Nueva York esquina Charly García

807

Es una noticia histórica que se acaba de producir hace unas horas en Nueva York. Nuestro Charly García ya tiene su esquina. Descubrieron el cartel correspondiente con un acto formal con autoridades de ambos países y un recital conmovedor. Donde se cruzan Walker Street y Cortlandt Alley, ahora hay una placa que lo certifica. Josi García Moreno, la hermana de Charly cantó en ese escenario callejero y Charly siguió la ceremonia por Instagram Live. En ese lugar el genio de la música posó en 1983 para la tapa del disco “Clics Modernos” que revolucionó el rock en castellano. Ya pasaron 40 años. Fernando Samalea tocó su bandoneón eterno. Hilda Lizarazu y el zorrito Fabián Von Quintiero no podían faltar en el homenaje.

Excusas e informaciones suficientes para volver a decir que “Charly merece un monumento”.

A esta altura, más allá del descontrol, las malditas adicciones y el daño que se hizo a sí mismo, su genialidad no se mancha. Humildemente, creo que Charly García ya tiene su esquina en Nueva York y ahora merece un monumento por su talento musical.

Amamos a Charly porque es una leyenda viva y es un padre fundador del rock nacional y cumplió 72 años.

Queremos tanto a Charly. Es cofundador cultural del argentino promedio contemporáneo. Es el responsable de gran parte de lo que somos. De lo mejor de nosotros. De nuestras ilusiones. No me gusta engañarme a mí mismo. Sé que el Charly de hoy no es el mismo. Que esa cocaína de mierda le fue asesinando neuronas de su cerebro mágico. Que dio una gran lucha por sobrevivir acompañado de Palito Ortega y que pudo lograrlo. Charly está vivo y entre nosotros. Aunque su genialidad aparezca menos o en forma más lenta. Aunque nos provoque alguna hija de la lágrima.

Charly, en realidad Carlos Alberto García Moreno nació acá nomas, en Caballito. Tiene oído absoluto para todo. Se horrorizó cuando la dictadura instaló el terrorismo de estado y fusiló la libertad y a miles de compatriotas. Charly, con una lucidez inigualable, denunció con su melodía que los amigos del barrio pueden desaparecer. Esta columna arrancó con ese hallazgo llamado “Dinosaurios”.

Es el compositor más sui generis que hemos tenido y tenemos. De vez en cuando se asoma a los abismos y tararea la canción para su muerte. Es que nunca aprendió a ser formal y cortes, cortándose el pelo una vez por mes. Charly está zafando como puede.

A veces medio hinchado, otras con la lengua un poco pesada pero mantiene sus rayos de creatividad que dispara de vez en cuando. Hay que estar atentos a esos bigotes bicolores que son su marca en el orillo. Say no more, le dice a sus amigos que lo cuidan y lo quieren. Hay que perdonarle casi todo como perdonamos nuestras propias miserias.

 Charly tuvo el coraje de hacer pájaros en su máquina y de confesar como conseguir chicas y de escribir que ayer soñó con los hambrientos, los locos, los que se fueron, los que están en prisión.

Hoy desperté cantando esta canción que fue escrita hace tiempo atrás… y es necesario cantar una vez más. Es nuestro inconsciente colectivo.

Charly es un producto bien argentino. Habla de lo que fuimos y de lo que somos. De nuestra historia y nuestra realidad. Hay por los menos dos o tres generaciones que se formaron, que bailaron y hasta  que se aparearon con sus temas. Tiene una sensibilidad especial. Siempre está a punto de caerse y no se cae. Una vez su madre postiza, la Negra Sosa, en un reportaje me dijo, Charly tiene las patitas como alambres y siempre parece que se está por morir. Pero tiene una salud de hierro. Yo que me cuido me voy a morir antes. Ya vas a ver. Y Mercedes tuvo razón.

