Cristina, al banquillo de los acusados

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Con valentía y excelencia jurídica, el fiscal Diego Velasco reclamó que Cristina y sus hijos sean sometidos a juicio oral y vayan al banquillo de los acusados. La minuciosa apelación de Velasco, en 249 páginas, también le pidió a la Cámara de Casación que anule el sobreseimiento de los integrantes del Cártel de los Pingüinos Millonarios y que aparte a los dos jueces que cometieron semejante atropello.

Nada está resuelto todavía. No sabemos cuál decisión tomarán los magistrados de Casación. Es probable que Mario Villar, el fiscal de Casación, sostenga el recurso. Pero no está dicha la última palabra.

Velasco abrió una ventana con aire fresco que dice: no todo está perdido. Fue capaz de acusar a los jueces repudiados Grünberg y Obligado de “devastar años de investigación por lavado de dinero” con un fallo “arbitrario, ilegítimo y nulo”. Estamos hablando de una asociación ilícita que involucró a 32 personas durante más de una década y que integraron dos presidentes, sus hijos y tres de los empresarios amigos, cómplices y testaferros del poder K como Lázaro Báez y Cristóbal López.

Velasco asegura que “se utilizaron argumentos falaces que provocaron conclusiones falsas” que no atendieron pruebas documentales, testimonios certeros e informes bancarios que demuestran con contundencia que, en Hotesur y Los Sauces, las empresas familiares de los Kirchner, se cometieron cientos de delitos.

Hace dos semanas le dije que el primer paso es el juicio político y la destitución de los jueces que quedaran en la historia como los autores de un mamarracho jurídico sin antecedentes. Inventaron un traje a medida un código especial, casi monárquico para Cristina, la Reina de la Impunidad. Declarar la inexistencia de delito, y plantear que Cristina es inocente sin que se realice el juicio, produjo “uno de los mayores escándalos judiciales de los últimos tiempos”, como escribió Joaquín Morales Solá, que agregó “Pasaron del “prevaricato a la obscenidad y a la pornografía”. Una docena de jueces y fiscales sostuvieron la acusación hasta llegar al juicio oral. Y en dos minutos, dos magistrados cínicos y canallas, lo tiraron abajo. El lavado de dinero fue brutal estaba probado por una metodología burda que hablaba del sentimiento de impunidad que tenían. Alquileres de habitaciones de hoteles y departamentos por valores muy por encima del valor de mercado. Era la manera de devolver la coima a Cristina y de blanquear el dinero sucio de la corrupción y los sobreprecios.

 En realidad lo que Daniel Obligado y Adrián Grünberg produjeron fue un fallo que consagró la inexistencia de justicia. Todo el cuerpo del estado de derecho sufrió una herida brutal. Una puñalada por la espalda. La apelación del fiscal Velasco vino a reparar, aunque sea temporalmente, semejante ultraje.

Nunca en la historia judicial hubo tantas pruebas documentales, audios, videos, cuentas bancarias, testimonios de arrepentidos y  cruces de llamadas que confirman que Cristina es culpable de toda culpabilidad y que se convirtió en la mujer más corrupta de toda la historia democrática.

Hoy podríamos hablar de una película de terror, llamada “La República herida, la República Cristina”. Aquel día, el fiscal Carlos Stornelli puso en Twitter un lazo negro de luto por la muerte de la justicia.

 “Juicio, castigo y condena a los culpables”, era la consigna de aquellos tiempos de sangre y muerte. Hoy Cristina consiguió la más insólita de las situaciones. No tuvo juicio, ni castigo, ni condena. Grünberg y Obligado son dos personas que dinamitaron su buen nombre y honor, si es que alguna vez lo tuvieron, perpetraron la inocencia de Cristina y la asociación ilícita que lideró para saquear al estado.

 Es tan absurdo y bizarro todo lo que ocurrió que estos jueces declararon inocentes incluso a los que se habían declarado culpables. Si, escuchó bien.

Víctor Manzanares, el histórico contador de la familia Kirchner, se arrepintió y confesó. Relató con lujo de detalles como  había malversado los libros contables y los balances para dibujar las falsedades que presentaron ante la Afip y otros organismos de control.

Para Obligado y Grünberg, todos fueron inocentes. Incluso Manzanares, que confesó sus delitos. Nunca visto en la historia de los tribunales. El acusado dice: “soy culpable, me arrepiento” y los jueces le responden: “Cállese la boca, usted es inocente”. Vergüenza y escándalo institucional.

En 7 meses, Cristina logró zafar de tres causas. Le quedan otras cuatro elevadas a juicio oral. ¿En estas también aplicarán la doctrina Cristina reina de la Impunidad?

Todos nos acordamos de aquel momento emblemático en que Cristina le pegó una gran puñalada a la República. Les gritó a los jueces que a ella ya la había absuelto la historia. ¿Se acuerda?

Parece que no le alcanzó con que la historia la absuelva. Ahora busca desesperadamente la impunidad absoluta en los tribunales. Y en ese rumbo es capaz de hacer cualquier cosa.

Rogelio Alaniz, intelectual reflexivo y prudente, hace 15 días, escribió indignado hasta las náuseas, que la justicia se transformó en “el trapo de piso para lavar la mugre kirchnerista” y que los jueces “están retozando felices en una piscina de excrementos”.

Es que la repugnancia fue muy grande. El repudio se hizo catarata.

Toda la actividad de Cristina conspira contra la convivencia democrática y el respeto a la ley. Pero lo más grave es haber herido a la república. Ojalá no logre su objetivo de instalar la República Cristina. Y si eso ocurre, algún día Dios y la patria se lo van a demandar.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre