Es una película de terror que podríamos titular: “El regreso de los muertos vivos”. Wado de Pedro finge ser un camporista amplio y convoca a Luis Barrionuevo. Amado Boudou va al Senado a dar cátedra y lo aplauden como si fuera un héroe revolucionario. Julio de Vido, en complicidad con Milagro Sala y Fernando Esteche, armó un espacio político al que denominó “Encuentro Patriótico”. Guillermo Moreno también tiene su agrupación y por eso le dicen “pollo al spiedo”. Porque está quemado y sigue dando vueltas. Hay muchos casos, pero el colmo es la reaparición nada rutilante ni triunfal de Ginés González García de la mano de Alberto. Esa foto en el Partido Justicialista con Ginés, Filmus, Taiana, Aníbal, se parece demasiado a lo que antes el peronismo llamaba “el tren fantasma”.
Tenían fecha de vencimiento y los volvieron a poner en la góndola política. Se ve que el desabastecimiento es grande. Claro, me dijo un gobernador peronista: “Nadie sensato quiere agarrar un ministerio. Nadie es tan suicida de subirse al avión de Alberto y Cristina”. ¿Cuánto falta para que lo estrellen con todos los argentinos adentro?
Es el pasado que vuelve diría Carlos Gardel. Son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos, hondas horas de dolor. Pero no se trata solamente de huir al pasado con la frente marchita. Lo grave es que semejantes personajes demuestran que hay un peronismo/kirchnerista, anquilosado, jurásico, que se recicla y que es incapaz de modernizar sus ideas y sus dirigentes. Los albertistas de hoy son los que Cristina ayer echó de su lado.
Pero lo de Ginés, es directamente una provocación. Va en el mismo sentido que el pago de platita, platita para cerrar la causa por la escandalosa festichola de Olivos.
¿Pensarán que la gente ya se olvidó de Ginés? ¿Qué somos tan tontos?
¿Se acuerda cuando Alberto, con la cara de acero inoxidable y como si no fuera profesor de Derecho dijo que “no se cometió ningún delito, porque no es delito vacunar a alguien que se adelantó en la cola”.
El entonces jefe de gabinete, Santiaguito Cafierito III, con la misma fragilidad intelectual dijo que el vacunatorio vip “era un invento de los periodistas”. No tienen vergüenza. No supieron cómo frenar la hemorragia política que les produjeron los traficantes de las vacunas que pertenecían a los argentinos más vulnerables. Con Moyano, Zannini y Verbitsky en la primera fila.
El profesor Alberto dijo que no había ningún tipo penal ni delito. Pero los fiscales Eduardo Taiano y Guillermo Marijuan no opinaron lo mismo. El primero imputó a Ginés y allanó el Ministerio de Salud. En el despacho más importante funcionaba una asociación ilícita liderada por Ginés y su lugarteniente, Lisandro Bonelli. Se usaba el dinero y la vacuna de los argentinos para privilegiar a amigos y militantes. Eso, según avance la investigación, puede implicar tráfico de influencias, abuso de poder, malversación de fondos, abandono de personas en situación de riesgo, atentado contra la salud pública y una cantidad más de delitos con los que amenazó el propio Alberto para hacer más riguroso el control de la cuarentena.
Taiano en su resolución argumentó que se trata de “un acto de inusitada gravedad institucional” y la jueza federal María Eugenia Capuchetti ordenó el allanamiento al ministerio de Salud.
No fueron payasadas, señor Presidente.
Estamos hablando de la muerte de más de más de 130 mil argentinos producto del coronavirus. No podía ser peor. Y eso que el gobierno dijo que si estuviera Macri ya hubiéramos superado los diez mil muertos. ¿Se acuerda?
El comandante de esta Armada Brancaleone fue Ginés, bajo la supervisión de otro funcionario repleto de improvisaciones, contradicciones y otros mamarrachos. Me refiero al presidente de la Nación, Alberto Fernández. Porque en esta, Cristina no se metió. Ni abrió la boca. Ni para darle el pésame a los familiares de la víctimas o expresar su dolor por tanta muerte de compatriotas.
Cristina se lavó las manos con alcohol en gel y mantuvo distancia social de todos estos dramas.
Con la vida de los argentinos, no. Gobierno de científicos, las pelucas. Mediocres y chantas. Gé Ge Gé, como se conoce a Ginés por sus iniciales, batió todos los records de metidas de pata y bloopers durante la cuarentena extra large. Habló hasta por los codos y dijo barbaridades.
Siempre buscaron culpables en lugar de encontrar soluciones. Para empezar, Ginés no pegó una. Desde aquel histórico día 23 de enero, cuando dijo que no había ninguna posibilidad de que el coronavirus llegara a la Argentina. El médico de ese presunto gobierno de científicos hizo diagnósticos absolutamente equivocados. Insisto: no pegó una. “Me preocupa más el dengue que el coronavirus”, planteó sin que se le moviera un músculo, ni pidiera disculpas por semejante pifia. El 3 de marzo dijo, “uy, me sorprendió el virus, yo no creía que iba a llegar tan rápido”. Hay que recordar que vaticinó que en julio iba a bajar la curva y que la gripe era mucho peor que el covid 19. Están todos los audios y los videos. Tardó en usar barbijo y al principio no fue contundente para recomendarlo.
Albert Camus fue claro: “La peor de las pestes no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda a las almas y ese espectáculo suele ser horroroso.
Dicen que Alberto le encargó un proyecto para estatizar el sistema de salud que no sea tan cubano como el que tiene Cristina. ¿Van a destruir la salud también como hicieron con la economía, la educación, la seguridad y la justicia? ¿Se acuerdan cuando Ginés eufórico junto a su tropa cantaban, “Tenemos ministerio, tenemos ministerio”.
Volvió el pícaro. El que tomaba un vinito y Madrid con una señorita. Tengan cuidado, argentinos. Volvió Ginés, el que nos vacunó a todos y todas.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre