Lo peor y lo mejor de Milei

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Lo peor que tiene el presidente Javier Milei es su maltrato feroz a quien piensa distinto e incluso a los integrantes de su propia tropa. Y no estoy haciendo una crítica por sus malos modales. No es un tema superficial. Es más profundo. Un jefe de estado que insulta de la peor manera a medio mundo, sobre todo a mujeres y homosexuales envía una señal nefasta que potencia grietas y agresiones en la sociedad. Es todo lo contrario a lo que corresponde a la más alta magistratura. Descalifica brutalmente y se pega tiros en los pies.

Ya expulsó a más de 100 funcionarios y dirigentes de su espacio y lo hizo con una ingratitud que estremece.

 Diana Mondino, Ramiro Marra o Victoria Villarruel por nombrar solo tres ejemplos, en 5 minutos, pasaron de compañeros de ruta a enemigos sin ninguna explicación coherente. Villarruel sigue, pero fue vaciada de poder y combatida por la fuerza de tareas digital. Dos cuestiones que Milei debería revisar.

Primero: a todos ellos los designó el mismo. Si fueron inútiles, desobedientes o corruptos, parte de la culpa es de él. No cayeron del cielo.

Segundo: cuando un presidente humilla públicamente a quien estuvo hasta hace  instantes luchando a su lado, transmite una falta de lealtad que llevará a muchos colaboradores a decirle todo que si por miedo a ser eyectado. No hay nada peor para un presidente que tener a su lado a aduladores que solamente digan dos palabras: “Si presidente”. Los que lo ayudan de verdad son los que tratan de evitar que cometa errores.

La exigencia de disciplina partidaria es comprensible. Pero el castigo a la mínima disidencia anula lo que venían pregonando: que ellos defienden la libertad y el pluralismo.

Milei no tiene contemplaciones y elije las peores ofensas y eso coloca a los ofendidos en el campo de los rivales que, además no olvidarán en su vida esas injurias. Y saltarán a la yugular de Milei apenas tenga una caída aunque sea mínima en su popularidad que hoy es impresionante.

Milei viene ganando batallas espectaculares e inéditas. Solamente sufrió dos derrotas mínimas y parciales. Y a las dos, las fabricó el mismo por embestir todo el tiempo como un toro, no como un león.

 La movilización universitaria y la de la defensa de la diversidad sexual. Alguna vez dije que Milei es su peor enemigo. No tiene a nadie adelante. Ni liderazgos potentes ni partidos organizados. Sus enemigos imaginarios o reales están adelante suyo, en el espejo. La marcha del sábado tuvo a Milei como principal productor. Es cierto que gran parte de la concurrencia era del kirchnerismo chavista y de la ultra izquierda fanática y antisemita.

Pero también es verdad que sus palabras en Davos enojaron a muchos sectores de clase media independiente que también lo votaron como un vehículo para huir del cristinismo. Milei finalmente es un político aunque no le guste y su principal tarea es consolidar y multiplicar el apoyo social y no dividir y unificar a sus enemigos. Y lo más grave es que en lugar de reconocer el error, redobló la apuesta e imaginó una conspiración inter galáctica que le tergiversó sus declaraciones. No es cierto. Si hubiera pedido disculpas, el conflicto se apagaba en dos minutos. Pero tozudo, se mantuvo encerrado en su paso en falso y echó más nafta al fuego. No ser capaz de enmendar un error es propio de los liderazgos mesiánicos, como Cristina. Ellos nunca se equivocan. Son infalibles.

En lugar de seguir escupiendo agravios, Milei debería ser más liberal y menos autoritario.

Que el estado se meta en la cama de los ciudadanos, no es liberal. Que el estado fomente un pensamiento único y persiga el pluralismo, no es liberal.

Pero vamos a la otra punta.

Lo mejor de Milei nos remite a varios temas: el desplome de la inflación y de los asesinatos, por ejemplo. Y la liquidación de mafias extorsivas en diversos lugares del estado. Estos son sus grandes éxitos. Pero en este momento yo destaco su lucidez estratégica de alinearse con Estados Unidos e Israel, dos de los países que más respetan la democracia y las libertades individuales.

  • Fue un gran acierto político y humanístico alejarse del eje del mal, del terrorismo al servicio de Irán o de las dictaduras que más violan los derechos humanos como Cuba y Venezuela.

Milei tuvo y tiene el coraje de respaldar la guerra defensiva a la que se vio obligado Israel después de la invasión a su territorio perpetrada por los terroristas de Hamas. Los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos fueron de una brutalidad y salvajismo sin antecedentes. Y fue la matanza de judíos más grave desde el holocausto nazi de Adolf Hitler.

Fusilamientos, violaciones, incineraciones, quema de bebes en micro hondas, torturas de civiles pacíficos que estaban en sus casas.

Milei no tuvo fisuras y apoyó siempre la lucha contra el terrorismo y contra el tsunami de antisemitismo que se produjo después de aquel 7 de octubre. En los medios de comunicación hubo y hay una cobertura despareja de semejante ataque a los valores de occidente y de la civilización judeo cristiana. Mucho falso progre, muchos ignorantes han utilizado las palabras de forma irresponsable y totalmente falsa. Algunos dijeron que los secuestrados, cautivos, rehenes y desaparecidos, eran detenidos. Otros calificaron de milicianos a los terroristas de Hamas.

Con la liberación del rehén Yarden Bibas, se produjo un momento de alegría pero una gran preocupación sobre la situación de su esposa Shiri y sus dos hijos Kfir y Ariel. El cautiverio de Kfir se transformó en un símbolo de la crueldad y el odio infinito.

Es el rehén más chico de la historia,

secuestrado por un grupo terrorista. Cumplió dos años en los túneles del horror.

En todo el mundo es una bandera de reclamo por su regreso a Israel sano y salvo, igual que toda su familia y todos los rehenes. Hasta en Times Square, en Nueva York se hicieron eco de esta exigencia.

Hay angustia y desesperación entre las personas democráticas y pacíficas del mundo. Diversas campañas se han llevado a cabo diciendo que “todos podríamos haber sido la familia Bibas: Todos podríamos haber sido la familia Bibas. Que liberen a todos los rehenes en forma urgente. Como liberaron a Emily, el símbolo de la resistencia.

Le doy mi palabra.