Los miércoles hablamos de historia. Y hoy no va ser una excepción. Voy a hablar de historia en tiempo real, porque la historia no es sólo la crónica del pasado. Hoy se publicó una carta que merece entrar en la historia y debería estar en todos los manuales de estudio para entender la época que nos toca vivir.
Es una testimonio que sintetiza una tragedia que estará en todos los libros de historia. Es un texto que no sólo es una crónica de un hecho del presente, sino que es una metáfora de la Argentina de 2020. Es una carta desgarradora que responde uno de los grandes interrogantes que nos formulamos los argentinos: ¿quién es Alberto Fernnández?
Pablo Musse es un ciudadano argentino, como cualquier otro. Hasta hace diez días Pablo tenía una hija que luchaba contra un cáncer. Para la mayor parte del país Pablo y Solange eran dos desconocidos.
Hace diez días Solange agonizaba en la provincia de Córdoba y necesitaba abrazar a su papá como cuando era una nena chiquitita y solo él podía calmar ese llanto. Sólo eso necesitaba para descansar en paz. Pero un grupo de burócratas que sobreactúan las ampulosas medidas confiscatorias de derechos civiles, les impidieron ese abrazo final. Ese derecho.
Ya todos conocen la historia: Solange agonizaba en Córdoba. Como haría todo padre bien nacido, cuando Solange entró en un cuadro crítico, Pablo salió corriendo para tomar la mano de su hija, sabiendo, acaso, que sería la última vez. La provincia les prohibió el ingreso a él y a su cuñada, la tía de Solange, una mujer discapacitada.
Hoy quiero compartir con todos el texto desgarrador de un padre que perdió a su hija y que se expresa sin odio, desde una carta publicada en redes sociales. Sólo eso. No tira piedras, no toma tierras ni se cobra venganza.
El poder de este testimonio único reside en la nobleza, la sinceridad y, más aún, en la dignidad que su hija puso de manifiesto con sus últimas palabras. Pablo Musse, solo, ya sin Solange, sin su chiquita que murió sin él hace diez días, le escribió una Carta Abierta a Alberto Fernández y cada una de sus palabra es una respuesta, insisto, a la pregunta que nos formulamos tantos argentinos: ¿quién es Alberto Fernández?
“Sr. Presidente, me llamo Pablo Musse, padre de Solange Musse, Ud en una declaración dijo que acá nadie le quita la libertad a nadie, quiero corregirlo, Ud. y el gobierno de Córdoba, le quitaron la libertad y sus derechos a mi hija Solange, derechos básicos universales de cualquier persona en sus últimos momentos de su vida, ella reclamó por sus derechos, pidió verme antes de su partida, pero Ud. y el gobierno de Córdoba, no se lo permitieron no sólo eso, sino que a mí y mi cuñada Paola Oviedo con discapacidades diferentes, nos trataron como terroristas, escoltados por la policía de cuatro provincias un trayecto de 900 Km.
Algunos dijeron como delincuentes, mal dicho, porque su gobierno soltó a más de 5.000 delincuentes y no los escoltó la policía. Ud. los domingos almuerza con la gente que quiere, mi hija el domingo 16 de agosto no pudo almorzar conmigo, que ironía, ¿no? Ud. si, mi hija no, lamentablemente no vi ni escuche declaraciones de los derechos humanos, violaron el código penal 248, tampoco vi ni escuche al Inadi, por maltrato a una persona con capacidades diferentes, tal vez será porque no somos del palo?
Mi hija sólo quería estar sus últimos momentos con su padre, rogó por sus derechos pero no fue escuchada, se fue sin poder cumplir su deseo de abrazar a su padre, dan lástima Uds, nos piden esfuerzos, que nos cuidemos, cuando Uds. no dan el ejemplo, solo le digo que hay una justicia divina, una que Ud. ni nadie puede comprar.
Y una sola cosa Sr. Presidente, no nos mienta más, si quiere miéntale a sus seguidores, no a nosotros. Ud. no tiene palabra, cuando habla no le creo, imposible creerle a una persona que hace un par de años criticaba a viva voz a un gobierno de corruptos y hoy está justo con ellos.
Las últimas palabras de mi hija fueron: ‘Hasta el último suspiro tengo mis derechos’. Que estas palabras tal vez le lleguen al corazón, si es que lo tiene. Cordiales saludos, Musse Pablo”.
Cuando el presidente vuelva a reunirse con el clan Moyano, por ejemplo, o con Cristina para recibir las órdenes de quien maneja de verdad el país, sería bueno que se pusiera el barbijo aunque más no sea para disimular la risa frente al dolor de un padre que no pudo abrazar a su hija por última vez.