La complicidad de muchos empresarios

901

Esta mañana escuché con mucha satisfacción los apuntes que Jorge Fernández Díaz hace diariamente con Eduardo Feinmann en esta querida radio Mitre. Somos amigos con Jorge y tenemos una mirada bastante parecida en muchas cuestiones de la vida política. Pero en esta ocasión, me dio la sensación de que hubo una suerte de transmisión de pensamiento. Fue algo mágico. Yo estaba con bronca por algunas de las declaraciones en el Coloquio de Idea. Y de pronto, Fernández Díaz, me representó con sus duras pero muy atinadas y valientes críticas.

Me acordé de inmediato de aquella erupción volcánica que escuchamos al principio de esta columna. Sin escribirla, en forma espontánea me calenté y dije cosas muy fuertes. Fue hace más de cuatro años, exactamente el 6 de agosto de 2018. Ya pasaron cuatro años y sin embargo, la quise repetir tal como las dije en ese momento. Porque nada o muy pocas cosas han cambiado. Soy un convencido de que los empresarios más poderosos que hicieron pagos ilegales en la causa de los cuadernos de las coimas K podrían haber evitado eso. Si hubieran hecho una conferencia de prensa diciendo que Roberto Baratta les exigía dinero para aprobar sus obras públicas o aportes para la campaña, eso se desarmaba en dos minutos.

Pero eligieron callar. Ser cómplices. Mientras muchos periodistas que ganaban dos mangos se jugaban los huevos y sus trabajos. No quiero generalizar porque el que generaliza discrimina y comete una injusticia. No puedo decir que fueron todos los empresarios. Fueron muchos. Hubo valientes como Juan José Aranguren que fueron a la trinchera y se comieron más de 50 juicios. Pero mantuvieron su dignidad y su honradez.

Pueden dormir tranquilos. Pero otros, pagaron coimas. Y encima no fueron de sus bolsillos ni de sus ganancias. Fue de los sobreprecios. Es decir que las coimas que enriquecieron a los Kirchner y el cártel de los Pinguinos, las pagamos todos los argentinos de nuestros bolsillos. Por eso no puedo soportar que después hayan dicho que no tenían otro remedio que participar de ese circuito ilegal. Que lo hacían para defender las fuentes de trabajo y  sus familias. Por favor. No mientan, muchachos. Lo hacían porque se evitaban competir y tenían el negociado y la vaca atada. Siempre hay un camino para no ser corrupto. Decir que no. Esa palabra de dos letras es revolucionaria. Muchos periodistas nos jugábamos los huevos y nuestros trabajos y teníamos que ir a trabajar a radios y canales alternativos. Y muchos de esos empresarios millonarios y salvados por varias generaciones, decían que se corrompieron para salvar a los trabajadores. Por eso creo que los empresarios que entraron en ese juego ilegal son iguales o peores que los funcionarios. Porque los empresarios siguen en sus puestos por décadas. Por lo menos, muchos políticos ladrones pueden perder elecciones y volver al llano.

Los funcionarios que robaron tienen que ir presos y los empresarios también. La mega corrupción de estado igual que el tango, necesitó de los dos para bailar esa danza macabra. Insisto. Conozco muchos empresarios honrados. No quiero involucrar a todos. Pero en el coloquio de IDEA me dio la impresión de que varios padecen el Síndrome de Estocolmo, se enamoran o les tienen pánico a sus torturadores. Porque hablan de dos veredas, de grieta y extremos de ambos lados, de teoría de los dos demonios. Que cobardía no condenar al peor gobierno de la historia que es este y encima de callarse que estos muchachos del gobierno van contra la propiedad privada y fomentan o permiten la presencia del narco terrorismo en Santa Fé y el foquismo pseudo mapuche en la Patagonia. Hay un solo sector chavista en la Argentina. Hay una sola secta política que va contra la Justicia y los medios de comunicación.

Pudieron haber parado la corrupción durante los gobiernos de Néstor y Cristina y no lo hicieron. Eligieron ser cómplices. Hoy se borran, se lavan las manos y toman una posición equidistante entre los que apuestan a una democracia republicana capitalista y moderna y los que admiran a Chávez y Fidel Castro.

Los poncio pilatos de las empresas son muy dañinos. Y también hay que decirlo. Como lo dijo Jorge Fernández Díaz esta mañana. Muchos son parte del problema, les gusta la ventajita y la trampa y se arrodillan ante el kirchnerismo. Jorge parafraseó a Fernando Savater con una frase con la que quiero terminar esta columna encendida: “A los republicanos, los juzgan por el peor de sus resultados y a los peronistas por lo mejor de sus intenciones”. Así nos va.

Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre