Andahazi: “Quedate en casa (mientras vienen por todo)”

1982

Ya nos olvidamos de la responsabilidad del gobierno chino en la tragedia sanitaria, económica y social más grande de los últimos tiempos?

¿Occidente está dispuesto a declarar una amnistía de hecho y eximir a China de la irresponsabilidad de ocultar el brote viral y diseminar el COVID por acción u omisión en todo el planeta?

Hasta el momento, la pandemia originada en Wuhan infectó a 15 millones de personas, se cobró más de 600 mil vidas, condenó al aislamiento a casi toda la población mundial y produjo una catástrofe económica cuya gravedad aún es difícil estimar.

La economía de todos los países del mundo cayó. Sólo un país crecerá. ¿Cual es ese país? China.

Lejos de hacer pagar a China el incalculable daño que le produjo al planeta, Occidente, empantanado en la trampa que se tendió a sí mismo, parece más dispuesto a premiar al Partido Comunista Chino que a castigarlo.

El mundo no sólo no se muestra inclinado a tropezar dos veces con la misma piedra, sino a poner una cantera en el medio del camino.

No es sensato entregarse a teorías conspirativas o a la creencia paranoica en confabulaciones globales, pero si China no tenía intenciones de dañar a Occidente, lo ha hecho, de cualquier modo, con una precisión quirúrgica.

Veamos los números. Al contrario de lo que sucede en las potencias Occidentales, la economía china creció 3,2% en el segundo trimestre del año y registra un alza del 11,5% respecto del trimestre anterior.

En contraste con el resto del mundo, China esquivó la recesión. Mientras la economía del régimen chino crece, el PBI de Europa y Estados Unidos se desploma.

El FMI prevé que la zona euro se contraerá un 10,2% y Estados Unidos un 8%, en tanto la producción industrial de Beijing muestra un alza del 4,8%.

Es notable lo que sucede en la Argentina. La economía de nuestro país fue la más afectada del mundo a causa de la pandemia surgida en China.

Lejos de pronunciar una palabra de condena, el Partido Justicialista le agradeció al gobierno chino por “su liderazgo y los avances de la ciencias al servicio de salud (…) Como países políticamente hermanados, con un pasado que nos une, nos sentimos cerca del Partido Comunista Chino y de su pueblo en este difícil momento”, escribió Gioja en una carta al líder de China.

Mientras los amigos del Partido Comunista Chino que integran el gobierno de Fernández y Fernández se rasgan las vestiduras y propician la expropiación de Vicentín, ¿quién es el ganador de la exportación de granos argentinos?

¿Una empresa argentina nacida en el corazón de las pampas? ¿Un empresario nacional y popular? ¿Una cooperativa de trabajadores rurales?

¿Campesinos independientes que crecieron gracias a una reforma agraria ideada por el PCR o la CCC que integran la coalición de gobierno? No, la gran ganadora es una empresa de origen chino.

La mayor exportadora de granos de Argentina es una empresa china. Así es; esta corporación, la gran ganadora del mercado nacional de granos, legumbres, harinas y aceites vegetales es una empresa estatal china, que por segundo año consecutivo, resulta el mayor exportador con el 15% del total de los envíos.

Del kirchnerismo se puede esperar cualquier cosa, se sabe, pero el mundo no parece, en este punto, comportarse de manera muy diferente.

¿Occidente está dispuesto a seguir fingiendo que China no es la gran dictadura inhumana que sostiene la mayor parte de las pequeñas y medianas dictaduras alrededor del planeta?

¿Occidente continuará haciéndose el distraído con las inhumanas condiciones de control social y el estado de pánico permanente en que vive la población China?

Es fácil aplicar sanciones e imponer restricciones a economías que no mueven el voltímetro del mundo como Caracas o La Habana, pero la grandes economías occidentales no están dispuestas a renunciar a ese gigantesco mercado de 1.400 millones personas (lo sé de primera mano porque algunos de mis libros están traducidos y publicados en China y una tirada pequeña es diez veces más grande que una tirada grande de acá).

¿Cuánto tardará Occidente en evitar los eufemismos como “sistema de partido único” para llamar dictadura lisa y llana a la República de China?

China ha hecho exactamente lo que hace una dictadura: ocultó cifras, escondió a los enfermos y los trató como si fuesen delincuentes, fabricó espectaculares escenografías hospitalarias para crear épicas inexistentes, encarceló y mató a los médicos que denunciaron los potenciales peligros, restringió y prohibió las redes sociales, censuró la internet y, desde luego, los medios de difusión tradicionales.

¿Qué precio está dispuesto a pagar Occidente en vidas humana con tal de mantener esa gigantesca factoría que fabrica desde locomotoras, automóviles, motos y computadoras hasta el llavero o el mate con el escudo del club de tus amores, sea el Barza o Chacarita Juniors o la pantalla del teléfono en la que leemos a cuánto asciende hoy el número de muertos en todo el mundo?

Todo, absolutamente todo está hecho en China. Incluso el sticker que dice “Quedate en casa”, mientras ellos van por todo. Por todo.