En los últimos días, el asesor tuvo comportamientos inentendibles y hasta infantiles que no beneficiaron al presidente.
El presidente Javier Milei lo defiende a capa y espada. Dice que Santiago Caputo es una mente brillante. Es uno de los integrantes del triángulo de hierro. Pero a los presidentes no les conviene enamorarse ciegamente de sus colaboradores.
La historia política está llena de ejemplos de funcionarios que intentan ayudar al jefe del estado y terminan lastimando su investidura y su imagen. Caputo en las sombras asesoraba a Milei y conducía la brigada tuitera de ataque. Después empezó a colocar a sus hombres en lugares claves del estado como los servicios de inteligencia, justicia y la AFIP. Pero Caputo levantó su perfil y en dos apariciones le trajo dolores de cabeza y desgaste a Milei. Invadió una entrevista con Joni Viale y fue a apretar e intimidar a Manes.
- CAPUTO CARA A CARA CON MANES
Puso su cara a centímetros de la del diputado y fue acompañado de un custodio que tenía un aparato de comunicación en su mano y de un muchachote apellidado Antunes que se autopercibe periodista. Segundo error de Caputo en poco tiempo. Cambió el eje de la comunicación.
El discurso del presidente, con luces y sombras, pasó a un segundo plano de la conversación pública. Y no fue por una operación de una periodista del grupo Clarín. Toda la responsabilidad fue de Caputo. Si se hubiera ido a su casa, nada de esto hubiese explotado. Milei lo defiende pero un sabio consejo de la política dice que los generales no deben comprar las derrotas de los coroneles.