Andahazi: “Palo, polvo y vacuna rusa”

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El gobierno actúa como un paciente bipolar que no puede regular la intensidad de la euforia ni la profundidad de la zozobra. Alberto Fernández impuso y militó activamente una cuarentena cerrada, estricta y destructiva a niveles irracionales y se apoyó en personajes como el gobernador Gildo Insfran, quien decretó un Estado policial que dejó muertos y, literalmente, desterrados.

Claro, los términos fueron tajantes: “Cuarentena o muerte”, decían. Ahora que la Argentina superó los 35 mil muertos, el millón trescientos mil contagiados y la cuarta tasa mundial de muertes por millón, ahora que compararse con cualquier otro país del planeta sería vergonzoso, ahora alimentan con igual fanatismo e irracionalidad la euforia malvinera por la vacuna.

Cierta prensa kirchnerista idiota y mentirosa publicó estos días que yo pasé de criticar la vacuna a exigir que sea obligatoria. A esta altura, cualquiera que haya escuchado los cientos de columnas que expuse en este programa y en la TV en relación con la salud en general y las vacunas en particular conoce mi pensamiento.

Una vez que se hayan cumplido todos estos procedimientos, lo que corresponde es que la o las vacunas debidamente aprobadas ingresen en el carnet de vacunación, como sucede con cualquier vacuna que protege a los individuos y a la población en su totalidad.

En el caso de una pandemia las razones son todavía mayores. ¿Cómo podría ser optativa una vacuna para combatir una enfermedad que mantiene a todo el planeta en vilo?

La política sanitaria de nuestro país tiene históricamente uno de los programas de vacunación más completos del mundo. Si no es optativa la BCG, menos podría serlo la vacuna contra el covid.

Pero Alberto Fernández se apuró tanto a anunciar la vacunación masiva en diciembre que ahora no sabe cómo salir de la maraña de mentiras en la que se encerró él solito. Cómo no está seguro de que la vacuna no implique riesgos, entonces el presidente dice que será voluntaria para evitar cualquier responsabilidad.

O sea, si vos te ponés la vacuna, la decisión corre por tu cuenta. La vacuna rusa no estará disponible en la Argentina para diciembre. No ha cumplido la 3º fase, no han presentado los informes a la comunidad científica y para diciembre los voluntarios no habrán pasado el tiempo requerido de aplicación de la segunda dosis.

Entonces, ¿por qué prometer un verano con vacuna cuando nada indica que será así? Las vacunas de Pfizer, Moderna y Sputnik anuncian una eficacia que va del 90 al 94%, altísima, por cierto, para cualquier vacuna. Pero los informes son preliminares, buenas perspectivas, sí, pero la ciencia exige conclusiones definitivas.

El Director general de BioNTech, que trabaja con AstraZeneca en una de las vacunas en base a ARN mensajero, dijo que “espera un retorno a la normalidad a partir de diciembre de 2021, si se producen unos elevados niveles de vacunación”. “Podríamos tener en Europa un invierno normal el año que viene”, consideró.

Estas afirmaciones demuestran la gravedad del tema, los científicos esperan una respuesta inmunológica masiva recién para dentro de un año. Si el problema va a continuar en Europa hasta fines de 2021, en nuestro país lo tendremos al menos hasta 2022.

¿Qué sentido puede tener en este contexto propiciar una campaña con famosos, que no entienden ni tendrían por qué entender nada de salud pública, anunciando que se van a vacunar felices? Pura y peligrosa demagogia.

Alberto Fernández dijo al principio que estábamos dominando el virus; por entonces, sus funcionarios aseguraron que con Macri habríamos tenido 10 mil muertos, inocularon el miedo, la coacción, dejaron una generación entera sin educación y ahora pretenden que creamos mágicamente en una vacuna que saben que no podrán tener para las fechas prometidas. ¿A tanto puede llegar la necesidad de dar buenas noticias?

¿No sería más serio explicar cuál es la situación objetiva de cada vacuna? ¿Cómo organizarán la logística para almacenar drogas que requieren temperaturas por debajo de 30º bajo cero?

¿Manejarán discrecionalmente el reparto de vacunas como lo hicieron con los test de detección del coronavirus, únicamente para los amigos y Kicillof el primero de la fila? Tienen que hablarnos con la verdad.

La pandemia no tiene visos de terminar en los próximos meses, ni en el próximo año. Ningún país ha mantenido su economía ni su educación tan cerradas como la Argentina. Cristina Kirchner ahora quiere ser el hada de la vacuna.

Cuidado que hay mucha gente que quiere hacer negocios turbios y plata rápida con Putin. Hablan de 10 millones, de 25 millones, que en diciembre la provincia de Buenos Aires vacunaría a la población de riesgo. Mentira. Basta, dejen de mentir.

Lo repito, sea de donde fuere la vacuna tendrá que haber cumplido la fase 3 y tendrá que estar aprobada por la OMS y por la ANMAT. Y cuando todo eso ocurra deberá estar incluida en el carnet de vacunación de todo los argentinos, como una más de las 22 vacunas gratuitas y obligatorias que tenemos el derecho y la obligación de recibir.

El presidente no puede desvincularse de la responsabilidad de declarar obligatoria la vacuna. Es tal la desesperación por dar buenas noticias, que el gobierno anunció en tono épico que regulará la presencia de palo y polvo en la yerba mate.

Por fin una buena en medio de la pandemia con más de un millón de contagiados, 35 mil muertos, desocupación récord, economía destrozada y destrucción total de la moneda. “Palo y polvo”, eso es lo único que el gobierno puede prometer hoy.