Oligarquía sindical sin vergüenza

318

Héctor Daer, el monarca sindical con su cara de piedra lo dijo muy suelto de cuerpo: “la única división es entre los trabajadores y la oligarquía”. No tiene vergüenza. Por lo tanto es un sinvergüenza. Porque una de las oligarquías más nefastas y atrasadas de la Argentina es la oligarquía sindical que Daer conduce. Dice el diccionario, que oligarquía es “la autoridad que ejercen en su provecho un pequeño grupo de personas”. Es un traje a medida de los mafiosos y extorsionadores vitalicios que integran la Confederación General del Trabajo que, a esta altura, debería llamarse CGT, Confederación General de Traidores a los trabajadores. Porque hace décadas que están atornillados a sus sillones y son millonarios que defienden sus privilegios y negocios en lugar de favorecer el aumento del trabajo y los sueldos registrados y en blanco.

Le pido que escuche estos datos por favor: Daer hace 32 años que es secretario general del gremio de la sanidad. Treinta y dos años. Por eso le digo monarca sindical. Sus opositores en el sindicato le dicen mo-narca, mitad mono, mitad garca. Como es un dirigente del Partido Justicialista, como la mayoría de los caciques sindicales al gobierno de Alberto Fernández, el peor de la historia, no le hizo un solo paro. ¿Escuchó? Alberto, Massa y Cristina dejaron el país hecho pedazos, al borde de la híper inflación, con una pobreza que se multiplicaba y con salarios y jubilaciones por el piso. Una verdadera catástrofe social. Sin embargo los combativos de la CGT no hicieron una sola huelga de protesta. Había mucho para protestar porque el país estaba en un pantano. Pero ellos tenían mucho que defender. Sus negocios, sobre todo. Entre bomberos no se van a pisar la manguera.

Tienen relojes y celulares carísimos. Tripulan autos importados de alta gama y vidrios polarizados, están rodeados de guarda espaldas y viven en mansiones en los barrios más caros. Y lanzaron un tercer paro en 16 meses para el gobierno de Javier Milei que sacó 14 millones de votos. Y que te guste o no, bajó fuertemente la inflación y la pobreza. El dato de los economistas dice que en diciembre de 2023 el sueldo promedio era de 300 dólares y en enero del 2025 fue de 1.100 dólares. No estoy haciendo la panacea del gobierno de Milei. Todavía hay miles de problemas y preocupaciones. Y cometen demasiados errores no forzados. Pero al lado del desastre que dejaron los kirchneristas esto es mucho mejor.

La información dura de la Universidad Austral dice que los guapos de la CGT a los gobiernos no peronistas le hacen el doble de paros que a sus gobiernos peronistas. Le dije: no tienen vergüenza.

Se niegan rotundamente a presentar su declaración patrimonial pese a que manejan y des-manejan fondos públicos de las obras sociales, por ejemplo. No pueden explicar el nivel de vida lujoso que tienen. Hablo de la gran mayoría. Porque hay excepciones que confirman la regla.

Daer mintió descaradamente al decir que el paro de 36 horas fue rotundo y exitoso. Fue un paro muy flojo con mayor impacto en donde los trabajadores no pueden opinar. Todos los laburantes del tren, el subte o aerolíneas estaban de acuerdo. ¿Y todos los bancarios? Y los empleados del estado? ¿Ninguno votó a Milei o al PRO o al radicalismo? Los 14 millones de votos son todos magnates y gorilas? Pararon los que tienen a los trabajadores de rehenes. Un paro chiquito pero igualmente dañino por lo que le cuento. Perjudicaron a miles y miles de trabajadores que querían cumplir con su tarea y le hicieron perder al país una fortuna en dólares. Solo para defender sus curros. Tres paros en 16 meses. Se oponen con uñas y dientes a una reforma laboral profunda que permita que más trabajadores se puedan sumar a la actividad privada y que todos puedan estar registrados en blanco con los beneficios que eso tiene. ¿Hasta cuándo?

No digo todos porque el que generaliza discrimina, pero una parte importante del sindicalismo argentino maneja patotas y grupos de choque violentos. Hemos visto los de la UOCRA de la Plata, los colectiveros de Bahía Blanca que rompieron a pedradas 12 unidades, los bloqueos a empresas de los camioneros del clan Moyano y tantos ejemplos más. Algunos están vinculados a las barras bravas del fútbol y con sectores del narco tráfico.

Parte de una nueva Argentina, más transparente, justa y democrática es tener un buen sindicalismo. Que defienda a los trabajadores con pasión pero sin irracionalidad, sin que influya la camiseta partidaria. Pero que no esté todo el tiempo diciendo que no y espantando a los inversores que vienen a generar puestos de trabajo. Son militantes del prepo. Andan por la vida pública con eso de “si te gusta bien y sino también”.

Un párrafo especial para los gremialistas del estado.

Rodolfo Aguiar es el representante de Nicolás Maduro y la dictadura chavista en esta tierra. El secretario general de ATE siempre exige una medida extrema que no tiene justificación en la realidad. Juega a fondo y quiere voltear al gobierno elegido en las urnas. Lo mismo que Cachorro Godoy, Hugo Yasky y otros que son los encargados de presionar por izquierda a la CGT mafiosa para que muevan las cachas y dejen de robar. Todos están enamorados políticamente de Cristina, la doblemente condenada por corrupción.

Los muchachos son tan verticalistas que en su momento, convocaron a votar a Sergio Massa, el verdugo de los trabajadores. Masoquismo peronista. Tienen reelección eterna y ganan elecciones con listas únicas y urnas y padrones amañados. Viven como jeques árabes mientras dicen representar a trabajadores que viven en un desierto de inequidades. Eso no ocurre casi en ningún otro país. En Uruguay, Brasil o Chile, por ejemplo, los dirigentes sindicales son combativos y clasistas en algunos casos, pero viven como dicen y como la mayoría de sus representados.

Hay que respetar y valorar a los dirigentes sindicales honestos que defienden a sus compañeros con ideas modernas y sentido común. Y hay que extirpar a los delincuentes que se aprovechan de los trabajadores para enriquecerse y cometer delitos.  Basta de oligarquía sindical. El país lo exige.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre