Todos somos la familia Bibas

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En pocas horas, en un cementerio cercano a la frontera con Gaza, serán enterrados los restos de Shiri Bibas y sus pequeños hijos, Kfir y Ariel, una familia tan israelí como argentina.

Los terroristas invadieron Israel, y hace 509 días, los arrancaron de sus casas y de sus camas. Los criminales de guerra y contra la humanidad de las Brigadas Muyahidines Palestinas, cómplices de Hamas, los mataron con sus propias manos. A sangre fría. Como el mal infinito. Los ahorcaron. Los asfixiaron. Y después, para ocultar semejante horror, los apedrearon.

Shiri y sus chicos serán sepultados muy cerca de la tumba en donde están sus padres, los abuelos de Kfir y Ariel. El argentino José Luis Silberman, Yossi y su esposa Marguit fueron asesinados el mismo 7 de octubre.

Incendiaron su casa en el kibutz Nir Oz con ellos adentro. Los incineraron. Costó mucho identificarlos. Un organismo oficial de antropólogos lo pudo hacer con pedacitos de dientes entre las cenizas, en todo el sentido macabro de la palabra cenizas.

Ayer, miles y miles de argentinos exigieron en las calles que liberen ya mismo a todos los rehenes.

La multitud levantó sus pañuelos naranjas como una forma de acompañar el dolor de la familia Bibas.

Hasta el cielo pareció sumarse al gesto solidario y se pintó del mismo color.

La Cruz Roja, igual que durante el nazismo, jugó un papel vergonzoso y nada imparcial. Lo mismo pasó con Amnistía Internacional, Unicef y los organismos de derechos humanos y de defensa de la mujer copados por la izquierda antisemita y el cristinismo chavista.

Pero otra parte del mundo hizo su homenaje a las víctimas de ese terrorismo al que solo le corre odio por las venas. El Cristo Redentor, en Rio de Janeiro se iluminó de naranja.

Lo mismo ocurrió en edificios emblemáticos de Madrid, Nueva York y en el obelisco de Buenos Aires.

La cara oscura es la horrorosa realidad que se instaló a escala global. La judeo fobia, los ataques a los judíos por el solo hecho de serlo. Ayer en Los Ángeles, en Estados Unidos, una patota de chicos amantes de Hamas molió a golpes en el suelo a un pibe judío con saña y cobardía.

Es el resultado de educar a los chicos en el rencor, la fobia y la rabia contra otro pueblo y otra religión. No es casual que Hamas proponga en su acta constitucional el exterminio de los judíos. Les ponen armas en sus manos desde pequeños, los llevan a festejar y bailar en las ceremonias de entrega de secuestrados vivos y muertos.

A mí nadie me la va a contar. Y mucho menos el terrorismo de Hamas y sus mentiras seriales.

A mí nadie me la va a contar.

Yo estuve dos veces en la casa de los Silberman y de los Bibas. Ví y lloré en carne propia la masacre que cometieron.

A mí nadie me la va a contar. Estuve dos veces en el kibutz Nir Oz. Los ríos de sangre en las calles. El olor de la muerte y la pólvora.

La casa de los Bibas estaba totalmente saqueada. Los balazos en la puerta de entrada. Los juguetes de Ariel, el disfraz de Batman, su triciclo inerte. Los pañales de Kfir triturados en el suelo como si fueran basura, animalitos de peluche sucios y arrastrados. El papel dorado de los alfajores Havanna, como otra señal de argentinidad. Las fotos de Tony, el perro de la familia que también asesinado. El cochecito de Kfir de solo 9 meses agujereado y tirado en el patio con la mamadera colgando. Los videos familiares de momentos tan tiernos como felices.

La imagen de Shiri, con el horror absoluto en la mirada y abrazando a sus dos hijos mientras los secuestraban es una foto que quedará grabada en nuestra memoria colectiva.

La leona quería proteger a sus dos cachorros, como los había nombrado en hebreo. Lo único que le interesaba, como a toda madre, era preservar la vida de sus hijos del alma.

Cuando vi ese video se me desgarró el corazón como los judíos desgarramos nuestra ropa frente a la tumba de nuestros seres queridos. Me marcó para toda la vida. Comprendí que el nazismo había vuelto con envase de islamismo extremo.

Kfir en noviembre tenía 10 meses. Ariel, cuatro añitos. ¿Qué daño podían causar esos dos coloraditos de sonrisa fácil y de inocencia absoluta? Las guerras son feroces pero, en  general es entre militares armados en ambos bandos. Pero arrancar de sus camas y de sus casas a toda una familia y presionar la garganta de dos chicos nos habla del mal infinito. De un fanatismo que glorifica la muerte de los que no rezan el mismo dios que ellos.

Yarden Bibas, el único sobreviviente de los seis familiares que atacaron, regresó vivo por su fortaleza física y mental.

 Pero es terrible pensar en cómo está hoy su corazón y sus neuronas. Golpes, secuestros, torturas, cautiverio en túneles y jaulas, mentiras que le decían que Israel había destruido al resto de su familia y ahora, el mundo se le vino encima. Los cadáveres de sus seres más queridos se derrumbaron sobre él.

¿Cómo elaborar semejante duelo familiar y colectivo de los israelíes y de la humanidad que defiende los valores judeo cristianos? ¿De los que apuestan a la república, la democracia, la paz, la libertad y los derechos humanos de verdad?

Con Kfir y Ariel son 38 los niños asesinados. Siete eran menores de 6 años. Cuarenta y dos fueron secuestrados. Veinte chicos quedaron huérfanos de padre y madre. En muchos casos asesinaron a hijos delante de sus padres y a padres delante de sus hijos. Mutilaron cuerpos. Profanaron muertos.

¿Hay algo peor que este infierno tan temido? ¿Existe algo más macabro que estos energúmenos que quieren matar y morir para ir al paraíso?

Una barbarie digna de lo diabólico. Un ensañamiento casi sin antecedentes.

La mayoría de los argentinos sufrimos especialmente este terrorismo. Ya lo padecimos los atentados contra la AMIA, la embajada y en asesinato del fiscal Alberto Nisman.

Destruiremos las tinieblas para que aparezca la luz de la diversidad y la convivencia pacífica. Esta vez no vamos con la cabeza gacha al matadero de los hornos crematorios. Esta vez nos defendemos con todo lo que tenemos.

Después de Auschwitz dijimos: “Nunca más”. Ahora decimos: “Ni olvido, ni perdón”.

Editorial de Alfredo Leuco en El diario de Leuco por LN+