Charly no se murió a dios gracias. No abandonó. Sigue corriendo como puede la carrera de la vida aunque hubo momentos que su cuerpito flameaba al viento y con apenas 50 kilos.  Pero sus teclados levantan vuelo cada vez que los acaricia.

Charly es un muchacho de barrio que se convirtió en una estrella y nos estrelló de frente a una nueva estética. Es un creador nato con esos raros peinados nuevos. Tal vez uno de los artistas más importantes de todos los tiempos. Suele reírse de sí mismo y de sus entrevistadores. Tiene la ironía como herramienta de autodefensa. En un reportaje declaró:

  • Soy neurótico, histérico y de personalidad esquizoide.

Siempre está cerca de la revolución porque él fue y es una revolución de la poesía y la melodía. A Charly lo llevamos puesto en nuestra materia gris. Sacamos de la galera una frase, una figura literaria, no  quiero exagerar ni pretendo que le den el premio Nóbel pero es una suerte de nuestro Bob Dylan menos politizado. Aunque es un símbolo de paz, de energía rockera que demuele hoteles y hace promesas sobre el bidet. Compuso más de 800 temas, algunas obras de arte y pocas basuras. Es un Dios imperfecto de los escenarios. Un tipo capaz de tirarse a la pileta desde pisos muy altos y bajarse los pantalones para provocar como el buen francotirador que es. Sacude conciencias, rechaza lo establecido, provoca todo el tiempo a los políticamente correctos y eso nos ayuda a madurar y a abrir caminos y cerebros dogmáticos.

Charly cumplió apenas 72 y tiene una actitud transgresora de 20 años. Y es un clásico. ¿Alguien duda que debe estar en el altar de nuestros músicos definitivos como Atahualpa, Piazzola, o Mercedes entre otros?

Charly no se miente ni nos miente.

Por eso lo quiero tanto. Charly es un sentimiento. Y una gigantesca ola de talento.

Hace 8 años, estuvo internado en la Fleni, como tantas veces que estuvo internado. Grabó 41 discos y siempre con su altura de 1, 94 metros. A los 2 años se enfermó de vitíligo y los problemas de pigmentación de la piel se quedaron a vivir en su bigote. Una vez dijo que todo pasó por los ataques de nervios que tuvo cuando sus padres se fueron de viaje a Europa y lo dejaron al cuidado de las institutrices. “Tenía 2 años y 32 mucamas”, dijo Charly. En el Instituto Social Militar “Dámaso Centeno” de Caballito estudiaba más a Jimi Hendrix que a San Martín y en el secundario conoció a Nito Mestre y le cambió la vida y nos cambió la vida con Sui Géneris.

En la dictadura le prohibieron dos temas: “Botas locas” y “Juan represión” La censura llegó hasta Montevideo donde también surgían los dictadores y fue preso. Varias veces lo llevaron a las comisarías. Una vez en Mendoza, le golpearon la puerta de la habitación al grito de “Abra, soy policía”. García abrió y le dijo: “Y que culpa tengo yo de que usted no haya estudiado”. Hizo escándalos de todo tipo. Rompió guitarras, rompió las reglas, rompió todo. A Galtieri le cantó casi como un ruego que “No bombardeen Buenos Aires” por la guerra de Malvinas. Y cuando los dictadores de Videla marchaban hacia el poder, el Luna Park se llenó de jóvenes rebeldes de pelo largo que fueron a decirle “Adios a Sui Géneris”. Cantaron canción para mi muerte y fue toda una premonición. A los 5 años ya tocaba a Bach y Mozart en el Conservatorio. A los 12 se había convertido en profesor de “Teoría y Solfeo”. Ganó un Grammy a la excelencia musical y bien merecido estuvo.

Charly no es muy creyente que digamos. Escribió parte de la religión. Y por eso me permito decirle como si fuera el Papa, nuestro sumo pontífice del rock: Charly, rezo por vos. Para que no te mueras nunca. Rezo por vos.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre