Cristina no para de bombardear a Alberto desde que se dio cuenta que había cometido un error gigantesco al bendecirlo con la candidatura a presidente. Ella y su tropa de talibanes K le han dicho y hecho las peores cosas. No hay antecedentes en la historia política democrática de semejante violencia verbal ejercida contra un presidente desde su propia coalición de gobierno. El fuego amigo se convirtió en una tortura que dejó al jefe de estado atontado y contra las cuerdas. Según reveló Marcelo Bonelli, Cristina le dijo a Carlos Melconian que “no sabía que Alberto era tan boludo”.
Cristina transformó la investidura presidencial en un trapo de piso rendido a sus pies. No le alcanzaba con un títere. Alberto, reptando por el suelo, no se atreve ni a señalar a la verdadera culpable de ser un presidente golpeado. En lugar de denunciar el golpismo de Cristina, ayer aprovechó un tuit del chavista español, Pablo Iglesias y apuntó contra “cierto periodismo que difama, persigue y siembra desánimo con noticias falsas que hieren a la democracia”.
Alberto siente tanto pánico ante la omnipresencia de Cristina, que no quiere ni registrar de donde vienen los balazos. “Bajen las armas”, pidió. Que se lo pida a Cristina, si es que todavía le queda un gramo de dignidad.
Esta película de terror que está padeciendo el pueblo argentino más pobre, habla más de Cristina que de Alberto. De su autoritarismo corrupto, de su mezquindad personal y de la bulimia por el poder y el dinero que padece.
Hay muchas falacias y agresiones de Cristina para elegir como una manera de definirla. Yo me quedo con una que no fue título de los diarios y que para muchos fue solo una anécdota más de su furia permanente contra todos lo que no se arrodillen ante su presencia. En su lugar en el mundo, en El Calafate, Cristina desnudó en vivo y en directo su corazón de piedra y su altanería que maltrata a medio mundo.
Le cuento a que me refiero. La locutora oficial del acto la presentó de la siguiente manera: “Para finalizar, se dirige a ustedes la excelentísima señora vicepresidenta de la Nación, doctora Cristina Fernández de Kirchner”.
La nada exitosa abogada miró con cara de traste a la presentadora y la sometió a un reto humillante: “Para la próxima, querida, nunca más me digas excelentísima, que detesto que me digan eso de excelentísima. Con Cristina y vice presidenta, está bien. Alcanza y sobra”.
No hay nada peor en un ser humano que se cruel con los débiles. Es casi la definición de cobardía. Una humilde trabajadora que se gana el mango para vivir como locutora fue sometida a una lluvia ácida por parte de la mujer más poderosa de la Argentina. Una asimetría que desnuda a la verdadera cristina, una suerte de iceberg sin alma ni empatía con nadie. Ensañarse con una persona que ni siquiera le puede contestar es patear al caído, el gesto cumbre de la insolidaridad y la altanería de quien se cree por encima de toda la humanidad. Dice para la tribuna que detesta que le digan excelentísima, pero grita ante los jueces que a ella la absolvió la historia. Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces.
Para la próxima querida, nunca más utilices ese tono mandón, ofensivo y agraviante contra los ciudadanos como si fueran los súbditos de tu reino. Ya lo utilizó cien veces, contra el abuelito amarrete, los jubilados, los docentes que tienen demasiadas vacaciones, los periodistas y siguen las firmas.
Si quiere, puede utilizar esas palabras dañinas y groseras contra los chupamedias que solo le dicen “Si Cristina”. Puede y pudo decirle pelotudo a Parrilli, boludo al Presidente, o golpista a Martín Guzmán. Ellos se lo buscaron.
Pero para la próxima, querida, nunca más diga que los que compran dólares son adictos porque le vamos a mostrar los más de 5 millones de dólares termosellados que nadie sabe de donde los sacó su hija Florencia.
Para la próxima no diga nunca más que la historia ya la absolvió porque todavía falta que pase por el juicio y castigo de los tribunales terrenales. Hoy mismo comenzaron los alegatos en la causa Vialidad donde el valiente y riguroso fiscal Diego Luciano pedirá entre 5 y 16 años de cárcel para usted, como jefa de una asociación ilícita que se dedicó a saquear al estado.
Para la próxima, lea atentamente a los periodistas independientes que le están marcando cual es la realidad que usted se niega a ver. El colega Jorge Liotti, ayer nomás, escribió dos párrafos que actúan como radiografía del porque nos pasa lo que pasa.
- “Si me siguen jodiendo, renuncio y que se vayan todos a la mierda. No la voy a llamar, no voy a firmar mi rendición”.
- “Alberto no puede irse, sin que ella se lo permita. Códigos de una Cosa Nostra de arrabal.
Cristina se encargó de darle masividad a los presuntos chats íntimos de Alberto cuando en su discurso dijo que “cualquiera puede ver mi teléfono, pero otros no pueden mostrarlo”. Extorsión cristinista al palo.
Para la próxima, no utilice la doble vara tan arbitraria. Para usted Guzmán fue golpista con su renuncia, pero Wado de Pedro y su hijo Máximo fueron patriotas con sus renuncias y aprietes. Hipocresía cristinista al palo.
Alberto Fernández hoy no es dueño ni de sus frustraciones ni de su mediocridad. Está atrapado sin salida. Y Cristina es su carcelera.
Editorial de Alfredo Leuco en Radio Mitre