Los banderazos contra Cristina

2018

Los cacerolazos y banderazos, sin dudas, son la peor pesadilla de Cristina. La protesta de los indignados es lo único que Cristina no puede, ni podrá manejar. Esas movilizaciones son un fenómeno nuevo en la política argentina y todo indica que llegaron para quedarse. No tienen banderas partidarias, son convocadas en forma independiente por las redes sociales, no hay un líder que de un discurso y baje línea. No hay escenario que esté más alto que la gente. Todo es bien horizontal y participativo.

Son ciudadanos hartos de tanta corrupción, impunidad y autoritarismo. La gran novedad es que hasta ahora la calle, los actos, eran del peronismo. Con excepción de la primavera democrática del 83, con Raúl Alfonsín y sus jóvenes, siempre la presencia en las calles, fue del peronismo. Ahora, los careroleros o los banderazos, le han ganado la calle al peronismo. O por lo menos se la diputan seriamente. Antes, era territorio exclusivo de todo tipo de justicialismo, con actos en donde la gente era llevada con micros, tutelada por los punteros, con carteles y consignas pre cocidas. Ese es el primer dato fuerte.

El segundo es que también están pulseando por la utilización de los símbolos patrios. Hasta la aparición de este fenómeno, que Jorge Fernández Díaz bautizó Movimiento Popular Republicano, las banderas argentinas y las fechas emblemáticas eran del peronismo. Ahora, un océano de banderas celestes y blancas, son el emblema de ciudadanos que resolvieron protagonizar, ejercer sus derechos, poner el cuerpo y comprometerse con el destino nacional. Y como si esto fuera poco, sus exigencias, tienen un ADN democrático y republicano.

Libertad, división de poderes, vigencia de la Constitución, trabajo digno para todos, menos asfixia impositiva, más seguridad para vivir en paz, respeto por la propiedad privada y rechazo a los patoterismo de estado y del sindicalismo, son algunos de sus reclamos. Por eso le digo que estos cacerolazos y banderazos son la peor pesadilla de Cristina. Porque sus pancartas piden todo lo contrario a lo que Cristina ofrece. De hecho, en casi todos esos encuentros aparecen carteles caseros o muñecos o gente disfrazada reclamando la cárcel para la actual vice presidenta. Piden que vaya presa como una forma de terminar con los privilegios. Quieren que haya juicio, castigo y condena, como corresponde.

Estos argentinos que dejaron la comodidad de sus casas, comprenden que es muy difícil construir un país distinto sobre la base de la mentira y el delito. No hace falta hacer una encuesta para darse cuenta que el principal denominador común de esas quejas callejeras y masivas es que la banda que saqueó al estado encabezada por Cristina pague por lo que hizo.

Y como si esto fuera poco, los banderazos han demostrado su eficacia para hacer retroceder los despropósitos del gobierno de los Fernández. Hubo reacciones chicas y medianas en muchos momentos. Son como un entrenamiento para los días emblemáticos. El 20 de junio, miles y miles protestaron contra el jurásico intento de expropiación de Vicentín. Ese gesto chavista disparó muchas marchas en todo el país y sobre todo, en la tierra donde nació la empresa.

Hace unos días, el presidente, mediante un decreto, anunció que desistía de esa idea loca. Fue un retroceso y un costo político grande para el gobierno de los Fernández. Antes se había logrado cerrar las puertas de las cárceles. Los funcionarios más cristinistas las habían abierto con un nivel de irresponsabilidad criminal. Hoy todavía lo estamos pagando con la inseguridad multiplicada y generalmente, producida por delincuentes que fueron liberados hace unos meses. Salieron más de 4 mil. Pero sin los cacerolazos y las protestas, hubiera salido muchos más.
El fin de semana pasado, los bocinazos, gritos y carteles mostraron su rechazo absoluto a todo tipo de ampliación de miembros de la Corte y al engendro impresentable de reforma judicial. Fue un aviso.

Ahora se está gestando en las redes una convocatoria gigantesca. Otra vez van a aprovechar una fecha patria: El 17 de agosto. Las invitaciones que circulan por internet tienen consignas sanmartinianas en consonancia con los 170 años de la muerte del Libertador de América. “Seamos libres, y lo demás no importa nada”, “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla” y “Hace más ruido un solo hombre gritando que cien callando”, son algunas de las frases de San Martín, el padre de la patria, que están utilizando para juntar “un millón de personas en todo el país”. Por lo menos ese es el objetivo que persiguen.

Varios de los textos de las redes terminan diciendo que el 17-A hay que demostrar que “los buenos somos más. Hagamos que se note”. Le repito que, es la más grave, pero por supuesto que no es la única pesadilla de Cristina. Está la justicia. O una parte de la justicia que no se vende ni se alquila. Cristina está investigada en 20 causas y procesada en 11. Record mundial. Esta semana se reanudó el juicio oral por las coimas, sobre precios y estafas en las obras públicas que le dieron a Lázaro Báez.

Por supuesto que Cristina se borró. No quiso conectarse. Es que está acusada de ser la jefa de la asociación ilícita que estafó a todos los argentinos. Cristina tampoco le quiso ver las caras a algunos de sus cómplices. Y mucho menos a José López el arrepentido que dijo que los bolsos con los millones de dólares que tiró en el monasterio trucho se los había dado Fabián Gutiérrez, el secretario privadísimo de Cristina, también arrepentido. Ambos denunciaron el circuito del dinero sucio de la corrupción. López declaró que Cristina era muy vengativa y que tenía miedo que lo matara. Ella hizo puchero frente a cámara y dijo que llegó a odiar a quien era la mano derecha de Julio de Vido. Y Gutiérrez, fue asesinado después de que lo torturaron para que confesara donde había escondido la mega fortuna que le había robado a los Kirchner que a su vez nos habían robado a todos y todas.

El principal objetivo de Cristina es dinamitar todas las causas y esconder los escombros debajo de la alfombra de la Casa Rosada. Quiere prontuario limpio y monumento para ella e impunidad para sus hijos y los integrantes del Cártel de los Pinguinos. Como es imposible ocultar semejante nivel de latrocinio y cleptocracia, apeló al mecanismo de la reforma judicial y la ampliación de la Corte Suprema. Todas las vacantes serán cubiertas con soldados judiciales de Cristina. Jorge Lanata lo definió con toda claridad en pocas palabras. Habló de la trampa que es la mentirosa reforma judicial y llamó a pararla en el Congreso, en las redes y en las calles.

El primer paso, es poner la Corte al servicio de Cristina. Ahora están en la etapa de hostigamiento. El abogado de Fernández Cristina y asesor de Fernández Alberto, el doctor Beraldi dijo que la Corte “muy democrática no es”. Y otro abogado que asistió a la nada exitosa abogada, Alejandro Rúa fue más directo: “Hay que terminar con esta Corte macrista”.

Esta mañana se lo comenté a Longobardi. Pero no es la primera vez que advierto que después de reducir la Corte a la servidumbre, van a ir por la reforma de la Constitución Nacional y el control de los medios de comunicación. Es la puerta de entrada al chavismo explícito. Eugenio Zaffaroni ya había anticipado su intención de dividir la Corte en salas, algo absolutamente anticonstitucional y ahora también dio la primicia: “es inevitable una nueva Constitución Nacional”, fueron sus palabras.Oscar Parrilli ayer y Gabriel Mariotto hace unas semanas, plantearon con toda claridad diversos intentos de censurar al periodismo.

Mientras tanto, Cristina está impulsando el ataque más formidable que se tenga memoria en democracia, sobre todos los rincones de la justicia. Mientras la reforma es aprobada, mientras se amplía el número de miembros de la Corte, van por la destitución de Eduardo Casal, el prestigioso jefe de todos los fiscales para poner a un militante cristinista en su lugar y siguen en el Consejo de la Magistratura con el plan de desplazar jueces a los que Cristina no quiere. Por eso es tan importante que la Corte Suprema se ponga los pantalones y de una vez por todas, confirme que es inconstitucional la reforma del Consejo que le dio mayoría a la política. Hace 4 años que la Corte tiene cajoneado ese expediente.

La reina Cristina maneja todos los resortes, pero la Corte tiene en sus manos una herramienta clave. Y por supuesto, también resisten los puñetazos sobre la mesa de los opositores con más autoridad y mayor potencia. La doctora Elisa Carrió embistió con valores éticos contra Arslanian y Beraldi por integrar esa comisión asesora de Alberto. Les cuestionó que se hayan hecho millonarios defendiendo corruptos. Dijo que es “una forma de inmoralidad equivalente a traición a la patria”.

Son muchas las jugadas que se vienen en este peligroso ajedrez. Vamos a asistir a una lucha por la verdad, la justicia y los valores republicanos. Cristina acumuló mucho poder y colocó sus piezas en todos los lugares estratégicos. Hay una sola cosa que no puede manejar: los banderazos, que son su peor pesadilla.

Editorial de Alfredo Leuco en Le doy mi Palabra, por Radio Mitre.