Corrupción K con la vacuna de Pfizer

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¿Escuchó a Patricia Bullrich? ¿La vio anoche? Hizo una denuncia de extrema gravedad institucional. Dijo que Ginés González García no cerró el contrato por las vacunas del laboratorio Pfizer porque buscaba un retorno. Esa palabra suele ser una forma más elegante y menos brutal de llamar a las coimas. La presidenta del PRO aseguró que no tenía “ninguna duda” de que así ocurrieron las cosas y que eso fue “criminal y lo deben investigar los fiscales”. La dirigente macrista reveló que si son convocados a declarar, “las autoridades del laboratorio, tanto las de la central en Estados Unidos como las de Argentina, van a decir la verdad. Y la verdad es que este gobierno decidió que siguiesen las muertes en Argentina por no comprar las vacunas con las condiciones no éticas que planteó Gines”. Y como si esto fuera poco, Bullrich aseguró que Santiago Cafiero miente al respecto y que el presidente Alberto Fernández estaba al tanto de lo que había ocurrido y por eso dijo “se me va un amigo”, cuando no tuvo más remedio de expulsarlo del gabinete.

A la tarde el laboratorio Pfizer emitió un breve comunicado desmintiendo a Bullrich. Seguramente esto se va a dilucidar en la justicia, como corresponde. Pfizer aseguró textualmente que “no ha recibido peticiones de pagos indebidos en ningún momento. Por otro lado, la compañía no cuenta con intermediarios, distribuidores privados o representantes para la provisión de la vacuna Covid 19”

Todo el manejo ineficiente y sospechoso de la lucha contra el virus puede calificarse como el “vacuna gate” o el escándalo de las vacunas.

Ginés rompió el silencio y dijo que la denuncia de Bullrich “es de una gravedad espantosa. Quiero hacerle todas las demandas que pueda. No se puede hacer política con una tragedia” y luego mintió una vez más, al asegurar que “muy pocos países lograron negociar con Pfizer” porque Chile, Brasil y Uruguay lo hicieron.

La columna de Alfredo Leuco

El gobierno no habla de este tema y cada vez que habla arroja más oscuridad y menos información precisa.

Alberto Fernández en una entrevista para un canal de televisión norteamericano, nada menos, responsabilizó a Pfizer por no cumplir y porque “tiene la impresión” de que Estados Unidos en un momento decidió preservar las vacunas para su población.

Apelo a lo dicho en forma textual en las preguntas y las respuestas de Alberto.

 ¿Qué pasó con Pfizer?

¿Saben cuál fue la primera vacuna que se aprobó en Argentina? La Pfizer. Entonces, explíquenme por qué si aprobé la vacuna después no la compré. La verdad: a mí me parece que Pfizer… Porque Pfizer con nosotros no llegó a firmar, pero con los que firmó no pudo cumplir.

A Uruguay y Chile sí, pero son dos millones de vacunas

Y no cumplió el contrato, no cumplió con lo que los contratos que decían. Yo la impresión que tengo es que en algún momento Estados Unidos resolvió preservar para su población todas las vacunas y Pfizer dijo no firmo más contratos, porque si tengo que dejar las vacunas en Estados Unidos no voy a poder cumplir. E incumplió.

Dan ganas de decirle, Presidente, no aclare que oscurece.

Cuando la justicia intervenga a fondo y cite a declarar a todas las partes, nos acercaremos a la verdad que podría llegar a convertirse en un crimen de lesa irresponsabilidad. Porque hay 75 mil muertos en este país y porque todos los indicadores están entre los peores del mundo. La poca cantidad de vacunados, los muertos por millón de habitantes, el ritmo lento de inmunización, la politización de las aplicaciones a militantes y en locales partidarios, la lentitud exasperante de los testeos, los escándalos de los hisopados de Ezeiza, el tráfico de vacunas de Zannini, Verbitsky, los Duhalde y compañía, el insólito viaje de vacunas al Calafate que no figuran en ningún registro, la vergüenza ajena de las filminas que nos hicieron enojar con Suecia, Chile, Paraguay y España, entre otros países y la decenas de barrabasadas que dijeron y las promesas que no cumplieron.

