al poder casi absoluto del oficialismo, es un acto casi suicida. No cumple con el mandato de las urnas para que la oposición controle, vigile y se oponga a todo tipo de atropellos contra las instituciones republicanas. Y no representa a cientos de miles de votantes no cristinistas que no van a tolerar que se bajen esas banderas de manera tan incomprensible. Hoy las redes sociales arden con las consignas que convocan al 8N. Es el domingo que viene. Como de costumbre, piden Justicia independiente, respeto a la Constitución y Libertad. Pero ahora le agregaron el lema “No a Rafecas y un rechazo a la Corte Suprema por el fallo que favoreció a Cristina.

Ese “No a Rafecas”, es un reclamo para el gobierno, pero sobre todo, para Juntos por el Cambio. Porque tienen la cantidad suficiente de senadores para evitar esa humillación. Después del avance sobre la propiedad privada en Entre Ríos, de la hecatombe económica, del descontrol sanitario de muertos y contagiados, más la ferocidad de la inseguridad sembrada de linchamientos, injusticias por mano propia, motines y asesinatos de policías, no hay mucho espacio para que la oposición se meta una vez más en el pantano de la interna del peronismo. Es increíble que una oposición culposa caiga otra vez en esa trampa en la que cayó infinidad de veces en la historia. Una de las costumbres más peligrosas del peronismo, es meter a toda la sociedad en sus propias peleas de poder. Y Elisa Carrió está ingresando ingenuamente en ese territorio minado del que es muy difícil salir sano y salvo.

Pongo en el centro de mi análisis a Elisa Carrió porque fue ella la principal impulsora de la destitución de Rafecas y ahora, es ella, la principal impulsora de su consagración. El 8 de setiembre de 2016 se publicó una solicitada que llamó la atención por la dureza de su exigencia y por la cantidad de firmas con importantes niveles de representatividad y pluralismo. Me detengo en algunos porque esta columna no alcanzaría para nombrarlos a todos.

Menciono especialmente al doctor Alberto García Lema por su condición de histórico constitucionalista peronista, Gustavo Bossert ex ministro de la Corte Suprema, Roberto Cortes Conde que es historiador, sociólogo y abogado, Juan Carlos Parodi, uno de los cirujanos vasculares más trascendentes de este país, Julio Saguier, presidente del directorio del Diario La Nación y Delia Ferreira Rubio, hoy presidenta de Transparencia Internacional, entre otros.
El texto manifiesta su “deber cívico” de reclamar la destitución de Rafecas por “manifiesta inconducta” al desestimar en tiempo record la investigación de Alberto Nisman sobre “el mayor atentado terrorista de la historia argentina”, como lo fue el ataque a la sede de la AMIA donde hubo 85 muertos.

En esa solicitada brillaron las firmas de Graciela Fernández Meijide, Daniel Sabsay, Marcos Aguinis, Guillermo Lipera, Pablo Lanusse, Santiago Kovadloff, Juan José Llach, José Nun, Pilar Rahola, José María Poirier, Carlos Pérez Llana, Luis Alberto Romero, Federico Andahasi, Eduardo Kalina y Diana Wang. También hubo empresarios como Gustavo Grobocopatel y Eduardo Elsztain. Periodistas como Marcelo Longobardi, Fanny Mandelbaum y un servidor, Alfredo Leuco. Entre los pocos políticos, destaco a Jesús Rodríguez, Toty Flores, Horacio Jaunarena, Waldo Wolff que fue amenazado por Rafecas, Fernando Iglesias y (aquí esta lo más importante en la actualidad) Elisa Carrió.

La solicitada explicaba con suma gravedad que “encubrir un delito de lesa humanidad es también un delito de lesa humanidad”. Le recuerdo que en dos ocasiones, Rafecas, a libro cerrado y a la velocidad de la luz, rechazó abrir la investigación. Fue obsceno y quiso que se notara. No disimuló ni un minuto para pedir, aunque sea una sola medida de prueba. Hasta tuvo comentarios ofensivos sobre la salud mental de Nisman cuando todavía las heridas estaban abiertas. El texto remata con emoción y dice: “No habrá mejor homenaje a la memoria de Nisman”.

Y como si esto fuera poco, en otra causa vinculada a la cima del poder, ayudó a Amado Boudou, al que tenía que investigar, aportando consejos por mensajitos telefónicos al abogado del ex vice presidente y actual reo en prisión domiciliaria.

¿Qué motivó a Elisa Carrió para que hiciera semejante giro? Siempre es difícil saberlo. Pero intentaré analizar un par de escenarios para tratar de demostrar que todos los caminos conducen a una crisis interna en la oposición y a pagar un alto costo en términos electorales sin que tengan ningún tipo de beneficio.

Si de verdad, Cristina no quiere a Rafecas, cosa que dudo, con los votos de sus senadores, puede bloquear esa designación. Sospecho que toda esta jugada está craneada por Cristina para que finalmente sea nominado quien tanto la ayudó a ella y a su vice. Si eso ocurre, el juez que más ayudó a Cristina y Boudou, sería empoderado como el candidato de Carrió. Increíble, pero cierto.

La actuación consiste en asustar a la oposición y generarle culpa. Amenazan con designar a alguien más fanático que Rafecas. Es como darte a elegir entre que te asesinen de un balazo o que te vuelen la cabeza con un misil. La muerte no cambia, solo el método.

Si Cristina modificara la ley para designar al Procurador con mayoría simple, eso habilitará a Juntos por el Cambio para que pueda hacer lo mismo y poner otro Procurador si es que logra sumar más diputados y senadores en las próximas elecciones. Pero si tranza con el oficialismo, mucha gente va a interpretar que la oposición cedió y se arrodilló cómplice y, como consecuencia, la cantidad de votos en los próximos comicios, podría ser afectada seriamente.

Como puede verse es una trampa en la que siempre sale fortalecida Cristina y erosionada la oposición. Y como si esto fuera poco, siguen cayendo en las emboscadas. Insisto con esto porque no puedo creer que tanto dirigente buenudo no sepa, no quiera o no pueda avivarse de que Cristina, aplica siempre el mismo mecanismo. Alberto se victimiza y les dice que Cristina le quiere hacer un golpe y les pide ayuda. Culposos y para no quedar como golpistas, algunos opositores corren en su ayuda y Alberto, cuando logra su objetivo, se da vuelta, los deja colgando del pincel y dice lo que viene diciendo a cada rato: “Cristina y yo, somos lo mismo. Viva la unidad del peronismo”.

Ver para creer. Las palabras están más devaluadas que el peso. Hacen falta gestos republicanos profundos. Por ejemplo, que el próximo procurador sea una persona intachable, una eminencia del derecho de excelencia académica y sin ningún vínculo con los partidos políticos. Alguien respetado por todos y absolutamente independiente. Votar a esa persona sería un gran paso de calidad institucional y el germen de un acuerdo sano y sin puñales bajo el poncho. Se puede hacer. Votar a Rafecas sería convertir a Juntos por el Cambio en Juntos por la Conveniencia, o peor aún, en Juntos por la Claudicación.

Votar por el mal menor, que no es tal, colocaría a Juntos por el Cambio en el lugar del mal menor. Y eso sería demoledor para el futuro democrático. Aumentaría brutalmente la temperatura de la bronca ciudadana y auto convocada en las calles. Abriría las puertas de los fantasmas que están empezando a exigir “Que se vayan todos”.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.