El prestigioso infectólogo Roberto Debbag aseguró que “las restricciones son producto de la ineficaz política sanitaria en materia de credibilidad comunicacional, en estrategia de testeos y en acceso a la vacuna”.

El actual presidente electo de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica fue categórico: “Si llegan los 4 millones de vacunas de Astra Zéneca sería la primera promesa que se cumple”.

Santiago Cafiero en una nota tuvo la soberbia de minimizar el valor de los testeos hasta que con una tibia autocrítica reconoció que “se subestimó el cuello de botella en la producción y reparto de las dosis. Quizás haya sido un error que debemos asumir”.

Como no hay cantidades industriales de vacunas como necesitamos en forma urgente, el gobierno de científicos diseña una cuarentena intermitente. Piensan que con el invierno, se viene la noche, y el peor momento para todos. Cerrar todo durante 9 días y abrir 12 días y repetir eso hasta que lleguen las vacunas, es lo único que tienen para cerrarle el paso al horroroso camino hacia los 100 mil muertos por el que vamos.

Como si esto fuera poco fracaso, Eugenio Zaffaroni, uno de los personajes que más daño le hizo a la justicia argentina, instalando la doctrina de favorecer a los delincuentes y castigar a las víctimas, planteó una idea delirante. Quiere impulsar un juicio político a cuatro integrantes de la Corte Suprema de Justicia. Los acusa de “homicidios, lesiones, propagación de enfermedades peligrosas y contagiosas y violación de los deberes de funcionario público y prevaricato” por haber aceptado el reclamo de respeto a la autonomía de la Ciudad en el tema de las clases presenciales. Un delirio retorcido típico de Zaffaroni que, en su fanatismo llegó a calificar al periodismo independiente de “terrorismo mediático”.

Zaffaroni y los K, no deberían jugar con ese fuego. Del otro lado de la grieta hay abogados que piensan que esas acusaciones, por homicidios como consecuencia de la corrupción con las vacunas y la mala praxis, se le podrían hacer al gobierno de los Fernández. Hablo de los Fernández, de Alberto y Cristina porque fue ella la que abrió las puertas para el desembarco de las vacunas rusas y chinas. Ella y su ex canciller Jorge Taiana, tuvieron la reunión de inicio con el embajador ruso, Dmitry Feoktistov y habilitaron las charlas con los gobernadores Axel Kicillof y Gustavo Melella.

Además, en un acto de homenaje a las víctimas del golpe del 24 de marzo de 1976, realizado en Las Flores, Cristina se vanaglorió con aquella frase de “quien diría que las únicas vacunas con las que contamos, son rusas y chinas” y como una muestra de su presunto pragmatismo dio vergüenza ajena al recordar sus vacaciones en Disney “en las que Néstor (por Kirchner) se divertía como un chico”. ¿Se acuerda?

Eran tiempos en los que Alberto felicitó a Vladimir Putin porque anunció la compra de 25 millones de vacunas, 50 millones de dosis que estarían disponibles entre diciembre y enero. Le recuerdo ya estamos en el 24 de mayo, y nos quedamos sin el pan y sin la torta. En algún momento la justicia deberá establecer cómo fue que Argentina no tuvo vacunas Pfizer pese a que otros países vecinos si las tuvieron y que se pudo hacer ante el incumplimiento de Rusia y los mamarrachos de las otras gestiones.

Siempre es grave la corrupción o las torpezas de un gobierno. Pero cuando se trata de muertos y de horror, son delitos de estado. Y algún día deberán rendir cuentas ante los tribunales por semejante cantidad de hermanos argentinos muertos. ¿Será justicia?

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra por Radio Mitre